Conejo

12 1 0
                                    


Era una tarde apacible, no hacia calor, tampoco frío. Perfecta para un paseo, lo suficientemente oscura como para que yo pudiese salir a caminar y disfrutar indirectamente de la compañía de los mortales.

He visto miles y miles de rostros pasar a través de los años, pero siempre encuentro a alguien interesante a quien realmente observar.

Fue entonces cuando fijé mi vista en esa pequeña niña. Tenía el cabello color chocolate, era preciosa, una beau petite, pero fue lo que cargaba entre sus brazos lo que me hizo fijar la vista sobre ella.

Un conejo.
Un bello conejo blanco de rojos ojos. Era sin duda un cuadro bastante tierno.

Pero a mi no me enterneció.

- No me gustan los conejos... - susurré para mis adentros.

Aquel conejo blanco removió mis memorias.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

- ¿Qué traes ahí padre? – preguntó una adorable niña de cabellos dorados y grandes ojos verdes, sus mejillas coloreadas por el rubor infantil. Se veía emocionada por ver nuevamente a su padre.

- Es un regalo para ti mon petite... - el hombre enseñó lo que escondía con travesura. Revelando un pequeño conejo blanco. La niña emocionada y alegre, tomó entre sus brazos al pequeño conejo, abrazándolo con cuidado. Echándose a correr a los brazos de una mujer que la esperaba a lo lejos con una sonrisa en su rostro.

- ¡¡Madre... madre!! Mira... es un conejo, padre me ha traído un conejo para cuidar – Sonreía ampliamente la pequeña.

- Es cierto, debes cuidarlo muy bien Anastashia – Sonrío la mujer.

- Lo haré – sonrío la pequeña niña – Lo cuidaré como tu cuidas de mi madre.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

Fue un día de invierno, lo recuerdo... por que había nevado. Mi conejo había escapado, y yo salí en su búsqueda. Era de noche, pero no me importó...

Madre salio tras de mi, pero al igual que yo... ella se perdió.

En la mañana desperté en mi habitación, y mi padre estaba muy triste, no había podido encontrar a mi madre. Yo no entendía muy bien lo que sucedía, pero me sentía triste por que no había podido encontrar a mi conejo.

En ese momento no entendí lo que mi padre quería decirme. Mi madre había muerto a causa del frío, y yo solo seguía preocupada por mi conejo. Cuando comprendí que madre no regresaría y comprendí lo que había sucedido, entendí que había sido mi culpa.

Ese día, dejaron de gustarme los conejos. 

MemoriesWhere stories live. Discover now