LUCÍA

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— No puede ser... ¿De nuevo?

— El profesor de química no tiene alma supongo. — Comentó el joven de pelo negro. — Aunque, mírale el lado bueno, hermana, cada vez que alguien gana le sube dos puntos.

— Sí, si ganan. — Se quejó la adolescente. — Tú que piensas Sofía... ¿Sofía? — Ambos voltearon hacía atrás dándose cuenta que no había nadie más ahí con ellos. — Ya, en serio... ¿Cómo diablos hace eso?

— No lo sé, pero quisiera saberlo, así me escaparía de la clase de gimnasia. — Dijo pensativo.

La campana sonó indicándoles que el receso había llegado.

Se dirigieron a la cafetería para poder abrir sus almuerzos.

— Ah...

— Sí, se volvió a equivocar. — Terminó la rubia cambiando con su hermano el almuerzo. — De eso hablo, jalea de maní con fresa. — Levantó el emparedado entre sus manos.

— Que asco.

— Al menos yo no como galletas con mayonesa. — Arrugó la nariz con tan sólo decirlo. — Nuestra madre no sabe lo que nos gusta, es pésimo que mamá se encuentre en una entrevista en Europa.

— Recuerdas el año pasado... Nos echó la leche y el cereal en la bolsa. — Se carcajeó contagiando a la rubia. — O cuando nos echó los huevos sin siquiera ponerlos a cocer.

— O cuando no nos echó nada más que quinientos dólares a cada uno. — Ambos hermanos se asustaron al ver a la azabache sentada en la misma mesa que ellos. — Sí, dio miedo. — Comentó sin ninguna expresión en el rostro, más que una melancólica que siempre llevaba por todos lados. — Me echó una hamburguesa. — Cambió de tema.

— ¿Cómo lo haces? — Preguntó intrigada la rubia.

— Uso mi súper poder de invisibilidad. — Se encogió de hombros. — Nadie me presta atención así que lo aprovecho. — Se ajustó las gafas sacando su jugo de manzana.

Los tres solían comer juntos, tomaban las clases juntos a pesar de que habían deseado de que fueran separadas cuando recién entraron a quinto año, sin embargo, el destino los puso juntos.

O más bien sus madres.

Ya sospechaban algo.

David era el mayor, era el chico genio de todas las clases y el más buscado por las chicas, sin embargo, sus estudios eran primero. Después le seguía Lucía, era una chica muy hermosa con un porte elegante y formal, siempre a la moda y con su preferencia por la ropa rosa y, por último, Sofía, una chica desalineada, pero muy lista y adicta a todas las cosas que se proponga, la que prefería permanecer en las sombras y observar... Además de ser la rara.

El apellido Luthor recorría todos los rincones por diferentes motivos que habían impuesto los tres jóvenes.

David se había hecho más que el genio un raro como su hermana mayor por tener gustos hacía los comic's, los alienígenas y a todo tipo de cosas paranormales que le gustaba investigar y hablar con sus amigos, mientras que Lucía era una chica bastante popular por su gusto por la moda y el maquillaje, además del arte, en cambio Sofía, no muchos sabían de su existencia, ni siquiera algunos de sus profesores.

Aunque, para Lucía no todo era de color de rosa, pensaba que era la única de sus tres hermanos que debía aparentar. Miró de reojo una mesa al lado viendo a una chica que notó su mirada al instante, era una chica de un año mayor que ella en el instituto que, para su mala suerte, debía soportarla después de lo que pasó.

No era de las chicas que tomaban una ducha después de la clase de gimnasia, sin embargo, era necesario, incluso faltó a una clase para poder meterse a las regaderas para que nadie la viera, pero esa chica en serio la sacaba de quisio con eso de querer robarle la ropa para ver qué se le ocurría hacer sin ella. Le tocó ver algo que no debía, incluso de quedó por varios minutos estática viendo lo que colgaba en su entrepierna. Y tenía miedo lo que podría hacer con esa información. Era una influencer en el medio de YouTube que subía vídeos de vídeo juegos, el más jugado por todos que era uno de pc y mobile y no había nadie que no la viera con tres millones de suscriptores.

HERENCIA DE SANGREWhere stories live. Discover now