04. Harry Potter Y La Piedra Filosofal

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—Así que Tiff es un apodo, ¿o me equivoco? —preguntó Harry con aire interesado. Tiff se encontraba con el joven de rulos en esos momentos en una cafetería cercana a la residencia del chico, ya que él la había invitado a tomar un café aquél nublado día.

—Estás en lo correcto —apuntó Tiff, riendo un poco.

—Ahora estoy algo confundido. ¿Cuál es tu nombre de pila? —cuestionó nuevamente, moviendo la cabeza en forma de confusión. Harry hizo un movimiento con la mano, dándole a entender a la joven que estaba meditándolo y necesitaba adivinarlo, lo cual Tiff dudaba, su nombre no era común. —No creo que te llames Tiffany, no tienes cara de Tiffany. Entonces, ¿serás Teffie? No, espera, eso no tiene mucho sentido. ¿Trinaff, tal vez? ¿O podrá ser Traffi? —Tiff negó con la cabeza unas tres veces, negando todas las respuestas del joven. —Oh, ¿en verdad no es ninguno de esos? Vaya, esto es más difícil de lo que creí.

—Tiffelle —sonrió la chica, revelando su nombre de pila.

— ¿Te llamas Tiffelle? —preguntó él, abriendo los ojos. —Jamás había escuchado aquél nombre. Es realmente bonito.

Tiff se ruborizó y le agradeció.

—Ya te he dicho mi nombre de pila, el cual la mayoría de las personas a mi alrededor desconocen, así que, ¿algún dato curioso tuyo? —preguntó la chica de nombre raro, realmente interesada.

—A los ocho años me caí de una bicicleta y desde entonces tengo esta cicatriz —señaló su brazo izquierdo, en donde se encontraba una pequeña cicatriz que no era notoria a simple vista. —Creo que ese es un dato curioso mío —rió levemente.

La joven movía con una cuchara su té chai repetidas veces, y una que otra vez bebía sorbos de éste, ya que estaba muy sumergida en aquella curiosa conversación.

—Se está nublando aún más —suspiró Harry. —Será mejor que te lleve a casa.

Tiff asintió y Harry pidió la cuenta. Después de unos minutos se la entregaron y salieron de aquella cafetería. Caminaron silenciosamente por las calles hasta llegar a casa de Tiffelle y ambos se quedaron frente a la puerta.

— ¿No deseas pasar? —preguntó Tiff amablemente.

—Me encantaría —sonrió mostrando los dientes.

Se adentraron a la vivienda de la joven y ella le indicó que podía ponerse cómodo en la sala de estar. Harry tomó asiento en el sillón más cercano. Tiff le preguntó si deseaba algo de tomar, a lo que Harry respondió que quería un vaso de agua, de manera educada, como era usual en él. La chica de nombre raro volvió a la sala de estar con un vaso de agua y se lo entregó al joven. Éste se lo agradeció.

— ¿Quieres hacer algo? Podríamos ver una película —sugirió Tiff.

—Claro, elige cualquiera, soy malo escogiendo películas.

Después de casi tres horas y una vez acabada la película, Harry se retiró, y Tiff no podía estar más que feliz por haber pasado la tarde con él tomando café y viendo una película.

Tiff despertó temprano al día siguiente, aunque fuera sábado, instintivamente se levantó demasiado temprano; ella pensaba que sería a causa de su reloj biológico, ya que de lunes a viernes se levantaba temprano por la Universidad. Pensó en la muy buena tarde que había pasado con Harry el día anterior, ya que era un chico sumamente agradable y cada vez le tomaba más aprecio y cariño, sin percatarse de ello.

Tomó el libro Outlander y su computadora y corrió escaleras abajo para terminar un trabajo de la Universidad. Ya estando en la sala de estar, comenzó a redactar el trabajo que tenía que hacer, el cual, se basaba en escoger a un autor de la literatura clásica y enumerar sus obras más importantes, describiendo cada una de ellas de manera breve. Ella escogió a Jane Austen, ya que ella tenía muchísimos libros clásicos de los cual podía hablar sin cesar.

Aproximadamente dos horas después acabó el trabajo, por lo que cerró la computadora, satisfecha con lo que acababa de escribir.
Finalmente, tomó el libro que había bajado y comenzó a leerlo. Se lo habían recomendado mucho, de hecho, le habían dicho que tenía que ver la serie basada en ese libro, pero como una fiel lectora, prefirió leer en lugar de ver la serie. Quiso ver exactamente cómo el autor del libro se expresaba en el papel, y siempre iba a preferir los libros que las películas o programas de televisión. La mayoría de la gente pensaba que la afición de Tiff por los libros era impresionante, no lo llamarían obsesión, sino que, más bien, era amor puro a envolverse en un mundo nuevo con personajes maravillosos e historias alucinantes. Podía sonar algo cliché, pero pensaba que era más que un escape de la realidad, era su pasión por imaginar nuevos mundos.

El sonido del timbre la hizo regresar a la realidad y dejar el libro un lado. Le colocó a su libro un pasador para no perder la página y fue directo a abrir la puerta, para llevarse una gran sorpresa. No había nadie afuera; volteó hacia todas direcciones y nadie estaba ahí. Antes de cerrar la puerta, bajó la mirada y encontró un paquete. Un paquete como los que le mandaba el chico misterioso. Rápidamente lo tomó y cerró la puerta tras ella, para luego tomar asiento en la sala de estar. Impaciente, abrió el paquete y sus ojos se iluminaron como los de una niña pequeña de cinco años. Era Harry Potter y La Piedra Filosofal. Ella ya tenía los siete libros, pero este libro era de una edición diferente a la que ella tenía. Los siete libros que ella poseía tenían las portadas clásicas, pero aquél que tenía en esos instantes en las manos, era de una portada diferente, una muy bonita y, sobretodo, muy especial.
Hojeó el libro, totalmente maravillada, hasta encontrar en la última página una hoja doblada en cuatro partes, como ella ya se imaginaba. Emocionada, abrió la carta.

"Tiff Venturi:

Le he dado mil vueltas al asunto, porque me imagino que tienes los siete libros de esta saga, pero finalmente he decidido obsequiarte esta reliquia porque es una edición importada de otro país que yo conservaba desde hacía tiempo, ya que lo conseguí en un concurso, pero pensé que significaría mucho más que tú lo tuvieras a que estuviera el libro en mi casa.

Harry Potter y La Piedra Filosofal, de los siete libros, definitivamente es mi favorito. No solo porque sea un libro para niños (los cuales amo con locura), sino porque tiene un lenguaje tan comprensible y es el inicio de el niño que vivió. Desde que soy pequeño, leí estos libros y me fascinaron, por lo que pensé que a ti te encantarían, ya que tú tienes un muy buen gusto en libros, y eres magnífica. De hecho, desde niño me comparaban con el personaje principal, Harry, ya que decían que teníamos algo en común, lo cual, me divertía mucho.

He aquí la razón de por qué te obsequié este libro, y como es usual, te deseo lo mejor, Tiff.

Atte: Anónimo."

Tiff no podía ocultar lo feliz que estaba, y el hecho de que el chico anónimo le hubiera obsequiado un libro muy especial para él, significaba aún más para la chica. Solo una cosa le rondaba por la cabeza a la joven: ¿Cómo es que ese chico sabía tanto de ella? ¿Por qué le obsequiaba tantos libros y le escribía tan profundas cartas? La conocía mejor que nadie, pero ella no tenía idea de quién era. No sabía si era alguien cercano, ya que ni siquiera los que la rodeaban sabían sus gustos tan bien como esta persona. Ella seguía con el misterio de quién era este chico.

Y tal vez no supiera quién era, pero lo que si sabía es que esa persona estaba alegrando su vida, cada día más.

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