02. Historia de Dos Ciudades

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La chica de cabello oscuro se encontraba sentada en una banca del parque cercano a su residencia. Tenía en la mano un nuevo paquete, un paquete parecido al que había recibido siete días atrás por parte de alguien, al parecer, desconocido.

No sabía qué hacer. Estaba indecisa entre sí abrir el paquete o dejarlo intacto, pero Tiff, en lo más profundo, sabía que, de cualquier manera, lo terminaría abriendo, ya sea tarde o temprano.

Abrió el paquete después de su pequeña pelea consigo misma de dos minutos, y contempló lo que tenía en manos. El libro Historia de Dos Ciudades se encontraba frente a ella. No lo podía creer, estaba totalmente anonadada. Casi nadie sabía que le gustaba ese libro, ni siquiera su mejor amigo, Greg.

Pasó las páginas lentamente, buscando inconscientemente una carta por parte del que envió aquél obsequio, como la vez anterior. Quería confirmar que, nuevamente, hubiese enviado una carta —o una reseña-inteligente—, y que estuviera dentro del libro.

En la última página del libro, se encontraba una hoja doblada en cuatro partes. Sin prisa, desdobló la hoja, ahora menos nerviosa que de costumbre. Examinó la hoja ya abierta por unos segundos para después, leer su contenido.

"Tiff Venturi:

Nuevamente te he traído un libro, pero este tiene una temática algo diferente al anterior.

Historia de Dos Ciudades es un libro el cual descubrí de una manera bastante curiosa, a mi parecer.

Buscaba un libro (no recuerdo el título, lo siento, en cuanto lo recuerde probablemente te lo escriba) que me habían pedido leer para una clase de la Universidad, cuando, por accidente, se me cayó este peculiar libro. Lo revisé unos instantes y le pregunté a una ayudante de la librería si sabía la precisa temática del libro. Me contó todo, y sí, lo leí. Quiero que sepas que no me arrepiento de haberlo hecho, porque me encantó leerlo.

Si ya lo leíste, espero que lo releas, y si no, espero que lo leas unas cuantas veces. Si no lo lees porque ya lo leíste alguna vez en tus 18 años de vida y prefieres leer cosas nuevas, puedes tenerlo en tu colección de libros y me seguiré sintiendo honrado de haber sido quien te lo regaló.

Disfruta mucho el libro, pequeña Tiff.

Atte: Anónimo."

Una vez más, Tiff se encontraba sin palabras y completamente enternecida. Él, fuese quien fuese, había investigado sobre la temática del libro y lo había leído sólo por ella, y aquello le causaba ternura y le hacía sonrojar. No podía imaginar a un chico así en la vida real, parecía todo de fantasía —el asunto de las cartas, los libros regalados— y ella seguía sin creer que un chico así existiera en la realidad.

De repente, una persona se sentó al lado de ella en una banca. Al principio, ella le restó importancia, pero luego de unos minutos de sentir la mirada de aquella persona posada en ella, se dio la vuelta, observando quien le estaba mirando.

—Harry —Tiff sonrió inconscientemente. Añoraba volver a ver al chico de rulos desde que lo conoció, y hacía casi dos semanas que había sido su primer encuentro.

— ¿Qué tal, Tiff?

Harry se veía totalmente deslumbrante ese día. Su cabello desordenado lo hacía lucir práctico, pero no perdía su toque de misterio. Su sonrisa, sus hoyuelos, todo en él cautivaba de una manera extraña a la chica de pelo negro.

—Estoy bien —Tiff asintió mientras lo miraba con una sonrisa tímida.

—Me alegro por eso —sonrió este de igual manera, pero con una pizca de audacia. — ¿Qué tienes ahí? —preguntó de repente él, señalando el libro que tenía en las manos, y claramente sorprendiendo a la pelinegra. Ésta abrió sus ojos de par en par, con un debate mental —uno de sus muchos, realmente muchos, debates mentales— entre sí contarle sobre aquél chico de las cartas o mantenerlo en secreto, como hasta dicho momento.

—Es un libro, Historia de Dos Ciudades —respondió por fin, omitiendo el detalle de que alguien que ella desconocía se lo había obsequiado, y también de la carta inteligente que contenía dicho libro.

—Lo he leído —Harry asintió con la cabeza repetidas veces, luciendo como si en verdad lo hubiera leído y que probablemente, fuera la verdad.

— ¿En verdad? —ella enarcó una ceja, bastante sorprendida. Aunque Harry le hubiera comentado que leía libros —pocas veces leía, pero lo hacía, según le había informado— era extraño escuchar que sabía sobre aquél libro que, la mayoría de las personas de su alrededor, desconocían. En realidad, la gran mayoría de las personas de su alrededor leían, pero eran clichés de aquella época. A Tiff le gustaba ese tipo de historias algunas veces, pero prefería quedarse con sus libros clásicos.

—En serio —soltó una risita y la miró.

— ¿Te gusta? —cuestionó, ahora interesada por saber qué pensaba sobre Historia de Dos Ciudades.

—Me ha encantado leerlo, tiene una temática de la época clásica, lo cual, en lo personal, me vuelve loco, en el buen sentido —Tiff rió al darse cuenta de las palabras que Harry había utilizado. No le conocía desde hacía mucho, y sin embargo, parecía que era su amigo de toda la vida, ya que escuchar su lenguaje tan propio no le sorprendía en absoluto, sino que le causaba una enorme gracia.

—Eso es bueno —ella asintió, aún riendo.

— ¿Por qué te ríes? —cuestionó Harry, sacudiendo la cabeza para ordenar un poco su cabello, aunque aquello no funcionaba en lo más mínimo.

—Tu lenguaje propio es lindo —cubrió su boca con las manos por lo que había dicho. No quería decirle aquello, quería inventarle cualquier excusa creíble para no decirle lo lindo que pensaba que era que hablara de aquella manera tan propia.

— ¿Eso piensas? —él enarcó una ceja, por como vigésima vez en el rato que llevaba ahí. Tiff se limitó a asentir con la cabeza, apenada, realmente apenada. —Gracias, supongo —comenzó a reír, y ella no comprendió el por qué.

— ¿Por qué ríes, Harry? —preguntó Tiff. Ahora era ella la confundida en el asunto.

—No necesitas apenarte, no me ofendí. Fue un halago. —Harry colocó una mano en su hombro derecho, pero en un abrir y cerrar de ojos, volvió a ponerla a su costado, como anteriormente se encontraba.Tiff podía notar que él no quería incomodarla, por lo que supuso que había apartado la mano tan rápido como la colocó en el hombro de la chica por dicha razón.

—Está bien —ella asintió, sintiéndose mejor. Por un momento pensó que Harry se había enfadado, aunque ni siquiera tuviese una expresión seria o algo por el estilo, pero ella solía ser algunas veces así de insegura.

—Y bien, ¿te gustaría ir a tomar un helado o algo parecido? —ofreció Harry repentinamente, sonriendo de costado.

—Suena bien —asintió Tiff, sin ocultar una ya evidente sonrisa en su rostro.

Harry se levantó y extendió una mano para que Tiff la tomara y se levantara como él. Tiff tomó la mano de Harry y se levantó, sonriéndole en forma de agradecimiento.

—Déjame cargar eso, por favor —Harry tomó el libro que Tiff tenía en la otra mano y lo sostuvo, mientras que con la otra, aún sostenía la mano de la chica de pelo negro. — ¿De qué te gusta el helado?

Definitivamente Tiff estaba emocionada por pasar más tiempo con Harry. Su sonrisa la delataba, pero a ella no le importaba realmente, desde hacía tiempo quería salir más seguido de su hogar y conocer gente nueva, ya que Greg estaba en la Universidad y no tenía tanto tiempo para pasarla con Tiff, como solía ser. Ella también podía notar que Harry no era una mala persona, sino todo lo contrario, parecía un chico amable que sólo quería compañía.

Quería compañía al igual que ella.

Books ; h.sWhere stories live. Discover now