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Ilusión.
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El primer amor, es una ilusión. Una dulce melodía que se desliza suavemente por nuestros corazones y nos hace soñar con un mundo lleno de promesas y felicidad infinita.

- No te vez muy bien - dijo, Lana.

- Trato de estarlo.

- ¿Cómo estás? - preguntó.

Odiaba esa pregunta, por el simple hecho de que tenía que mentir, para responderla.

- Bien, las clases me tienen un poco agobiada, eso es todo.

Pero, no lo estaba.

Moría sin tí.

Dominabas mi mente con tu sola existencia.

Me infectabas, como una enfermedad, que solo podía ser su cura misma.

- Tienes que dejar...

- No escucharé una palabra más al respecto - Los ojos avellana de Lana, brillanban con furia.

- Ese amor que sientes, te está matando, Jane. ¿Acaso eres tan ciega para verlo?

Y creo que sí lo era.

Porque después del rechazo, estoy segura, la ceguera era lo único que me mantenía enamorada de tí. Y es que en esta historia fui la única que se enamoró. Y joder, podría haber jurado, en ese tiempo, que un tiro dolía menos.

«Jane, mi dulce, Jane» habían noches, por no decir todas, que me dormía escuchando tu voz, llamándome.

-¿Cómo permití que mis emociones me llevarán a este acantilado llamado, amor?

Mi corazón era ingenuo y estaba lleno de aquello: esperanza. Creía que en tus ojos encontraría un refugio seguro. Me aferre a cada sonrisa, a cada palabra que brotaba de tus labios, pero, era evidente que yo era una sombra insignificante en tu mundo.
¿Cómo me engañe pensando que mis sentimientos podrían cambiar tu corazón?
Cada desplante, cada muestra de indiferencia, eran puñales que se clavaban en mi corazón.

Nada mejoró, todo incluso marchó peor.

Me enrede en un laberinto de fantasías y expectativas. Me enamore de tus silencios y de tus gestos inadvertidos. Para entonces no lo tenía claro, pero, sacrifique mi propia felicidad por una ilusión que, solo existía en mi mente.

No sabe el ignorante que, nunca se ha enamorado, que en ocasiones es mejor no conocer el amor. El dolor pesaba en todo mi cuerpo, el despecho recorría mis entrañas, puede haber muerto de aquel dolor integró, un dolor tan fuerte que sentía como si la vida misma me odiará. Aquel sentimiento que amenazaba con llevarme a la locura volvía mi cuerpo más frágil.

- No lo se, pero lo que sea, tienes que, enviarlos lejos.

Mi corazón y mi mente se negaron a enviarte lejos, donde no te amará y no llorará por tu ausencia. Me habías hecho sentir mil cosas maravillosas, y luego te marchaste. Pero, mi mente no lo aceptaba, te amaba, y no hice nada por dejar de hacerlo.

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Una Mirada [En Edición] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora