37. Gato comprimido

71.8K 9.9K 2.4K
                                    

Xian


—No puedo creer que aún intenten salvarse el trasero —digo entre dientes—. Mentiras, es lo único que saben decir, ¡nos siguen tomando el pelo como si fuéramos tan idiotas!

—¡Nadie te está tomando el pelo! —contesta Wells.

—Pero sí la billetera, ¿eh? —provoca Preswen.

—¿De qué rayos estás hablando? —responde de vuelta.

—Me han estado robando, ¿te harás el tonto con eso también? —escupo.

Tengo una ira que no cesa. Solo va en aumento, queriendo que me ahogue en ella para que flote a la deriva de todo el odio que siento por la situación. Wells se separa de Brooke para hacerme frente. Sus fosas nasales se abren cuando inhala hondo y sus pupilas están tan dilatadas como me gustaría dilatarle la cabeza con la pala del cobertizo.

Entonces, alguien se ríe.

Todos los ojos caen en Brooke. Es una risa triste, nacida de la impotencia. Se lleva ambas manos a la frente y continúa temblando. Jamás la había visto así, pero teniendo en cuenta que nunca antes la había pillado siendo como verdaderamente es, me pregunto si alguna vez estuve con la Brooke real.

—Una ladrona mentirosa e infiel —dice en un hilo de voz, y asiente con la cabeza antes de sentarse en el brazo de uno de los sofás—. Siempre supe que no perfecta, pero no sabía en qué nivel de adúltera criminal me ubicabas, Xian.

—¿Crees que puedes voltear esto en nuestra contra, reina del drama? —pregunta una seria Preswen—. Porque estás muy equivoca...

—¡Ustedes son los que están equivocados! —Limpia sus mejillas con furia al ponerse de pie. Pretzel retiene el aliento por la brusquedad de su tono y yo porque jamás la oí gritar—. Wells es el contador que contraté para la boda hace un año atrás. Lo hubieras sabido de estar más involucrado y acudir a las citas.

—¿Y cómo no iba a nuestras citas empezaste a tenerlas con él a solas? —reclamo.

—Dijo que hace un año me contrató. —Wells me sostiene la mirada sin vacilar esta vez—. Los primeros siete meses fuimos tan profesionales como se pudo, pero hacernos amigos fue inevitable. Brooke estaba para mí cuando la necesitaba y yo estaba para ella cuando tú no lo estabas.

Retrocedo con desconfianza, pero Preswen avanza con los brazos cruzados.

—¿La necesitabas? —repite indignada—. Yo era tu novia, no ella.

—¡Por eso no podía decírtelo! Había conocido a alguien más y estaba empezando a sentir cosas, pero no sabía si era algo pasajero o más fuerte. Estaba confundido porque te quería pero aún así no podía evitar que el corazón amenazara con explotarme en el puto pecho cuando la veía. —Se gira hacia mí—. Dije la verdad, Xian. Brooke no te engañó, todo el malentendido es mi culpa. A diferencia de mí, ella jamás tuvo dudas sobre a quién quería y cuánto.

Mi prometida agacha la cabeza como si estuviera avergonzada y mis ojos van de ella a Wells. Siento una presión sobre la caja torácica antes de que él continúe:

—¿Nos reuníamos todos los jueves? Sí, porque era el único día que ella salía relativamente temprano de hacer horas extra para costear esa boda de la que tanto te quejas. ¿Íbamos a cenar a restaurantes que encendían velas? Sí, hay como un millón de esos en la ciudad, ¡es pura decoración! ¿Era por trabajo? Sí, porque mi maletín con la planificación de tu boda siempre fue conmigo a todas partes y puedes verificarlo en las fotos. ¿Le regalaba flores? ¡Sí, porque me ayudaba tanto como yo a ella, y es mi amiga, y la quiero, y alguien tenía que recordarle lo maravillosa que...! —Está acalorado, con la vena de la frente a punto de estallar. Cierra los ojos un momento—. Y ahora la acusan de ser todo lo que no es.

El elevador de Central ParkTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon