— ¿Mamá se levantó temprano?

   Voy por la bolsa de papel y la meto igualmente en la mochila, cuidando que no se aplaste mi almuerzo. Por el rabillo del ojo veo como mi padre se cruza de brazos. Sin borrar su expresión seria, a pesar de que no está enojado.

   —No, pero al parecer tu amigo sí. Se fue muy temprano. Deberías aprender de él.

   De alguna manera me lo esperaba. Jeno no debe estarse sintiendo para nada bien y supongo que mi presencia sólo terminaría por alterarlo aún más. Que se haya desahogado conmigo no significa que se sienta cómodo con ello.

   Omito el hecho de que mi padre no haya visto que mamá se levantó a hacerme el desayuno, porque algunas veces es más despistado que yo y finalmente, me cuelgo la mochila.

   —Ya tengo todo pa, vámonos.

   El camino hacia el Instituto es acompañado por la música de la radio y el tráfico matutino. Dibujo con las yemas de los dedos sobre los cristales empapados por la brisa, figuras amorfas, y es estúpido, pero las sensaciones de desespero y angustia no abandonan mi pecho. Detesto tomarme los problemas ajenos como algo personal. Quizás lo único que debería hacer es apartarme y dejar de ser partícipe de esta locura, que al parecer, nada bueno va a traerme.

   Al llegar al Instituto me veo en la obligación de dejar de divagar. Me despido de mi padre antes de bajarme del auto y acomodo sobre mis hombros los tirantes de la mochila, tratando de sonreírle a un desconocido que está a punto de chocar conmigo. Por suerte no me encuentro a Renjun en ningún momento. Al parecer es demasiado tarde, incluso para lo que no son tan puntuales como él. En los pasillos casi no hay estudiantes y sólo unos pocos profesores caminan apresuradamente para llegar a clase, con un café en la mano, tratando de no quemarse.

   Paso frente a la puerta del salón en donde se supone debo estar y al verla cerrada, continúo caminando, sin mirar atrás. La profesora ya ha llegado y por la forma en cómo mira a mis compañeros cada vez que piden permiso para entrar pasados los diez minutos de tolerancia, entiendo que me va a rechazar. O puede que solo este buscando una excusa para no entrar. Me siento tan confundido que no soy capaz de distinguir lo que quiero de lo que no.

   La primera vez que me salté una clase fue una completa tontería. Renjun me prometió que iríamos a una cafetería nueva que estaban abriendo por el centro. Asegurándome que su fama era tan buena, que debíamos hacer fila desde la mañana. Como un idiota le creí, y me quedé esperando por él en la puerta trasera de la escuela, con el frío y la soñolencia de las siete.

   Pasaron cuarenta minutos y Renjun nunca apareció. Y cuando le reclamé el por qué de su ausencia, me dijo con una sonrisa despreocupada que lo había olvidado por completo. 

   Yo juré que jamás volvería hablarle.

   Pero al día siguiente me trajo un bollito de azúcar y un café expreso y entonces, lo perdoné. Siempre he sido una persona demasiado fácil de convencer. Aunque algunas veces intente, irónicamente, convencerme de lo contrario.

   Aprovecho que no hay estudiantes merodeando y me decido por sentarme en un lugar que conozco muy bien; detrás del salón de conferencias. Donde solo hay una franja de árboles y una barda que divide la escuela de la calle. Nunca le he hablado a nadie de este lugar, ni siquiera a mi mejor amigo. Si tengo ganas de maldecir o gritar porque me está yendo mal en algún momento de mi vida, vengo aquí a sacar mis frustraciones. Y creo que sería algo triste que alguien se enterara de que, a veces, por capricho, me vuelvo loco.

   El lugar siempre me ha parecido agradable, sin embargo, en este momento no lo es tanto. Nunca había venido a esta hora, por lo que la sensación es extraña y hasta me hace sentir culpable; como si quisiera ser consiente a medias de que estoy haciendo algo mal.

Extraño |NoMinDove le storie prendono vita. Scoprilo ora