CAPÍTULO 45: Orgullo y testimonios.

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El sonido de su móvil chocando contra la moqueta es el detonante para que termine de luchar contra el sueño y despierte de esa siesta que, para que mentir, le ha sentado de maravilla.

Su hijo le confirma con sus contagiosas carcajadas que está despierto y al encontrar el cochecito en la puerta de una de las habitaciones intuye que tanto el pequeño como Luis están disfrutando de la presencia del otro. Lleva su mano a la cabeza por el dolor que le da levantarse mientras camina por el pasillo.

- Anda mira qué chicos mas guapos hay por aquí.- dice con la intención de llamar la atención del gallego cuando se asoma a la estancia, pero solo consigue echarse a reír ella sola cuando ve que Luis está demasiado ocupado haciéndole carañotas a su hijo y terminando de ajustar el pañal del bebé a la altura de su cintura como para darse cuenta de su presencia.

Es Mateo, quién después de ese ataque de risa ve a su madre asomar la cabeza por el marco de la puerta y reclama sus brazos.

La madre le pide que sea ella quien termine de vestir al pequeño y el chico ocupa la misma posición que ella de hace unos minutos.

- Pues mira no lo has echo tan mal. Se te dan bien los niños por lo que veo.- le reconoce Rocío cuando observa que Luis ha puesto el pañal correctamente y que no hay rastro del pañal usado.

- Pues no he cambiado un pañal en mi vida, bueno ahora sí, pero ha sido el primero y es una tortura.

La chica termina de vestir al pequeño y deja un par de besos en su barriga ya vestida antes de levantarlo para recoger las cosas que han usado. Lo mete todo en la bolsa que acompaña al carrito y con su hijo todavía en brazos se despide del gallego.

- ¿Me vas a dejar comiendo solo.? Venga mujer, quédate a comer y después os váis.

Tiene que pensarlo un par de segundos, aunque le encantaría quedarse a almorzar sigue teniendo asuntos que necesita arreglar.

Pero comer tendrá que comer de todas formas. Y no será ella quien rechace la invitación.

- Bueno, pero me tienes que dejar calentar la comida del señorito y darle de comer para que se duerma un rato.

Mientras Luis, que se ha ofrecido voluntariamente, aguanta al niño mientras su madre termina de calentar su comida. Lo sientan en el carro para darle el puré de verduras y asegurándole al gallego que tendrán que limpiar el suelo de la cocina más tarde comienza a darle de comer a Mateo.

Como la chica le ha asegurado, el bebé tarda poco en aburrirse, y comienza a hacer movimientos que a punto están de tirar el bol de comida al suelo y dejar verdura hasta en el techo. Pero su madre es más lista y entretiene al pequeño consiguiendo que consiga tomarse casi todo el puré.

- ¿Quieres terminar tú.?- le pregunta el gallego al ver que se ha quedado embobado viendo cómo come.

Le tiende la cuchara y se levanta de la silla para que ocupe él su puesto mientras ella termina la pasta y el pescado que van a comer.

No sin antes pararse a ver la escena, por su puesto;

Porque Luis Cepeda y un bebé es claramente un sí.

El chico, que le es imposible conseguir que el bebé termine esas dos últimas cucharadas de comida, pide ayuda a su madre que se encuentra tremendamente divertida ante la situación.

- Haber, déjame.- le pide un hueco a su lado para tener al bebé de frente y comienza a cantar.- "yo tengo una casita que es así, y así. Que por la chimenea sale el humo así, así. Que cuando quiero entrar, yo golpeó así y así. Me limpio los zapatos así, así y así."

Soñemos juntos = AITEDAOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz