—¿Tú eres...?

—Kinn, alumna de la academia —me interrumpió—. Y tú debes de ser la nueva.

—Supongo.

Seguí la mirada de la chica hacia Ámarok, quien había dejado de mostrar sus dientes, pero permanecía delante de mí.

—¿Te lo vas a comer? —preguntó, tranquila.

—¡Por supuesto que no! —instintivamente, me coloqué delante del lobo—. Es mi mejor amigo.

—Qué curioso —frunció el ceño levemente mientras se daba golpecitos en el labio con el dedo índice—. ¿Cómo sabes que él no piensa comerte a ti? Ya sabes, espera a que crezcas mucho y luego....

—Nos conocemos desde que yo era una niña —lo defendí—. Créeme, no tiene ninguna intención de hacerme daño.

—Aún más curioso... Bueno, no importa —sacudió levemente la cabeza, provocando que sus rizos se balancearan y casi tocaran sus hombros—. Tendremos tiempo para conocernos mejor. Me han dicho que tienes que poner en hora tu reloj de arena.

—Sí, eso parece —me relajé un poco, comprendiendo que ella no sería ninguna amenaza, no aquella noche—. Y según recuerdo, eras tú a quien tenía que pedir ayuda.

—Pues qué suerte para ti haberte encontrado —volvió a sonreír.

Casi habíamos llegado ya al límite del bosque, de regreso a la Academia, y aquella chica no había parado de hablar ni un solo instante. Así era como había averiguado que ella y su hermano habían llegado allí apenas tres y dos años antes, respectivamente. No solían recibir a muchos reclutas nuevos y que hubiera tres novatos en el edificio era todo un acontecimiento, algo que por lo visto no sucedía desde hacía mucho.

—Quizás el rey quiera festejarlo con un buen baile, aunque he oído que está algo ocupado últimamente —había dicho ella.

—¿Ocupado? ¿En qué?

—Se rumorea que está tratando de transportar cosas de un mundo a otro, ya sabes —agitó la mano despreocupadamente—. Por si no lo habías notado ya, aquí carecemos de todos los lujos y comodidades que tienen en el mundo terrestre, por no hablar del neptuniano. Necesitamos avanzar y, aunque hay expertos trabajando con los materiales que se encuentran aquí, les llevará tiempo.

—¿Por qué no viajan a los otros mundos y se traen esas cosas, simplemente?

Kinn me había mirado por encima del hombro.

—No es tan sencillo —había sido su única respuesta.

Ella era tres años mayor que yo y durante ese tiempo se había estado entrenando, aprendiendo a ser una auténtica vampira. Pronto descubrí en Kinn un espíritu completamente entregado a su especie. Se podría decir que era una joven patriota de los vampiros. Admiraba lo que era y en lo que había llegado a convertirse. Aunque, por supuesto, aspiraba a más.

Mientras llegábamos a la torre de barro, observé a la pelirroja. Podría considerarse que la tomé como mi ejemplo a seguir. Ella era todo lo que yo quería en la vida. Sentir que pertenecía a algo, que luchaba no solo por lo que otras personas quisieran (mi madre), si no por lo que yo amara. Quizás aquel lugar tenía mucho más que enseñarme de lo que en un principio era capaz de apreciar.

—Hemos llegado —suspiró, abriendo la puerta—. Hogar, dulce hogar. ¿Qué te apetece comer? ¿Has probado algo fresco ya?

Intuí que se refería a una presa recién cazada o algo por el estilo, de modo que negué con la cabeza. Miré disimuladamente al frigorífico que contenía las bolsitas de sangre, perfectamente ordenadas. Mi cuerpo reaccionó doblemente: primero con hambre y después, con asco. Kinn alzó una de sus perfectamente delimitadas cejas.

El mundo oculto del Espejo [SILENE #1]Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon