~ Holy Sin †~(Andy Biersack y tu)

Final

-¡No, _______! -Exclamó el pelinegro tomándola por los hombros. Quería que al menos ella se salvara si no podían salir ambos, los rodearían si huían juntos, entonces si solo ________ huía no le darían demasiada persecución. Lo que los ciudadanos más querían ahora, era su cabeza, no tanto la de ella. Y el señor Biersack no quería que la mujer que amaba con su vida muriera si habían posibilidades de que ella se salvase. -Por favor, obedeceme por esta vez y escapa. Todo saldrá bien, tengo un plan. Después que todo esto acabe, juro que volveré a encontrarte de cualquier forma... lo juro, lo juro por nosotros, ________. Volveré a verte pase lo que pase, recorrería el mundo por ti, lo sabes -Se acerco a su rostro tanto como para susurrar las palabras en aquellos labios rosados que tiritaban y suspiró mirándola a los ojos. -Te amo más de lo que nunca podré gritar amor mío, recuerdalo siempre.

-Andy... -Murmuró _______, dándose por vencida. Sabía que no serviría de nada seguir con la discusión. Él único hombre que más había amado sobre la tierra, estaba casi suplicándole y ella confiaba en él. Confiaba en que se volverían a encontrar, confiaba en él, pero no en su jodido plan. -Te esperaré Andy. Siempre te esperaré.

Y con aquellos cuchillos camuflados en palabras, el dolido ojiazul besó por ultima vez los labios de su pequeño Ángel y ella tomó el equipaje que había hecho esa misma tarde corriendo hacia la puerta trasera por el corredor de fondo, dejando a su hombre volviendo a ponerse el poncho sacerdotal. Dejando a su hombre con la sabiduría de que jamás podría salvar su vida de lo que estaba esperándole allí afuera, sin embargo moriría tranquilo sabiendo que ________ podría volver a rehacer su vida en unos cuantos años, y que se lo lleve el diablo por las promesas rotas que habían salido como un poema de caramelo desde su corazón, pero era lo mejor que podría haber dicho. Se sentía una basura y sin embargo jamás se arrepentiría de lo hecho con ________. Jamás se arrepentiría de haber salvado la vida de la mujer que amaba con la vida y el alma, aunque ella quizá nunca le perdonase el haberle abandonado así y haberle prometido tantas palabras incumplibles. Pero ya no había nada más que hacer.

Él daría su vida a cambio de la de _______,

_______ se volteó por ultima vez y tomó las llaves que colgaban de la puerta. Un sollozo incontrolable se escapó de sus labios al ver como el fuego se extendía desde el baño y el sótano a un lado de ella, llevándose todas las esperanzas y los recuerdos de las noches en vela que había hecho realidad con el hombre de su vida. Con el señor Biersack. Suspiró, ella no podía hacer nada, nada ocurría en su mente ahora. Quitó con el dorso de la mano las lagrimas que le impedían ver y se apresuró a salir de allí. Echó una ultima mirada a su amado Andy, quien valiente y apresurado, se acercaba hacia la puerta con su alforja en mano antes de que el fuego le alcanzase. Entonces _______ salió de allí con prisa y echó a correr hacia la camioneta delante de ella, que parecía llamarle y presentarle su próximo futuro. Se imaginó a ella misma escapando y saliendo con vida, a ella misma encontrando un refugio en el cual pasar la noche y luego, con los pelos de punta, se imagino a ella misma esperando por su amado hasta envejecer y a su queridisimo señor Biersack, muerto. ¡Oh infierno!, de solo imaginarlo se le hacía una agonía eterna y no estaba dispuesta a perder el amor de su vida. Entonces cuando entró en la camioneta y observó por el retrovisor el sendero de entrada en el cual nadie estaba ahora, una idea loca se cruzó en su mente haciéndola sonreír de oreja a oreja. El próximo futuro que en un segundo ella había cambiado en su mente. ¡Oh vaya que era una idea loca!, una idea loca y que de cualquier manera estaba dispuesta a realizar a como de lugar.

No dejaría que el señor Biersack, por el que tanto había esperado y por fin era suyo, muriera si ella podía salvarlo y cumplir sus expectativas. Claro que no. Entonces puso el coche en reversa y volteó la camioneta tomando el sendero de entrada, haciendo a un lado la muchedumbre de quien fuese a su paso.