1. Primer Día

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— ¿Señorita Im? — Escuchó detrás suya una voz profunda, que aunque ya conocía, seguía causándole escalofríos.

Se volteó encarando a aquel hombre alto y robusto, tragando en el proceso de forma pesada. Su rostro no demostraba que ella hubiese hecho algo malo, sin embargo, Nayeon había confiado en que no sería de utilidad tan rápido para el imponente hombre. Quería evitarlo y no encontrarse con él de preferencia... Nunca, pero al parecer le fue imposible.

— Director. — Respondió ocultando su nerviosismo y encarandolo tratando de demostrar confianza en sí, aunque el temblar en sus manos la delataba a los ojos del hombre mayor. Sin embargo, lo dejó pasar, comprendía su sentir.

— Bienvenida a nuestra escuela, espero que su estancia en esta institución le sea de agrado. — Sonrió dando una ligera reverencia con calma, a lo que la menor respondió con otra algo más exagerada.

En el acto estuvo cerca de tirar aquellos libros y carpetas que traía consigo, por lo que en un intento de no soltarlos, se movió torpemente. Escuchó la risa del director mientras se alejaba y le deseaba un buen día. Avergonzada ajustó su corbata, sacudió su falda finamente planchada y avanzó directo a su nuevo salón. No pudo evitar sonrojarse en el camino, ya sea por el insidente con su superior, por que era su primer día, o porque se sentía víctima de las miradas de alumnos y maestros que claramente denotaban en ella lo primeriza que era en aquella enorme institución. Suspiró varias veces y sacó su termo, de la elegante bolsa negra que traía combinado con su saco, de dónde bebió el café que había preparado esa misma mañana.

Necesitaba sacar fuerzas antes de entrar a su primera clase.

Dio un último sorbo cuando se encontró en la puerta de su clase, la campana había sonado apenas hace unos cuantos minutos, así que esperó por que todos estuviesen sentados y que ya todos hubiesen entrado. Cerró los ojos, y susurrandose así misma palabras de aliento, entró decidida y segura de sí para enfrentar a la primera clase.

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Por otro lado, unos minutos antes.

Era el inicio de un nuevo ciclo escolar, y muchos detestaban la idea. Mientras varios jóvenes se encontraban atemorizados por el nerviosismo del primer día, otros sólo querían que las clases acabaran de una vez para volver a sus vacaciones, a pesar que estas apenas habían terminado.

Sin embargo, siempre está esa persona que completamente a lo contrario de los demás, adoraba estar en la escuela. Y no, no porque fuera buena en los estudios. Habían otros factores que prefería de esa bella institución.

— ¡Myoui! Que atrevida. — En el baño más alejado del edificio, unas carcajadas resonaban entre los cubículos.

Entre el fogoso beso que compartían ambas jóvenes, la azabache de cabellera oscura sonreía triunfante y con lujuria en sus ojos. Mantenía apresada a su compañera entre su cuerpo y la pared, mientras sus manos acariciaban con completa confianza su cuerpo. Cuando aventuró una de sus manos dentro de la blusa de la peli rosa con quien estaba, fue que ésta soltó una risa aún más grande.

— ¿No puedo? — Sonrió maliciosamente, sus labios ya habían descendido hasta su cuello donde lamio la zona cual un niño con su dulce preferido.

— No, no puedes. — La alejo levemente causando la risa de vuelta de la japonesa. — Es muy temprano para eso, además debes salir a conocer a las de nuevo ingreso, hoy deberias intentar estrenar.

Yongsun camino al espejo del baño y de su mochila sacó sus cosméticos, principalmente para arreglar ese labial corrido gracias a los expertos labios de Myoui. Tras la broma, una nueva y coqueta risa de la azabache brotó.

— Es verdad, debería dejar lo anticuado y probar algo nuevo. — Molestó consiguiendo que la coreana la mirase con el ceño fruncido.

— Oye, más respeto Minari.

Sin nada más que hacer ahí, Mina decidido despedirse con un simple movimiento de manos, y salió del baño notando como el instituto rápidamente se llenaba de gente. Muchos la saludaban por los pasillos, otros la miraban con recelo y odio, pero lo que más le gustaba eran las miradas curiosas de las chicas que admiraban su belleza sin disimulo alguno.

Miró su reloj y prefirió dirigirse a su salón de clases, ya tendría la oportunidad de ligar con alguna chica en el reseso. Por ahora solo quería ver a sus mejores amigos.

Entró y como se lo esperó ahí estaban esos estúpidos que tanto quería. Se unió a ellos, sorprendiendolos y haciéndolos sonreír tan solo por su llegada.

— ¡Mina! Veo que empezaste con el pie derecho, picarona. — Sana, con su codo molesto a su amiga de la infancia dándole ligeros golpes tratando de hacerla avergonzar. Sin embargo está solo se alzó de hombros.

— Carajo Myoui, eres una bestia. — Le siguió la broma Hyunjin. — Mínimo dile que la próxima vez no deje marcas.

— Qué te digo amigo mío, todas quieren marcarme como suyas. — Se sentó dejando sus cosas en el piso sin ningún cuidado y se sentó con gracia, de forma engreída sonrió hasta dar su última palabra. — Pero nadie va a hacer que caiga, al contrario, serán ellas quienes caerán a mis pies.

Aquella bolita que la rodeaba gritó un sonoro "oh" elevando el ego de Mina. Bromeaban y platicaba sobre sus vacaciones, sus viajes, y apostaban quién había logrado acostarse con más personas durante esas fechas. Parecían simios según los ojos de una pequeña chica de piel extremadamente blanca, quien los odiaba y los fulminaba constantemente con la mirada hecha de fuego. Cuando la azabache la notó, la miró fijamente haciendo que Kim lo tomará como un reto.

Sin embargo, no se esperó que Mina lanzará un beso seguida de su conocida mirada que la invitaba a caer en sus redes. Dahyun molesta se giro volviendo a su libro sin arrepentirse de desearles la muerte.

La campana sonó y todos tomaron asiento, aun así esto no impedía que entre la bolita de Mina siguieran jugueteando y molestandose a pesar de la distancia que separaban sus asientos.

— Escuché que tenemos maestra nueva de cálculo. — Dijo Mark, otro de sus amigos.

— Mientras no sea peor que la señorita Lee, creo que todos estaremos bien. — Sana dejó caer su cabeza con pezades, tener una materia tan aburrida a la primera hora del día hacia su cerebro estallar sin siquiera haber comenzado.

— Pero la señorita Lee era muy buena. — No pudo evitar soltar de nuevo Dahyun unos asientos lejos de ellos. Era su maestra favorita después de todo, y que haya renunciado por culpa de esos revoltosos le hervía la sangre

— No tan buena como tu lo estás, cariño. — Y como siempre Sana aprovecho aquel despiste para coquetearle. Dahyun nuevamente rendida suspiró contando hasta diez para no asesinarlos.

Los minutos pasaron, y Mina estaba segura que si en un segundo más la maestra no aparecía ella se iría de aquel lugar para, tal vez, conseguir un poco de diversión. ¿Qué ganaba con quedarse ahí? Seguramente una vieja que pronto volvería a irse estaba tras esa puerta esperando por entrar, porque parecía idiota si creía que no se le veía. Bueno, aunque sólo se veía su sombra.

— Sana, voy a irme, creo que no entrará esta nueva maestra.

Tomó su mochila y estando a punto de salir por la ventana (dado que estaban en el primer piso), la puerta se abrió dejándola a medio parar. De ahí una bella castaña con el cabello más sedoso según su vista y de manera suelta, entró con un fino traje con el que vestía. Destacaba su piel lisa y lechosa, con un sonrojado leve en sus mejillas abultadas. Vaya que era hermosa. Su cuerpo se curveaba perfectamente en sus puntos, Mina no podía despegar su vista de su bien amoldeado trasero y sus pechos apretados por la camisa blanca de vestir. Su saliva se hizo agua y sus pupilas se dilataron.

— Yo creo que mejor te quedas. — Dijo igual de anonadada con su belleza Sana.

La maestra tomó asiento, sintiendo la poderosa mirada de Mina y de todos los alumnos sobre ella. El día, apenas empezaba.

   

Please, Teacher || MinayeonWhere stories live. Discover now