Prólogo/ Capítulo 1

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¡Espera, detente! ¿Estás enamorado?
Porque te ves nervioso y sonrojado, ¿sabes qué significa amor?

Hay muchos idiomas y por lo tanto muchas maneras de pronunciar la palabra amor. Los franceses se creen las personas más románticas por su idioma, pero lo que ellos no saben es que "amour" no cambia su significado por su pronunciación.

Te contaré mi historia. Específicamente no comienza con la palabra "amor", sino con un anillo, como si nos casamos el día en que nos conocimos, chistoso, eh.

Desde pequeño me ha gustado sentir la naturaleza sin omitir esos pequeños detalles que parecen insignificantes, pero para mí son muy especiales y allí es dónde empieza mi historia, ni más ni menos tirado en el patio de mi casa, dejando que la tierra ensuciara mi espalda y que algunas hormigas bobas, de las negras, caminaran en mi cara. Aún lo recuerdo muy bien, pero también recuerdo que estaba mirando las nubes y haciendo imágenes graciosas o simplemente imágenes.

-Sergio, te busca una linda chica. -Mi madre me llama haciendo figuras de corazones y demás, el tono en que habló era uno pícaro, entendía muy bien a lo que se refería -Rápido o se te va por pendejo.

Juraría que si la tuviese cerca me daba un manotazo en la parte lateral de mi cabeza.

Mi madre siempre me hablaba así como si fuéramos amigos, en lugar de madre e hijo a mí me parecía genial porque yo le tenía mucha más confianza, pero a veces se pasaba de verga y me jodía un año entero por una sola amiga que trajera a mí casa. Sí, algo moderno.

-¿Qué dices má? Tú más que nadie sabes que aún no tengo novia -dije, y antes de que diga lo que sabía que iba a decir, agregué -: Tampoco novio.

Avergonzado y dando un bufido, caminé hacia la puerta para ver quién era la supuesta chica que había dicho mamá. ¡Juro que sí es una broma me le comeré el bizcocho de mermeladas que tanto le gusta y que está en el refrigerador!

Justo al doblar la esquina, atravesando entre cortinas la sala de estar y la cocina, observé una figura femenina de pie. Tenía una mirada angelical, se notaba a leguas. Podría quedarme a examinarla por horas y aun no le encontraría las palabra perfectas para definirla.

No niego que me gustó al instante. En ese momento empecé a creer en el amor a primera vista.

Mamá nunca tuvo tanta razón como hoy, la chica era endemoniadamente linda, joder. Tenía dos soles de color marrones claros que podían condenar a cualquiera a la perdición, brillosos. Una suave pero notable rosades en sus mejillas como si hubiera un frío tenso que lo produjera y, su piel, su piel era como nieve de lo blanca y pálida que era.

Me acerqué aún más a ella.

-Hola, ¿Quién eres? -dije arrastrando mi lengua y con la voz casi entre cortada, escondiendo mis manos detrás de mi espalda, algo nervioso, embobado.

Ella dejo de jugar con su cabello y al escuchar mis palabras alzo su barbilla hacía mí, fijando su mirada en mí cara y diciendo:

-Ya me conoces, quizás no te acuerdas de mí -se notaba que era una chica muy segura de sí misma, se notaba hasta en la forma de hablar y de vestir que no iba con rodeos, pero era todo un ambiente de duda que ella sembraba en mí. Era algo muy extraño.

-¿Yo? ¿Conocerte? Nunca te he visto en mi vida y seguramente no me hubiera olvidado de ti -informé frunciendo el ceño y aumentando mi ansiedad por lo que ésta chica estaba diciendo. Roce mis manos sobre mí pantalón por los nervios que me mataban por dentro. Nunca una chica se me había acercado para hablar, siempre he sido yo, bueno, siempre eran los hombres que se acercaban a dar el primer paso para cuarquier cosa. Pero ninguna chica se presentaba a mi casa a hablar y mucho menos para preguntar cómo estaba. Aunque parezca extraño también, yo le estaba dando información de mí sin saber quién era ella, pero tenía que ser cordial con cualquier chica, ninguna persona se merece ser tratada o tratado a las patadas.

Es amor en españolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora