Los sonidos del hogar

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Y aunque no quise el regreso

Siempre se vuelve al primer amor

La vieja calle donde el eco dijo

Tuya es su vida, tuyo es su querer

Bajo el burlon mirar de las estrellas

Que con indiferencia hoy me ven volver

La isla espió al mayor sin dejar de tocar, él había cerrado los ojos y sus labios hacían una sonrisa triste cada vez que pausaba. La música ahora se sentía diferente como si estuviera cargada de esa emoción que solo había escuchado en grabaciones y que no había podido conseguir por su cuenta. Lo que le había hecho falta era esa voz rota, dolida y apasionada. El alma de esa música que tanto le gustaba.

Volver con la frente marchita

Las nieves del tiempo platearon mi sien

Sentir que es un soplo la vida

Que veinte años no es nada

Que febril la mirada, errante en las sombras

Te busca y te nombra

Vivir con el alma aferrada

A un dulce recuerdo

Que lloro otra vez

Arthur llevaba un rato buscando al latino, incapaz de entender como había podido perderlo en una casa tan chica "Y con el ruso bajo el mismo techo, está debe ser la peor idea que he tenido en décadas". El pasillo oscuro parecía indicar que no conseguiría nada por ese lado y pensó en ir a revisar si había vuelto a su cuarto cuando escuchó una canción conocida sonar desde el interior de una puerta apenas abierta. Primero pensó en ignorarlo puesto que sabía que Falkland gustaba de practicar a esas horas, pero entonces llegó un sonido que no esperaba y no oía desde lo que para él había sido una eternidad. Martín estaba cantando.

Tengo miedo del encuentro

Con el pasado que vuelve

A enfrentarse con mi vida

Se acercó a la puerta asomándose lo suficiente para ver, sin deseos de interrumpir aquella canción.

Tengo miedo de las noches

Que pobladas de recuerdos

Encadenen mi soñar

Apretó la puerta de madera sintiendo como aquella profunda voz lo acariciaba al tiempo que las palabras estrujaban su corazón.

Pero el viajero que huye

Tarde o temprano detiene su andar

Y aunque el olvido, que todo destruye

Haya matado mi vieja ilusión

Guardo escondida una esperanza humilde

Que es toda la fortuna de mi corazón

Apoyó la cabeza sobre la puerta, descansando un segundo, repasando los versos mentalmente. Esas no eran palabras nuevas. Habían sido escritas hace tiempo, pero no habían juntado polvo. Habían sido cantadas mil veces, pero no habían perdido su peso, su sentido o su valor. Y quien las cantaba no había dejado de sentirlas como la primera vez que las había invocado.

Volver con la frente marchita

Las nieves del tiempo platearon mi sien

Sentir que es un soplo la vida

No me dejes soloWhere stories live. Discover now