Capitulo Único

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El circo "Hydra" llegó a mi ciudad. No me sorprendió que la mayoría de los habitantes se entusiasmaran por la llegada del circo. Las boletas para las funciones se agotaron en muy poco tiempo; después de todo, este circo prometía ser un gran espectáculo con la nueva presentación de "los gemelos manos largas". En lo personal, jamás me gustaron los circos, nunca encontré gracia en estos lugares; sin embargo, había algo particularmente inusual en este circo, incluso, fui uno de los idiotas que gastó su dinero en una entrada. Qué estúpido de mi parte.

El espectáculo empezó con dos de los personajes más queridos por el público: "El hombre fuerte" y "El payaso sonrisas".

La gente a mi alrededor aplaudía y festejaba los espectáculos, cada uno más vistoso y emocionante que el anterior. En lo que a mí respecta, no parecía algo increíble. Magos, payasos, trapecistas, nada que no se hubiese visto antes hasta que llegó el turno del gran espectáculo: "Los gemelos manos largas". Lo que entró al escenario era un par de hombres entre 25 o 28 años, con cabellos rubios y castaños y una venda negra que cubría sus ojos. Lo que impresionó a todos fue que aquellos hombres caminaba con unos brazos que curiosamente parecían superar su altura.

Pasaron varios segundos para que, desde los pequeños niños y ancianos, empezaran a reírse, burlarse y tirarle cosas a los hombres. Podía escuchar diferentes insultos: "adefesios" "fenómenos", y ellos... Solo se quedó allí, con la cabeza baja, ignorando todo lo que ocurría a su alrededor. A medida que la algarabía del publico aumentaba, ellos comenzaron a pasearse por el gran escenario, pero en sus caras se veía reflejado un gran dolor.

Esto me hizo enfurecer mucho. ¿Por qué se quedaría allí? No lo entendí. Intenté pedir que se callaran, que los dejaran en paz, pero no pude hacer nada, ya que mi voz no era nada comparada a los gritos y risas de los demás... Entonces decidí irme.

Dos días después quise ir a verlos, quería hablar con ellos y asegurarme de que estaba bien. No había podido dormir bien pensando en su dolor, quería apoyarlos, extenderle una mano amiga, aunque no sabía cómo hacerlo. Reuní fuerzas y caminé hasta la colorida tienda. Quería escabullirme sin que nadie me viera. Para mi mala suerte, me topé con ese horrible payaso.

- Quiero hablar con los gemelos.

- ¿¡Hablar!?¿Tú crees que esos adefesios saben hablar? No me hagas reír, niño. Son unos fenómenos, solo sirven para divertir. Yo en tu lugar me marcharía, pierdes tu tiempo intentando acercarte a ese monstruo.

Apreté los dientes. Realmente me enfureció esa respuesta, la forma en cómo se refería a ellos, pero no me sentía bien como para continuar discutiendo. Cuando estaba a punto de irme, oí hablar a unos de los trapecistas.

- ¿Dónde están los gemelos? ¡No los encuentro!

Un murmullo empezó por parte de todas las personas del circo. No le di mucha importancia a esto, incluso me alegró. ¡No estaban cerca de ese horrible lugar! , no los lastimarían...

Después de la desaparición de los gemelos, el maestro de ceremonia anunció que el circo cerraría sus puertas temporalmente, prometiendo que reabriría lo más pronto posible.

Después de cuatro meses el circo volvió a abrir, proclamando por todos lados el regreso de los famosos "gemelos manos largas". Muchas personas de diferentes lugares asistieron, incluyéndome. Aún me preocupaban, quería estar totalmente seguro de que estuviesen bien.

El espectáculo empezó como siempre: con carcajadas provenientes de las absurdas actuaciones del inútil payaso y de los malabaristas; esta supuesta "felicidad" de las personas terminó cuando llegaron los gemelos. Las risas se convirtieron en abucheos, llovieron insultos, lanzaban al escenario lo que tuviesen a la mano, la multitud le gritaba nuevamente cosas como "monstruos", "deformes", entre muchas otras.

Los hombres apoyaron sus débiles pies en ese escenario y, sosteniendo sus brazos, empezó a caminar en círculos; esto no solo sorprendió al público, sino que también al resto de integrantes del circo. La gente se quedó muda cuando ellos se quedaron inmóviles y, sacándose la venda, con sus ojos azules, me miró fijamente y soltaron una simple palabra:

- Gracias.

El silencio recorrió el lugar. El payaso, furioso, se acercó a los gemelos y les propinó una bofetada a ambos. Acto seguido, las luces comenzaron a parpadear fuera de control hasta apagarse, dejando el lugar totalmente a oscuras. Todo estuvo en silencio hasta que una gran risa demencial, que parecía provenir de ellos, inundó todo el lugar. Muchos niños y adultos empezaron a llorar, posiblemente paralizados por el temor.

Las luces volvieron. Los llantos no cesaron, sino que se transformaron en gritos de horror. El temor y la angustia se apoderaron de mi cuerpo al ver un espectáculo de órganos esparcidos por el suelo del escenario. los gemelos se habían ido, remplazados por el cadáver destripado del payaso. Me quedé inmóvil, mi cuerpo no reaccionaba, sentí ganas de vomitar. La gente comenzó a salir corriendo del lugar, yo hice lo mismo.

La vida en la ciudad no volvió a ser la misma, la alegría del pueblo se había desvanecido. Nadie salia por las tardes, cerraban las ventanas y aseguraban las puertas. Tenían temor: no los culpo, yo también tenia miedo.

Comencé a sentirme extrañamente acosado, pero no creo que sea de gran importancia, es solo parte de la paranoia.

Al salir de la escuela fui atacado por dos hombres, trataron de robarme, me golpearon, pero un instante después allí estaban ellos. Estrangularon a uno de mis agresores, al otro le arrancó la cabeza. El pánico me inundó. Ellos se acercaron a mí, pero no puedo recordar más. Perdí el conocimiento.

Supongo que ver eso me afectó gravemente, mi paranoia ha aumentado. Ahora siento que en todo momento me vigilan. Podrían creer que estoy loco, que yo fui el culpable, pero no... Nadie puede saber que yo estuve allí.

Hoy los volví a ver. Cada día los veo por mi ventana, cada vez más cerca. Tengo miedo, ha dejado muchas víctimas en estos días. Ellos me susurran, dicen que lo merecían, se habían portado mal, necesitaban un castigo por sus actos. Después de todo es justo: el payaso murió, se portó mal, se lo merecían.

Ellos quieren que los acompañe. No quiero ir, no quiero ir lejos, no puedo soportarlo, me estoy enloqueciendo. Ya no puedo permanecer solo, siento sus presencias detrás de mi, no sé si es cosa de mi imaginación o realmente estén allí...

Los gemelos están furiosos, me he portado mal. Ellos viene por mi, debí haber ido con ellos, debí escucharlos, debí hacerlo por las buenas... La puerta está sonando, oigo pasos a mi alrededor, necesito ayuda, ¡no quiero irme con ellos! Mi cuerpo no deja de temblar, unos brazos largos y fríos se están deslizando por mi cuerpo... Las enormes manos se cierran sobre mis manos y pies. No tardará mucho en llevarme con ellos, la luz hace falta. Solo puedo ver sus caras y la maniática expresión de sus rostros.

Los gemelos manos largasWhere stories live. Discover now