Capítulo 9.

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Cesare había perdido el juicio.

Trato de decir algo, de decir cuan loco estaba, palabras vacías, con esta maldita cinta.

Pero el me miró mal...

¡Deja te tratar de decir algo! -me grita y yo obedezco-

No podía hacer más nada.

Ahora, hay que tranquilizarnos -dice con un extraño tono meloso- Esta semana trataremos de arreglar nuestras diferencias, estarás en esta habitación la mayoría del tiempo, para que reflexiones y me pidas disculpas...  y volvamos a como éramos antes, de lo contrario... después veremos -me sonríe cínicamente- Voy a quitar la cinta de tu boca, no gritaras porqué seria en vano, esta habitación es aprueba de sonidos.

Tomo nota mental de todo lo que dice y lo que me podría llegar a servir para escapar.

El se acerca más a mi y me quita la cinta lentamente, cuando ya no la siento más, explotó.

Eres... -lo miró con despreció- Eres un loco hijo de perra, sueltame... -empiezo a moverme incomoda en la silla- ¡maldición, al menos dame algo de ropa!

Se ríe con gracia, y como si no le sorprendiera mi reacción.

Eres mi esposa... -asiento-

Dime algo que no sepa, hombre -digo burlona-

¿Crees que esto es un juego? -me mira amenazador, busca algo en su volsillo-

Me fijo y es una navaja.

Que mierda!

Empieza acariciar mi cara con la navaja, lenta y con una sonrisa de ternura en su rostro; cuando llega a mi pómulo izquierdo, hace un pequeño corte, no me duele pero siento gotas de algo correr por mi piel, el se acerca y las lamé.

Cesare... -lo miro con enojo- Sueltame, maldito.

Me da un golpe, me golpeó en el ojo derecho, gimo de dolor y me siento mariada... y me da otro en la mejilla, me mira y mueve su cuerpo como si estuviera peleando en una pelea y lo divertía, como si yo fuera un divertidisimo saco de boxeo.

De repente tocan la puerta y yo me sobre salgo, asustada y dolida, afortunada de que esa persona me había salvado de un esposo maniático.

Entra pasa... -dice mi esposo animando a la persona que esta del otro lado de la puerta-

Sabes que no me gusta ver mujeres amarradas, yo solo te presto mi ca... -grito su nombre interrumpiendolo, hace que entre rápidamente y me mire asustado-

¿Lucy? -pregunta viendo mi cuerpo desnudó, deteniéndose en mi cara para luego mirarme con miedo-

Richard, por favor, sacame de aquí... -lo miró suplicante-

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Aqui el capitulo.

Espero os guste.


Un esposo infiel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora