Capítulo 2.

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Hoy no me quedaré sin hacer nada... Voy haber que puedo hacer.

Me voy directo al baño, entro a bañarme, tardó más de lo necesario disfrutando del agua caliente.

Salgo y me pongo un conjunto de ropa interior rojo, un pantalón y una camiseta vieja de mi marido.

Bajo a la cocina y me preparó unas tostadas y tomó un poco de jugo.

¿Qué puedo hacer? 

Lo he estado pensando muy bien y quiero darle una sorpresa a mi esposo, en la hora del almuerzo. El siempre dice que se queda a comer en la oficina, así que ¿Por qué no acompañarlo?

Pero apenas son las 8, me pondré haber un par de películas.

Después de dos horas de "Orgullo y prejuicio" y dos horas más de "Emma", se hicieron las 12, mejor me apuró para no perder ningún minuto con él.

Agarró mi cartera y meto en ella mis llaves, mi monedero y mi bolsa de maquillaje.

Salgo rápido, no me dan ganas de manejar, así que pido un taxi y el llega en seguida.

Le digo la dirección y en un par de minutos me deja en el edificio donde trabaja mi esposo, salgo y le pago al conductor.

Voy directo a las grandes puertas y entró, todo es tan brillante y todos son tan elegantes. Nunca me ha gustado ese tipo de cosas, soy muy sencilla.

Voy directo hacía los ascensores y presionó el piso de mi esposo, y me quedó esperando.

Las puertas se abren y voy directo hacía la izquierda donde se encuentra su oficina.

Pero veo que la secretaria de mi marido no está en su puesto. Se habrá ido almorzar, supongo.

Me faltan unos pasos para llegar a la oficina de mi esposa, cuando empiezo a escuchar gemidos femeninos... ¿GEMIDOS?

Rápidamente pongo mi oído en la puerta y hago total silencio.

Ahhh... Cesar, sigue,  sigue... -decía ahora grito la voz femenina que provenía de la oficina de mi esposo- ¡No pares!

Esperen... le había dicho ¿Cesar? pero si es Cesare.

Cansada de sentirme estúpida, abro la puerta con total cuidado y  veo que en los muebles que yo misma había elegido para mi esposo, se encontraba la secretaria con las piernas abiertas, sin percatarse de que estaba yo ya adentro, tenía la cabeza hacia atrás mientras cerraba los ojos con fuerza.

Eso no fue lo que más me molesto, lo que me molesto era el hombre que se encontraba posicionado en el medio de esas piernas morenas.

Mi marido.

Ellos seguían hay, el con la cabeza metida entre sus piernas y ella gritando como una perra.

Me senté en la silla de mi marido, me sorprendía con tanta tranquilidad llevaba el asunto.

Pero lo peor, que sorprendió a mi marido tanto como a mi, fue lo que hice.

Me reí.

Lo sufiente fuerte como para que dos pares de ojos asustadas miraran hacía aquí.

Mi esposo se encontraba asustado, lo veía en su mirada y la chica que encontraba avergonzada, porque sabía quien era. Era la esposa del hombre que había tenido hace un momento entre sus piernas, dios sabes cuentas veces abran sido.

Pero antes de que ella empezará agacharse para agarrar su camisa, y mi marido empezará a decir algo.

Con suavidad dije...

Perdoname la interrupción, sigan con lo suyo... -los miré con una sonrisa burlona- hablaremos en casa cariño... -dije mientras me levantaba de la silla y iba directo a la puerta-

Ninguno de los dos se movía, seguían viéndome perplejos.

Antes de salir dije.

No entres a la casa si no tienes los papeles del divorció contigo, Cesar -volviendome para mirarlo y riéndome nuevamente-

Vi en su mirada tristeza, culpa, pero lo que más me molesto fue que también vi enojó en ella.

~Bueno, aquí el segundo capítulo, espero qué les guste.
Cuidense ♡

Un esposo infiel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora