Ni siquiera me sorprendo que hable de él con tanta naturalidad, creo que dado este punto puedo esperarme cualquier cosa.

   —Es porque Renjun siempre me hace reír.

   — ¿Estás diciendo indirectamente que soy un tipo aburrido?

   Suelto un suspiro y por suerte me doy cuenta de que los platos ya se han terminado. Al menos eso es algo que puedo resolver por mi cuenta.

   Espera, ni siquiera es verdad, el muy maldito me estaba ayudando, ¡argh!

   —No Jeno, en realidad eres más agradable de lo que pensaba.

   Jeno, ante mi respuesta que di sin pensar, sonríe hasta que sus ojos se hacen dos medias lunas. Parece un niño pequeño después de recibir un premio. No puedo evitar pensar que la mayoría de las veces tiene actitudes adorables.

   Me pregunto si será consciente de ello.

   —Bien, ya me estaba preocupando. Creí que me estabas ignorando.

   En parte tiene razón, ignorarlo era parte del plan. 

   —No es así. Es sólo que... no sé, nunca creí que tú y yo conviviéramos de esta manera algún día.

   Tomo un trapo para secarme las manos y con alivio veo que Jeno ya no tiene ganas de decir nada más. La conversación no está yendo a ninguna parte y si queremos que el ambiente entre nosotros sea relajado, debemos comenzar a evitar las tensiones innecesarias.

   — ¿Quieres ver la televisión? —pregunto por educación.

   —En realidad creo que debería irme.

   Asiento, despacio. Eso era lo que llevaba esperando escuchar desde hacía horas. Pero en ese momento, no sé porque no me sabe bien.

   Si tan solo mi cabeza no estuviera hecha un desastre, yo dejaría de contradecirme todo el tiempo.

   — ¿Ya puedes regresar a casa?

   ¡No! Eso es algo que no debería importarme. Meterme en los asuntos de Jeno no forma parte del plan, ¿por qué no puedo mantenerme al margen y ya?

   —Yo... hum —se lleva una mano hacia la nuca y se rasca la parte posterior, con nerviosismo—, encontré alguien con quien quedarme.

   — ¿Eso quiere decir que no puedes volver a casa?

   —No.

   No parece afectado al decirlo, pero hay algo en su mirada que cambia. Como si sus ojos se ensombrecieran. Quiero saber qué es lo que pasa, es decir, su situación debe ser muy mala sino es capaz de volver por dos noches seguidas a su propia casa.

   Me imagino estando en su situación y no puedo evitar sentirme como un imbécil. El pobre chico debe estar pasándola de lo peor y en lo único que puedo pensar es en mi maldita paranoia.

   —Puedes... quedarte aquí si quieres —soy consciente de que no es la mejor invitación del mundo, pero al menos es sincera— Mis padres no tienen problema, de alguna manera ya te conocen.

   Jeno se queda en silencio, bajando un poco la cabeza, hasta que un mechón de cabello blanco se posa sobre su frente. Los dedos me hormiguean, tengo ganas de pasárselo tras la oreja, pues es un hábito que tengo desde que era un niño y mi madre lo hacía conmigo. Pero trato de reprimirlo, este no es momento para volver más incomodas las cosas por mis tonterías.

   —Mis intenciones jamás fueron las de darte la-lastima, Jaemin.

   Parece una frase orgullosa, pero en realidad no lo es. Sus ojos brillosos, llenos de un sentimiento que no entiendo y su voz, casi trabándose a la mitad, me lo confirman.

Extraño |NoMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora