"O el día en el que luces de colores inundaron el patio de mi casa"
Hará tres semanas atrás, un 28 de diciembre, la ciudad en la que vivo sufrió un bajón de luz que hizo que todos los habitantes quedáramos en penumbras.
Fue a eso de las siete de la tarde, yo estaba jugando en el patio de mi casa con el gato, el cual iba y venía por toda la extensión verde como si le hubieran inyectado café directamente en las venas.
El sol estaba apenas ocultándose por detrás de los tapiales y la brisa fresca de verano sacudía mi pelo, despeinándome y haciendo que raras siluetas se formaran en sobre no cabeza.
El gato maulló con enojo al notar que no le prestaba atención, con actitud soberbia pasó por mi lado sin dirigirme siquiera la mirada y se mete en la casa por la pequeña puerta auxiliar que le habíamos instalado.
Sonreí con gracia ante su actitud y decidí seguirlo.
El olor a vainilla me golpeó la nariz con actitud coqueta, de la cocina podía oírse la música que salía del televisor y el sonido de ollas y cubiertos al golpearse.
Pasé a la cocina, recibiendo un saludo de parte de mi prima, que se movía al compás de la música mientras batía en un bol la mezcla de lo que parecía ser una torta. Me acerqué a ella y le besé la mejilla, pasé por su lado y abrí la heladera, estando a punto de tomar el agua lo sentí...
Fue como si la luz se atenuara, un olor picante llenó la habitación y un extraño sonido agudo se escuchó por un par de minutos, todo se había detenido por una fracción de segundos.
De golpe todo volvió a la normalidad, la música continuaba sonando y los pasos de mi prima resonaban por toda la cocina.
Miré con extrema concentración el interior de la heladera, como si allí pudiera encontrara la respuesta a tan extraña situación, más no encontré más que la voz de mi prima hablándome:
- No va a aparecer algo de comer dentro, por mucho que la mires- me dijo con tono de burla.
- No me digas- contesté con el sarcasmo brotando de mis labios.
- Y bueno, sos algo tonto, algunas cosas hay que decírtelas- atacó sonriendo mientras dejaba el bol en la mesada.
Abrió el gabinete donde guardábamos los elementos de repostería y se estiró para alcanzar los moldes para cocinar la mezcla. Me puse a un costado de ella y estiré el brazo, tomando con expresión burlona uno de los moldes fácilmente.
- A ver para cuando te toca el estirón- me burlé.
- Callate y prendeme el horno- me dijo enojada- sabes que no sé como hacerlo yo.
Me acerqué al horno y lo prendí, me acerqué a mi prima y le pegué con la mano abierta en la cabeza, fue un golpe seco y no fuerte tan como para lastimarla, pero si lo suficientemente como para que le doliera un poco. Me lanzó un puñetazo que golpeó el aire y esa fue mi señal para escaparme a mi pieza.
Tomé la botella de agua que había dejado olvidada sobre la mesada de la cocina y corrí por el pasillo hacia mi pieza. Abrí la puerta y encontré a mi hermano escarbando entre mis cosas.
- Salí de acá- le dije mientras le daba un coscorrón en la cabeza.
- Ya voy, ya voy- chilló ante mi golpe y escapó por la puerta con rapidez.
Dejé la botella sobre el escritorio y prendí la computadora, me saqué la remera, los zapatos y me senté en la silla frente al escritorio, pero mi atención se vio desviada hacia el gato, que miraba fijamente hacia el exterior de la casa con una pata apoyada sobre el vidrio de la ventana.
- Mish, mish- le llamé.
El gato me miró por unos segundos, se volteó nuevamente hacia la ventana y luego, saltando ágilmente de la saliente, se fue por la puerta, ignorándome completamente en muestra de que aún estaba ofendido por lo de hace una hora.
Me volteé hacia la computadora y posé mis manos sobre el teclado, listo para ver en Youtube cuanta caca me pareciera interesante, cuando pasó de nuevo...
El olor picante, el sonido extraño y la intensidad de la luz baja.
Volteé hacia atrás al sentir como algo caía, mi corazón latiendo como si hubiera corrido una maratón codo a codo con Usain Bolt. En el suelo vi un libro, estaba abierto y parecía lo suficientemente viejo como para que fuera mío. Me paré con suma lentitud, esperando que cualquier cosa saliera del lugar menos esperado y me ataque, me agaché y tomé el libro entre mis manos.
Era pesado, de tapa gruesa y dura, de color morado oscuro y con letras en dorado, pero el título estaba en un idioma ilegible para mí.
Vi que un marca-páginas sobresalía del tomo, lo abrí en esa página y leí el título que estaba en el encabezado de ésta:
"Coloratus Luminaria Luminare"(1)
Cuando iba a comenzar a leer el texto a continuación, fue como haber parpadeado.
Estaba sentado nuevamente en mi silla, la computadora estaba prendida y se mostraba en su pantalla el inicio de Youtube, en la espera de que yo escribiera, miré con pánico detrás de mí y sentí como el color bajaba de mi rostro al no ver el libro.
Me paré con rapidez de mi silla y corrí hacia la puerta, la abrí y salí a la carrera por el pasillo, apareciendo de golpe en frente de mi prima, quien miraba su celular con extrema concentración.
- Notaste los bajones de luz- increpé con rudeza a mi prima, ella me miró asustada por unos segundos, para luego fruncir las cejas con enojo.
- ¿Sos tonto o te haces?- atacó- ¡Me diste un susto de muerte!
- Dale, nena, te estoy hablando enserio.
- No noté nada- me dijo con una ceja levantada- no hubo ningún bajón de luz hasta ahora.
Miré fijo a mi prima por unos segundos y me di media vuelta al notar que no se estaba burlando de mi, que lo que decía era real, que yo en realidad me estaba volviendo loco.
Salí al patio y tomé aire...
Olor picante.
El extraño sonido.
Abrí los ojos alarmado para fijarme si la luz se había atenuado, pero el pánico me inundó el cuerpo al notar que no veía nada.
Todo estaba oscuro.
Parecía la nada misma, ya que ni las estrellas iluminaban con su característica alegría el cielo.
Del golpe, pequeñas luces de colores comenzaron a aparecer una por una sobre el pasto, iluminándolo todo con ligereza, varias se levantaron un poco más arriba del suelo.
Una especialmente, se acercó a mi rostro hasta encandilarme, cerré los ojos y sentí un golpe seco detrás de mi cabeza, y el pasto rodeando mi cuerpo.
Todo se oscureció y comencé a escuchar la voz de mi prima llamarme a lo lejos.
Abrí los ojos asustado, el sol estaba por esconderse y la silueta de mi prima parada sobre mi cabeza, la punta de sus zapatillas rozando mi mollera, dando pequeños golpes para despertarme fue lo que me hizo sentarme de golpe.
-¿Qué te pasa, flaco? Te estoy llamando hace media hora.
La miré por largos minutos con un nudo en la garganta, a lo lejos, el maullido del gato haciéndome coro.
- Nada...
El murmullo salió pero mi mirada seguía clavada en el gato.
-Creo que me dormí- le dije mirándola, le sonreí y me paré.
"No puedo asegurarte que lo que vi fue real, porque no lo sé. Pero se sintió real, se vio real y pareció real, así que deduzco que sea real. Aunque sólo haya pasado en mi cabeza"
(1)Coloratus Luminaria Luminare: Luces de Colores
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𝑆𝑡𝑜𝑟𝑖𝑒𝑠 𝑜𝑓 𝑎 𝑏𝑜𝑟𝑒𝑑 𝑔𝑖𝑟𝑙
RandomDonde pongo todos mis pequeños relatos y cuentos sobre mundos fantásticos, situaciones fuera de lo común y mis golpes de nostalgia.
