Amigos «Voltron» [Kidge]

Amigos

En serio estaba agradecido por la vida que tenía. Aunque a veces no lo pareciera. Desde que Shiro y Adam lo habían adoptado, su vida había tomado un rumbo agradable. Obviamente extrañaba a su padre, de eso no había duda y su auto-aislamiento en el tiempo que pasó en el orfanato lo hizo cerrarse a otras personas, intentando protegerse, pero por sobre todo para aferrarse a la memoria de su padre.

Hasta que Shiro lo encontró y le ofreció ser su familia. Nunca supo lo que vio en él, que tipo de esperanza creyó poner, pero Keith se percató rápidamente porque podía llamar a Shiro su familia, porque le recordaba a su padre, a su naturaleza noble y don de liderazgo, al tipo de persona que despertaba en otros ser la mejor versión de ellos mismos. Adam, por otro lado, podía ser increíblemente serio en el trabajo y firme en sus decisiones, sin permitir que sus emociones se interpusieran, pero había sido el primero en hacerlo reír con su afilado ingenio, porque él no tenía miedo de romperlo, a tratarlo como una persona común y corriente, alguien con quien bromear o que pudiese disfrutar las mismas cosas que cualquier ser humano.

Shiro y Adam eran su familia, si se metía en líos era Shiro quien lo regañaba por romper las reglas, pero era Adam quien le daba una charla privada para enseñarle dónde había fallado su plan. Tal vez no fuesen sus padres y eso estaba bien, tampoco buscaban serlo, pero eran su familia.

Así que cuando insistieron en que hiciera amigos, sabía que irían hasta las últimas consecuencias con ello.

Hasta como para programarle una cita de juegos...

A sus diecisiete años...

Sus ojos vieron a la chica que se aproximaba a su casa, se notaba que era la primera vez que estaba ahí. El calor del verano parecía una buena excusa para el delicado vestido blanco con lila que estaba usando y el suave viento alzaba su cabello color miel en suaves hondas. La joven era menor a él, era obvio, toda una delicada dama que despertaba el instinto de protección de cualquier persona. Lo cual era absurdo para hacer amigos, pensó desde su punto de descanso en el pórtico, él no era bueno con las personas delicadas y definitivamente no sabía qué hacer para tratar con alguien como ella ¿Qué tipo de conversación se suponía que esperaban que tuvieran? ¿Sobre literatura, jardinería o el clima? Él se mordió la lengua cuando sus ojos se encontraron y ella sonrió, deslizando los finísimos dedos por el cabello caramelo, apartándolo para que no estorbara su visión.

Ella avanzó con más rapidez y Keith se sintió casi robótico al levantarse desde el sillón de jardín que estaba usando mientras pasaba el tiempo.

- Tú debes ser Keith. –ella saludó, ladeando el rostro.

Una mirada de caramelo, grandes ojos con pestañas delicadas, labios rosados y una pequeña nariz. Tan delicada, lucía como el tipo de dama que debía usar un parasol de encaje para proteger su piel y que ocultaba las sonrisas divertidas atrás de manos enguantadas.