➠HOME ✦ ¡kooktae!

F para tu tobillo.

—EN SERIO, ¿Chan?—preguntó Hyunjin con gracia al aire.

—¡Cerra el orto!—dijeron todos al unísono.

—Eh—respondió el Australiano.

Por otro lado en el baño, Taehyung se encontraba dentro de un cubículo acomodando su ropa interior y su pantalón de tela negro, Felix observaba un pequeño grano reciente que habia salido en su mejilla.

—¿Y cómo vas con Changbin?—preguntó desde dentro.

—Re bien—peinó su cabello—estamos por cumplir dos meses, es re poco, pero paso a paso vamos entablando una linda relación.

—Qué lindo—sonrió—¿Todo sano no?

—Sí tranqui, relación sana.—rió—¿Vos con Jungkook vas a complir dos años no?

—Sí...—sonrió enternecido y salió del baño—creo que cada vez lo amo más, te juro.

—¿De verdad usaste el baño?

—No, ni en pedo, me tenía que arreglar la ropa.

—Ah—terminó su labor en el espejo y se dió media vuelta—vamos.

Salieron ambos del baño observando todo el pasillo vacío, de verdad la gente odiaba estudiar. Taehyung miró la hora, 12:58 pm.

Buscaron con la mirada a su tan conocido grupo, frunciendo ambos el ceño cuando no lo encontraron.

—¿Ya se fueron?

—Ni idea, para que llamo a Jungkook.

Taehyung metió su mano en el bolsillo tanteando su teléfono y tomó con su mano libre la muñeca del rubio comenzando a caminar.

Apenas terminó de sacar su celular, sintió como algo chocaba contra él haciéndole caer de una manera brutal, seguido por otro peso cayendo arriba de ese algo.

Gritó de dolor cuando sintió como su tobillo emitía un pequeño crack.

—¡Taehyung!—gritó Felix corriendo hacia él.

—Uh, que onda ¿No van a salir nunca?—habló Changbin.

Los dos se encontraban en la puerta de los salones del campus esperando por sus respectivas parejas. El azabache observó la hora, 12:58 pm., suspiró, Taehyung si que se tardaba.

—Deja que lo llamo.

Sacó su celular dispuesto a marcar su número pero un grito desde dentro del lugar lo hizo tensarse.

Taehyung.

Observó a Changbin con los ojos abiertos y entró corriendo al lugar.

Taehyung gimió de dolor sintiendo espesas lágrimas caer voluntariamente por sus mejillas.

Felix trataba de quitar a su amigo de abajo de esos dos mastodontes.

—¡Lo siento!—habló uno pelirrojo, el primero que había chocado contra él , levantándose rápidamente y estirando sus brazos hacia el rubio sin saber qué hacer.

El segundo tipo, que había caído arriba del primero, y arriba de su tobillo, se mordió el labio haciendo una mueca.

—Uh, perdoná.

—¡Sos un tarado!—le recriminó el pelirrojo—¿Cómo me vas a correr así?

—Tae—Felix le llamó.

El mencionado lo miró con una gran mueca de dolor en su rostro.

El rubio se agachó y lo ayudó a sentarse, observó su pie y deformó su cara al ver su tobillo inflado y morado.