Despertar

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Era una noche fría. El viento traía consigo un gélido suspiro que se filtraba por un vidrio roto y penetraba en las pesadas cobijas hasta llegar a los huesos de Víctor y su amigo Richie. Compartían aquella pequeña cama de plaza y media en una habitación de una cabaña en el campamento Blue Lake. 

Víctor, que contaba con 17 años, no había estado tan cerca de otro chico jamás. Siempre había fantaseado desde muy niño con poder tener para sí el calor de un hombre. Esa fantasía tuvo sus diferentes etapas que alcanzaron su clímax en sesiones autoeróticas, pero nunca se permitió buscar a alguien con quien plasmarlas. Su educación ultra conservadora no le permitía darse la oportunidad de hacerlo. Incluso se sentía culpable y había decidido enamorar a una chica antes de graduarse.

Richie, a pesar de que tiene un año menos que Víctor, ya ha degustado de los placeres del amor con otros hombres. Sin embargo, estar junto a Víctor le eriza la piel; le electrifica los nervios. Ha sido su mejor amigo en los tres años de Instituto, por lo que tiene algo más que un simple ligue superficial, tiene aquel deseo sentimental e intelectual que se fusiona para hacer de aquella otra persona alguien irresistible. Sin embargo, nunca ha cruzado la raya. No se ha atrevido. En parte porque no sabe si Víctor tiene sentimientos homosexuales como los suyos, y en parte porque no quiere dañar la linda amistad que tienen.

Al estar allí, juntos, bajo la misma cobija, en esa noche de invierno, arrullados por una brisa gélida y resguardados por la oscuridad al son de sus propias respiraciones; la tensión sexual se personificaba en dos camufladas erecciones bajo los pantaloncillos de dormir. 

Un rose de dedos fue suficiente para casi hacer venir a Richie. Tuvo que contenerse muchísimo, pero sentir la piel de su amigo al contacto con su pie desnudo, provocó que su nivel de excitación alcanzara proporciones nunca antes imaginadas. Y no se apartaba. Víctor no tenía problemas en mantener aquel rose tan mágico para Richie, y es que, a él también le gustó sentir la piel de su amigo en esas circunstancias. No es como si nunca hubiesen compartido momentos de incluso mayor cercanía, era más bien, el conjunto de aquella situación particular y de sus sentimientos más resguardados aflorando poco a poco.

Richie sentía que su corazón latía mucho más rápido de lo normal y dudaba en hacer una maniobra con su pie derecho para aumentar el contacto. Se sentía totalmente paralizado, esperando que Víctor pudiera regalarle un poco más de su piel. Los segundos se le hacían eternos, pero los disfrutaba. Al cabo de unos instantes se arriesgó. Movió su pie ligeramente. Ahora tres de los dedos de su mejor amigo estaban sobre tres de los suyos. Esperó pacientemente una reacción. No la hubo. ¿Quizá Víctor estaba dormido? No, él tenía la certeza de que Víctor estaba allí, consciente de aquel toqueteo altamente erótico para dos adolescentes.

Víctor notó que el pie de Richie ganaba terreno. No sabía porqué se sentía así. Nunca fantaseó con su amigo de ninguna forma erótica, pero aún así, cuando vio que Richie se quitaba la camiseta para dormir solo en pantaloncillos y se acostaba a su lado, un flujo de sangre había invadido todo su tejido viril y hasta este momento no se había retirado de allí. Sentir que sus pies tenían contacto lo hacía sentir nervioso, extasiado, algo culpable, feliz, asustado... toda una gama de colores sentimentales que no sabía cómo expresar. Él ya no era dueño de sus decisiones, estaba dejándose llevar por esa vertiente de nuevas sensaciones hacia el mundo del placer desconocido. 

Ambos esperaban y disfrutaban. Ese primer contacto servía como consentimiento. Era el aviso de que podían tocarse y ambos, cuando no lo podían conceptualizar, lo estaban viviendo. Richie fue a por más al cabo de unos minutos. Esta vez desplazó su pierna hasta hacer contacto con la pierna peluda de Víctor. Ahora toda la planta del pie de Víctor estaba sobre su propio pie. Sintió que en su sexo, una bomba estallaría liberando un gran río de esperma. La profunda inspiración que realizó para evitarlo no pasó desapercibida por Víctor. Se encontraba al borde de venirse sin siquiera tocarse, sólo dejándose llevar por sus sentimientos y emociones. Estaban haciendo el amor sin necesidad de un coito, porque eran sus almas las que estaban entrelazándose allí. 

Víctor sintió el calor de su amigo y le gustó mucho. Sintió el pie de Richie acariciando su planta con los dedos y eso le causó un gran éxtasis. Escuchó que su amigo inhalaba y sentía que sabía la razón. Al parecer ambos estaban teniendo los mismos sentimientos. Ahora él quería dar un paso, aunque sentía que si lo hacía, sería como saltar de un risco y ya no habría oportunidad de volver atrás. Subió ligeramente su pie, mucho más grande que el de Richie, y acarició todo el empeine del pie de su amigo, masajeando levemente con sus dedos en cada pasada.

Richie sintió las caricias de Víctor y se preguntaba cómo esa acción tan minúscula, le podía provocar tanta satisfacción. Su mejor amigo, aquel a quien admiraba, aquel a quien había visto coqueteando con sus compañeras, aquel al que le preguntaba sus dudas sobre cualquier materia, aquel que siempre tenía un consejo para él, aquel con el que se reían y compartían chistes, aquel con el que habían hecho travesuras de adolescentes, aquel al que le gustaba oler su sudor luego de un partido de fútbol, aquel amigo... No, más bien, aquel hombre velludo al que había dedicado varios orgasmos en solitario, estaba allí, junto a él, acariciando su pie; y se sentía bien. La planta del pie de Víctor era cálida, suave, y de alguna manera bastante viril. 

Pasaron unos pocos minutos así, hasta que Víctor se detuvo. Nuevamente ambos estaban paralizados y sedientos. Los dos querían seguir estrechando sus lazos y a la vez apartarse y salir corriendo. Así es como funciona la mente de los adolescentes. Extremos de todo o nada, pero aquel ritual nuevo para ellos ya dio comienzo y cada vez las brasas aumentaban el fulgor de aquel fuego emocional y erótico.

—Hace frío.

Aquella frase sencilla brotó de los labios de Víctor en su habitual tono varonil. Quizá su subconsciente imaginaba que debía justificar la sesión de caricias que propició hace un momento, pero a la vez, esas palabras estaban cargadas de un gran componente seductor. "Hace frío" Dos palabras que son el material necesario para que las personas al borde de explotar por la excitación, tengan lo que hace falta para juntar más sus cuerpos en un intento de ganar calor corporal. La justificación ideal si se quiere alcanzar otro nivel. Puede ser incluso la llave al nirvana desconocido que hoy parece estarse filtrando a través del cristal roto, como el encantamiento de algún duendecillo escocés.

 —Sí.

Richie simplemente se limitó a asentir. El extrovertido, carismático y atrevido Richie al parecer estaba totalmente domado por la gran carga de virilidad de Víctor. Nunca se sintió así cuando estuvo con otros hombres. Ni siquiera en su primera vez, de la cuál sólo puede evocar recuerdos dolorosos. Este es un sentimiento totalmente nuevo para él y no quiere quebrarlo de ningún modo. No permitirá que el Richie sinvergüenza lo destruya con algún comentario desatinado. Prefiere someterse a la voluntad de aquel hombre con el que siempre ha fantaseado y estará feliz con cualquier decisión que tome. Se da por realizado con haber sentido esas caricias en su pie. No pudiera pedir más, pero algo le dice que esto apenas está empezando.






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⏰ Last updated: Aug 12, 2019 ⏰

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El chico del trébolWhere stories live. Discover now