One.

1.5K 57 7
                                    

Puedo sentir una mirada demasiado penetrante y me dan escalofríos, alzo mi vista y rápidamente se voltea hacia la ventana.

El profesor Mario casi siempre me observa, a veces creo que piensa que soy un bicho raro o algo similar, pero yo no me atrevo a preguntarle. Prefiero quedarme con la duda.

Puedo sentir el acaloramiento en mis mejillas, así que decido ignorarlo y seguir respondiendo el cuestionario que nos ha dejado.

—¿Acaso no te da miedo? —. Me susurra mi compañero, Caleb.

—¿Qué cosa? —. Le pregunto intrigada.

—Que ése pervertido siempre esté mirándote, es un poco aterrador. Debería mirarme a mí, yo soy más apuesto —. Dice en voz baja y se le escapa una pequeña risa.

—No lo llames así —. Le respondo aunque debo admitir que me causó un poco de gracia. Caleb siempre es muy ocurrente.

—Señorita, ¿acaso tiene algo que aportar a la clase? —. El profesor se dirige a mí con un tono frío y un poco molesto.

Se forma un silencio pesado en toda el aula, todos esperando por mi respuesta.

Siento como cualquier rastro de gracia se desvanece totalmente de mi sistema y sólo queda algo: vergüenza.

—N-no profesor, discúlpeme —. Digo avergonzada y agacho la mirada por instinto.

—Tendrá que quedarse al final de la clase —. Me ordena con cara de molestia. Creo que reí muy fuerte.

Sólo trago duro y asiento lentamente.

Caleb me mira arrepentido y puedo ver como sus labios forman un "lo siento". Sólo le sonrío un poco y asiento.

Tocan el timbre para salir a receso y todos guardan sus cosas, si dejas algo fuera de tu mochila es muy fácil que a los cinco minutos ya no esté.

Ximena, Mónica y Caleb pasan por un lado de mí cuando ya he terminado de guardar mis pertenencias.

—Te vemos en la cafetería —. Dice Mónica en voz baja.

—No tardes —. Agrega Caleb.

Veo como se marchan y yo ya siento que me hundo. Todos se han ido.

Espero a que el profesor sea quien hable primero, ya sé que va a regañarme así que todo lo que diga va a ser utilizado en mi contra. Decido esperar.

Por fin voltea a observarme, yo me encuentro parada frente a su escritorio y él se levanta de su silla para cerrar la puerta. Regresa a su lugar y toma asiento.

—Creo que no hace falta explicarle porque está aquí —. Me mira fijamente y yo sólo agacho un poco la mirada.

No puedo hablar, estoy muy nerviosa y siento que lo que sea que salga de mi boca no tendrá coherencia alguna.

—¿Puede explicarme qué sucedió? Su comportamiento en mi clase me pareció irrespetuoso —. Trago duro y alzo mi vista para verlo. Es imponente.

No puedo delatar a Caleb, él es mi amigo y los amigos no te traicionan. Yo sola asumiré la responsabilidad, además no puedo contarle que me reí porque mi compañero desde hace días me ha molestado con que le gusto al profesor.

—Sólo m-me acordé de algo gracioso. Prometo que no volverá a pasar —. Le digo con un tono de voz demasiado bajo, casi inaudible. Quiero golpearme por sonar tan insegura, pero tengo miedo de lo que pueda decirme.

Me analiza por unos segundos y puedo ver un atisbo de gracia en su mirada. ¿Qué carajo le divierte? Lo miro un poco confundida.

—Ajá sí, ¿podrías darme la versión real? No sé quién te enseñó a mentir pero no eres muy buena que digamos —. Dice mientras tiene una sonrisa en el rostro. ¿Por qué está comportándose así si siempre es un poco tímido?

Siento una pizca de coraje llegar a mí y sé que mi mirada lo dio a notar porque la expresión del profesor cambió rápidamente, y noté como sus mejillas se tornaron de un color rojizo.

Sólo lo miré, seria.

Se para de su asiento y empieza a caminar hacia mí, retrocedo unos cuantos pasos para que exista un poco de distancia, pero él avanza más y decido ya no moverme. Queda a unos cuantos centímetros de mí y eso me pone los nervios de punta.

—Oh, Anna —. Dice y suelta un suspiro a la vez —deberías concentrarte en otro tipo de cosas y personas. No desperdicies tu tiempo en niñitos inmaduros, sabes a qué me refiero.

Su mano izquierda se posa sobre mi hombro y le doy una mirada rápidamente, su tacto me tomó por sorpresa. Siento cosquillas en mi abdomen bajo.

—¿Sabías qué tienes mucho potencial? Y lo digo muy en serio; todo es cuestión de que notes qué personas te hacen bien y cuáles tienes que alejar. Las respuestas siempre están frente a ti, así que aprovéchalas —. Puedo sentir el olor a menta mezclado con perfume que sale de él, es tan encantador que podría quedarme ahí por mucho tiempo.

¿Lo hago o no?... bueno, igual en vergüenza ya quedé.

Decido acercarme un paso más hasta quedar casi frente a frente, noto como le sorprende y se tensa, pero no me interesa. Él lo hizo, ¿por qué yo no?

—Prometo que ya seré una buena niña —. Le digo y parezco tan atrevida por acercarme de esa manera a él, si supiera que estoy temblando por dentro.

Puedo notar como aún sigue un poco tenso, pero noto algo que no puedo descifrar de su mirada, algo extraño.

—Sé una buena niña para papi —. Apenas lo escucho decirlo, pero estoy segura de lo que oí y mis ojos se abren como platos al instante. Puedo ver la sonrisa que se ha formado en su cara.

Oh, no.

Baby Girl. Där berättelser lever. Upptäck nu