•Única parte•

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Joel suspira al ver a Erick acomodando otra vez los montones de dinero que ha ganado en el tragamonedas.

—¿Amor?

—Después.

El ojiverde necesita concentrarse en lo que está haciendo.

Ese vicio los ha sacado de la ruina.

Cuando se casó con Joel, sabía que él no tenía ninguna clase de riqueza.

Estuvo bien los primeros meses, pero ahora entiende la diferencia entre ser pobre y no serlo.

Por eso no quiere volver a lo que era.

El rizado suspira sentándose en el sofá y ve su alrededor.

La cantidad de cosas que Erick ha ido adquiriendo con el tiempo.

Los cambiaría por solo estar juntos.

Agarra la caja de pizza que ha pedido y suspira mirando a su esposo.

—Bebé, ¿quieres comer?

—No.

—Bien —susurra dejándolo a un lado porque se le ha quitado el apetito.

Va al baño y agarra su cepillo, recordando lo bonito que era cargar al ojiverde en el lavabo y hacerlo juntos.

Sabe que no volverá a tenerlo de esa manera.

Está mirándose en el espejo cuando él entra y ni siquiera le dirige la mirada al asearse rápido.

—Mañana voy a asistir a una cena importante —le avisa caminando a su habitación y Joel lo sigue.

El rizado se acerca a la cama quitándose la ropa y Erick no lo mira porque está concentrado en el teléfono.

—¿Cena de qué?

—De mis amigos, no tienes que preocuparte porque no vas.

—Yo no...

—Lo sé, pero es una recomendación, me avergüenza como luces y estoy cansado de pedirte que te compres algo decente.

—Me parece innecesario.

Erick gira los ojos y mira sus uñas dejando su celular al lado.

—Innecesario es intentar integrarte con lo que soy ahora.

—Eso veo —susurra agarrando su pijama para vestirse.

El ojiverde no le habla más.

Así es cada noche.

A veces siente que no hay algo de qué hablar.

Se acuesta a su lado en la cama, y cree que quizás sería igual si no estuviera ahí.

No existe una compañía.

Ya no puede rescatar su matrimonio.

[...]

Al amanecer siempre es la misma rutina.

Erick se mira al espejo y acomoda las cremas que usa para su piel.

—Entonces, él giró hacia mí y solo pensé... por qué este tipo creería que voy a fijarme en alguien así, tan pobre y...

—¿Y si no lo fuera?

—¿Qué?

—Tienes un anillo en la mano, y solo pensaste en que no te fijarías en él porque es pobre.

—En mi defensa, no podría comprar ni un buen almuerzo con lo que cuesta esta cosa —responde riendo.

—Es especial para mí.

—Solo bromeo, Joel.

—Trabajé por meses para comprarlo.

—Agradece que ahora no tienes que hacerlo más —dice volviendo a concentrarse en su reflejo.

El rizado suspira negando con la cabeza.

—¿Me amas, Erick?

—Obvio —responde cortante y pasa por su lado para salir— no me hagas preguntas estúpidas que no tengo la culpa de tus inseguridades.

[...]

Erick mira nuevamente sus cartas y odia no poder retirarse.

Ha ganado otra vez.

No es una cantidad significativa, pero él no pierde.

Sale de la casa de buen humor y ve que está lloviendo.

Sube a su auto y suspira manejando de vuelta a casa.

Suena una canción en la radio que le recuerda a Joel.

Antes pasaban mucho tiempo solo cantando los dos, con una estación de radio y el colchón en el que dormían.

Sonríe sin poder evitarlo.

Son casi 7 años desde esos días.

Camina por el edificio al llegar y se detiene con sus llaves en la puerta cuando escucha la voz de Joel en las escaleras, con alguien más.

—Ya no estoy enamorado de él —dice rompiéndole el corazón.

—Me tienes a mí —le responde el otro chico, y Erick se paraliza en su lugar.

—Yo sé, bebé.

El nudo en su garganta le impide respirar bien y retrocede regresando al ascensor para bajar.

Al llegar a la puerta principal y mira su alrededor un momento.

Todo parece estar en su lugar, pero siente que lo ha perdido todo.

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Avaricia || JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora