Capítulo 1

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Cierro los ojos cuando escucho la fuerte explosión que proviene de la cocina.

Me giro lentamente y me coloco las manos en la boca para aguantar el gemido que intenta salir de mis labios, alguien me toma del brazo y me arrastra hacia el exterior del local. El humo negro tras nosotros, alcanzándonos, parece que corriera persiguiéndonos.

Me sientan en el suelo, lejos del local que se está incendiando. Levanto la vista lentamente y me encuentro con los oscuros ojos de uno de los camareros que se encontraba de servicio ese día.

—Ni se te ocurra levantarte de aquí, aún quedan personas dentro.

Miro a mi alrededor, hacia la avenida donde se encuentra la cafetería donde trabajo —o trabajaba—, y me aflijo cuando veo el horrible cuadro que es el local quemándose al lado de otros establecimientos iguales de hermosos.

Me abrazo a mis rodillas y me pongo a llorar. Ahora no tengo trabajo, y me tengo miedo a mí misma. En especial cuando sonrío sin poder evitarlo, complacida conmigo misma, por la explosión de la cocina, pero fue sin querer. Un viejo verde llevaba tiempo entrando a la cafetería solo para sentarse en una mesa y decirme cosas groseras mientras comía, hoy no aguanté más y me molesté. Llevaba tiempo haciendo explotar pequeñas cosas en casa cuando me estresaba, pero nunca nada de esta magnitud.

Y sí, soy un bicho raro, soy un monstruo. Pero me gusta, a mí y a unas cuantas personas más.

Llego a mi casa luego de que la policía nos permitiera hacerlo luego de no encontrar pruebas suficientes de que la explosión fuera intencionada. Nunca las encontrarían.

Abro la puerta sintiéndome miserable por sentirme alegre al haber hecho lo que acabo de hacer. El viejo verde murió en ese incendio –junto con otras personas– y me alegro por eso, aunque no diga lo mejor de mí.

—Eso que estoy sintiendo en ti es regocijo por lo que acabas de hacer —escucho una voz profunda a mis espaldas y me estremezco, aunque no me asusto—, y no me gusta que acabes de matar a alguien y estés sonriéndome, no es digno.

Paso por su lado y le revuelo el cabello antes de dejarme caer en el sofá que tengo en el centro de mi salón. Observo el alféizar de mi ventana y me encuentro con Kadva mirándome fijamente con una sonrisa en sus labios.

—Me encanta ese olor que desprende —agrega sin apartar la vista de mí. Yo le sonrío de forma agradecida.

—Apesta a muerte, Kadva —le dice Gabriel con una mueca en los labios—, es desagradable oler eso en ella.

—Es mitad demonio también, en algún momento tendría que oler así, de la misma forma que yo lo hago.

—Y yo que estaba intentando evitarlo.

Gabriel se acerca a mí y se sienta justo a mi lado.

—No te culpes por esto —le digo mientras le sonrío—. La culpa es mía, tenía que haberlos escuchado antes.

Le doy un suave beso en la mejilla a Gabriel y cuando me separo veo lo sonrojado que está.

Sonrío ante la imagen tan hermosa.

Gabriel es un arcángel de primer orden mientras que Kadva es un príncipe demonio, ambos están comprometidos conmigo y es mi decisión elegir uno de ellos. Lo horrible de esto es que mi elección afectará a toda la humanidad ¿Por qué? Ahora te explico.

Mi madre es Lilith, sí esa Lilith —esa primera mujer que fue creada, que es tan mala y todo ese bla, bla, bla... no es algo que me interese dialogar—, y mi padre un arcángel de orden superior. Yo nací como forma de milagro y cada año me voy volviendo más fuerte, hasta que alcance los 21 años y todo este poder deje de crecer. Me faltan unos buenos dos años para eso.

Y dicen las leyendas —sí, hay leyendas acerca de mí—, que seré tan fuerte como para llevar la balanza a favor de uno de los lados principales de la comunidad mágica: la luz o la oscuridad.

Y Kadva o Gabriel tendrán que acompañarme en ese gran suceso. Pero desde que tengo 8 años están detrás de mí, y siempre me he negado, hasta hoy que acabé con la vida de unas cuantas personas y me divertí con ello.

—Tendrás que tomar una decisión, Camila, o te saldrás de control y tendrá que venir alguien a encargarse de ti —el hecho de que haya sido Kadva quien lo dijo, me demuestra lo grave que es la situación. En especial luego de decir mi nombre. Nunca lo hacen porque dicen que no es el verdadero, solo el que mis difuntos padres adoptivos humanos me dieron cuando me encontraron—. Para ayudarte hemos hecho un plan.

— ¿Tú y Gabriel? ¿Un plan juntos? —comienzo a reír por la absurda idea, pero me callo y me quedo tranquila al ver la ceja alzada de Gabriel.

—Te quedarás unos días con nosotros, por separado, y te enseñaremos que tal es la vida en cada uno de los dos lados, eso te ayudará a decidirte.

—OK.

Y puede que muchos se pregunten por qué no me opongo a tener un compañero forzado, y no lo hago porque es lo mejor, hay muchas cosas raras por ahí que estarán detrás de mí cuando «despierte», esto es lo mejor.

—Ven conmigo —dice Gabriel antes de levantarse y ofrecerme su mano—, luego podrás irte con Kadva.

Sonrío antes de tomarla y ver como despliega sus alas para envolverme en ellas.

Me tomaré estos días, pero la decisión ya está tomada. Todos lo saben.

La Decisión [RELATO CORTO] ✔️Where stories live. Discover now