Cazuela

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Yo sé que ahora hay muchos que dicen que fuimos unos hijos de puta, por lo que le hicimos al viejo Casale. Es por envidia, claro. La verdad de las cosas es que lo volvería a hacer cien veces. Loco, te prometo que no hay nadie que se arrepienta, el viejo de mierda ese se lo merecía, y bien merecido. Cuanto weón nos agradeció lo que le hicimos.

Diego Casale se llamaba el viejo. Profesor de física en el Colegio San Luis de Calama y el típico conchadesumadre que se creía dueño del mundo. No tenía nada bueno, se quejaba por todo, absolutamente todo. Era un verdadero hijo de puta con los alumnos, te mandaba castigo por cualquier cosa y llamaba a tus papás siempre. El muy bastardo tenía la suerte de ser considerado un profesor buena onda por los apoderados, entonces le creían todo. Hacía clases realmente aburridas (en las que no se entendía ninguna mierda) y pruebas terriblemente difíciles. Un hijo de puta con todas sus letras.

Hermano, te juro que todos en el colegio lo odiaban, incluso algunos profes, con los que podías pelarlo el día completo. Les hacías el día a los weones, gozaban pelando al viejo Casale.

El tema es que mi curso siempre fue considerado como mal portado, lleno de imbéciles sin futuro que hacían que cada clase fuera una tortura para cualquier docente. Éramos como cualquiera, hasta sexto básico. Fue de vuelta de ese verano del 2005 cuando nos transformamos. No tengo idea que pasó, pero nos convertimos en una mierda de curso. Nos entretenía cagarle las clases a los profes y hacíamos lo posible para que algunos se fueran del colegio. En más de una ocasión nos funcionó.

Teníamos un profe de lenguaje, Armando Gómez se llamaba. Bien chico y feo. Era el típico weón que te mandaba una cantidad innumerable de libros para leer. Al pigmeo ese le hinchamos tanto las pelotas que terminó yéndose de mi curso al paralelo. Lo divertido es que al año siguiente nos tocó de profesor jefe y duró dos meses con cueva. Le hicimos la vida imposible al weoncito, el pobre gil no se atrevía ni a llegar en la mañana. Terminó yéndose del colegio.

A nosotros ya nos habían advertido sobre el viejo Casale, los más grandes hablaban todo el día de él. Nunca los pescamos mucho, sabíamos que nadie podía con nuestro curso.

Fue recién en segundo medio cuando nos llevamos la sorpresa: el viejito este iba a ser nuestro profesor de física. Al principio no nos preocupó, pero definitivamente el compadre había escuchado hablar de nosotros. Se puso bien vivo y, desde el minuto en que pisó la sala se puso a webiar.

"Control sorpresa", dijo el muy bastardo. Entraba literalmente toda la materia del año pasado en la wea de prueba. Nos fue como el ajo a todos, incluso al guatón perkin de Flores. Lo vieras al gordo ese, lloraba porque era su primera nota bajo seis. Ya con esta gracia se ganó el odio de todo el curso.

El viejo de mierda se las sabía por libro, por eso no caía en nuestro jueguito. Recurrimos a todo con los cabros, pero el profe respondía como un perro. Cada jugada que le hacíamos la respondía de revés fuerte y cruzado atrás. Nos cagaba siempre.

Las clases eran muy re-fomes y en las pruebas nos hacía parir. Ni el pelado Fuentes podía tirarle una talla, siendo que era un weón que podía hacer reír hasta a un paco en una protesta. Todo, Diego Casale sabía responderle a todo. De verdad loco, no había caso con el viejo.

A esto se sumaba la cara de aweonao que tenía: un sartén en cada lado de la cabeza y una nariz que se podía ver desde el espacio. Siempre encontraba la forma de molestarte, especialmente si tenías hermanos grandes. Recuerdo ver a varios de mis cabros sufriendo por culpa de sus antepasados, el viejo se acordaba de todos y cada uno de los alumnos que tuvo.

Fue en agosto de ese año cuando todo cambió.

Las frías noches desérticas seguían y empezaba a asomarse la primavera, se respiraba un aire más tranquilo en los cursos, pero el viejo Casale seguía webiando como si fuera el primer día. En ese mismo ambiente surgió la gran idea.

CazuelaWhere stories live. Discover now