... Con Fantasmas del Pasado

Start from the beginning
                                    

¿Acaso era consciente de lo que le estaba haciendo a su pobre, pendejo corazón? 

De seguro se reiría si supiera. 

Como fuera, verla feliz lo hacía sentir más ligero que cualquier otra cosa en el mundo. Juraba que ni siquiera tocar música se sentía tan bien como estar con ella y oír su risa. Ese era su sonido favorito en el planeta, especialmente cuando era él el que la había hecho reír. 

Era muy loco, pero Simón de verdad podría haberse quedado para siempre haciendo nada más que escucharla hablar. Y Ámbar parecía sentir lo mismo porque, aun después de que terminaron sus helados, hicieron justamente eso: se sentaron en una banca a platicar. Simón suspiró para sus adentros cuando sus manos se encontraron de manera natural. Él no podía dejar de mover su pulgar por sobre su mano, trazando distintos patrones, y Ámbar respondió de igual forma. En un punto, ella tomó su mano entre las dos de ella y se entretuvo jugando con sus anillos, girando y deslizándolos de ida y vuelta. Era casi absurdo lo increíble que se sentía sólo hacer eso, lo mucho que él sentía sujetando su mano nada más. 

Para cuando se dieron cuenta, el sol ya casi había desaparecido en el horizonte. Casi como invocada por ello, Simón recibió un mensaje de Luna diciendo que Mónica había dicho que no deberían quedarse fuera hasta muy tarde. Los dos estuvieron de acuerdo y decidieron emprender su camino de vuelta a la mansión. Simón le mandó un mensaje a Luna avisándole.

"¿Seguro que no tenés frío?" Ámbar le preguntó. La temperatura había bajado un par de grados y casi le daba frío a ella de sólo verlo en nada más que una remera.

Simón se encogió de hombros. "Quizás un poco. Pero ya vamos a llegar así que, tranqui."

Ámbar consideró eso. Sí era cierto que no les quedaba mucho por caminar. La mano que estaba sujetando la suya no se sentía fría tampoco, pero quizás eso era porque estaba sujetando la suya. Deseó poder compartir su chaqueta con él, pero era muy chica. 

De pronto, se imaginó a los dos intentando apretujarse debajo de su chaqueta y soltó un resoplo de risa. Conociendo a Simón, seguro le diría que debería ser él quien le ofreciera su chaqueta y no al revés. 

"¿Qué?" Él sonrió. 

Ámbar negó con la cabeza, también sonriendo. Ahora que lo pensaba, tenía la impresión de que había estado sonriendo la tarde entera. "Nada."

"¿Cómo que nada? Te estás riendo, ándale, dime." Él le dijo alegre. 

Ámbar dejó de caminar y se volteó hacia él, pensando en hacer una broma o algo así, pero cuando vio su sonrisa divina y sus ojos mirándola con afecto, se le apretó el corazón. 

Ella de verdad había sido muy feliz ese día, muchísimo, y todo gracias a él. Simón la hacía sentir muchas cosas que nunca había sentido antes. Sensaciones que, antes de conocerlo, ni siquiera había sabido que existían. 

A veces, como en ese momento, era tanto que sentía que iba a estallar. 

"¿Qué?" Él preguntó de nuevo, más suave esta vez, escrutando su rostro con su mirada.  

Ella le respondió cubriendo su boca con la suya. 

Las manos de Ámbar volaron a su cuello, a su pelo, a sus hombros, incapaces de mantenerse quietas mientras lo besaba con la fuerza de todos los maravillosos sentimientos que no podía expresar en palabras.

Pero lo que podía, se lo dijo acariciando su cara. 

"Te amo."

Simón la miró con sus ojos aún medio cerrados y sus labios medio abiertos por el recuerdo de los suyos.

Caminos Que Se Cruzan...Where stories live. Discover now