— ¡Hora de la siesta! —repitió. No podía esperar, lo había decidido.

— ¡NO! —otra vez se quejaron y esta vez todas al mismo tiempo.

—No... no queremos... no queremos dormir siesta —Mina no sabía si comerse a su novia por su inocencia o matarla por estar haciéndolo más difícil.

—Chaeyoung... —Mina intensificó su mirada—. Tú no tienes que dormir la siesta si no quieres —resaltó—. Pero las niñas sí, ¿entiendes? —tenía que entender sí o sí.

La pequeña torció su cabeza y miró a la castaña pensativa. Su cara pasó de la duda absoluta a la picardía total.

— ¿Vamos a jugar? —preguntó sin pensarlo y sin darse cuenta que tenía a dos niñas para las cuales esa palabra era su absoluto Dios.

— ¡No se vale! —protestó Nayeon. Mina se llevó la mano a su cara, iba a matar a su novia—. ¡Nosotlas también quelemos jugal! —a esta altura del protesto no valía la pena corregir su pronunciación.

—Nayeon, tienes que esforzarte por corregir las palabras —dijo Mina—. Y sí se vale. Ustedes son niñas y necesitan descansar un rato así que.

— ¡CHAE! ¡NAE! ¡JUGAR! ¡LLENA! —Mina tenía que aguantar la risa como podía.

La niña agitaba sus brazos señalando a Chaeyoung y a la ballena, completamente enojada y en forma de protesta también. Al contrario de Mina, Chaeyoung no escondía la diversión y se reía sin freno.

— ¿Perdón? ¿Desde cuándo esto es elección? Después tengo que estar insistiendo para que no se duerman en la silla encima de la cena. Por eso toca siesta sí o sí —siguió Mina—. ¡Deja de reírte, Chaeyoung! —la tatuadora no estaba ayudando en nada.

La pequeña abrió los ojos gigantes con el regaño. Miró a la castaña enojada en el borde de la piscina y después miró a las niñas. Se encogió de hombros y decidió: — ¡Siesta! —bajó a Nayeon de la ballena y se la pasó a Mina, que la esperó con la toalla abierta.

— ¿A qué van a jugal... jugar? —le preguntó a su madre mientras abrió los brazos para ser secada.

Mina sacó la vista de donde Chaeyoung luchaba con Chae para desprenderla del animal inflable. La niña estaba prendida cual garrapata.

—No vamos a jugar, cariño —Mina tenía más tacto que su novia.

La niña se dejó quitar su traje de baño mientras Mina iba en busca de las niñas salidas de baño de toalla que tenía preparadas.

— ¿La vas a regañar? —para Nayeon esa era la clara otra opción. Si no se juega, se regañe.

—Dame tu brazo —Mina pasó una manga por la mano de la niña—. Y no, tesoro, no la voy a regañar, pero tengo que... tengo que... Chaeyoung y yo tenemos que hablar de cosas importantes —no le estaba mintiendo. Para ella el sexo era importante—. Ahora el otro brazo —con la bata ya puesta solo le faltaba secarle un poco el cabello.

— ¿Hablar cosas de glandes... cosas de grandes como cuando la hermana Spencer habla con Diosito? —preguntó la niña.

Mina sonrió y le dejó un beso en la naricita a la niña—. Algo así, cariño, algo así —tampoco era mentira. Las "conversaciones" con Chaeyoung la hacían llegar a tocar el cielo, honestamente.

—De acuerdo —Mina dejó a Nayeon cerca—. Una ya está sequita, falta la otra —desde el agua, Chaeyoung acercaba a Chae. Con un empujón de piernas la levantó en sus brazos para pasársela a Mina.

— ¡CHAE! ¡HIJA! —Mina se rio cuando la niña estiró los brazos y gritó como el rey león. Después de la presentación que la pequeña le había contado que le había hecho a la niña, no se le iba a olvidar tan fácil ese hábito.

No Soy Para Ti - Michaeng G!Pحيث تعيش القصص. اكتشف الآن