2. CONOCIÉNDONOS

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Valentina

5 de Agosto de 2018

Llevábamos una semana viviendo en Madrid, mi hermano tendría hoy su primer entrenamiento con su nuevo equipo y como era tradición yo lo acompañaría en el primer día.

Al principio había sido extraño, nueva ciudad, nueva casa, nuevo barrio, nuevos vecinos, nuevas costumbres y, por supuesto, nuevas amistades. La finca era el barrio privado de los futbolistas en Madrid y ahora era mi nuevo hogar, James Rodriguez, amigo de la familia, le había recomendado a mi hermano buscar casa en este lugar: casas amplias, un lugar cerrado, con seguridad privada y muchas comodidades más. Ahora tenía como vecinos a las estrellas futbolísticas del Atlético y del Real Madrid, una completa locura.

Sin lugar a dudas la casita de cristal que mi hermano querría para mi.

Pero en medio de todo nos sentíamos cómodos. Había establecido una pequeña rutina, en las mañanas salía con Wanda a recorrer el barrio privado en el que vivíamos, jugábamos un par de minutos en el parque y volvía a casa con ayuda del reloj gps que portaba siempre, cuando llegaba a casa jugaba con mi sobrino y trabajaba con mi cuñada en varios proyectos, mientras yo imaginaba y daba ideas sobre nuevos diseños de ropa ella los dibujaba, un trabajo en equipo. También escribía con ayuda de un teclado didáctico que anotaba lo que yo hablaba y quedaba inmediatamente guardado en el computador, ¿que escribo? Lo primero que llegue a mi cabeza y de eso han surgido varios poemas y canciones.

Hoy era uno de esos días donde necesitaba tiempo y espacio, necesitaba respirar aire puro y sentirme una con la naturaleza, sentir el viento en la cara y los pasos de mi perro alrededor mío. Hace mucho no usaba la escritura tradicional, había optado por usar el teclado didáctico pero hoy necesitaba volver a sentirme esa niña que encontró en la escritura una forma de ver la luz, así que tomé papel y un lápiz y comencé.

Sentía una completa tranquilidad en ese lugar, estos momentos eran, sin duda, los más importantes de mi día, no tenía a nadie alrededor que intentara proteger mis pasos o que me dijera que estaba ocurriendo alrededor, era solo yo con mis sentidos percibiendo la naturaleza, el ruido de las calles, el olor a pasto, los pequeños movimientos de las personas que se movían alrededor.

Todo iba bien en mi escritura, ya tenía algunos versos sueltos de lo que había sido este cambio en mi vida y ya tenía en mi cabeza el boceto de lo que sería una nueva canción que después no saldría de mis cuadernos, nunca vería la luz igual que yo. De un momento a otro sentí un balón chocar contra mis piernas, el golpe no había sido tan fuerte pero eso alertó a Wanda que inmediatamente se puso a ladrar al causante del golpe, un llanto se escuchó en medio de los ladridos y un olor a colonia masculina pronto inundó mis fosas nasales.

-Tranquila Wanda, está todo bien, deja tranquila a la pequeña- susurré a mi perrita que inmediatamente se puso a mi lado en busca de que acariciara su lomo- eso buena niña ahora yo pediré disculpas por ti, ya sabes que no podemos asustar a los demás.

Me puse de pie y seguí el llanto y el atrayente olor que había en el ambiente, avance unos cuantos pasos cuando sentí chocar con un fornido cuerpo de, claramente, un hombre. Retrocedí en mi lugar cuando sentí el golpe y me aleje de una situación vergonzosa, estoy segura que de seguir hay tendría sus labios muy cerca de mi boca.

-Lo siento mucho pero Wanda no esta acostumbrada a que extraños se me acerquen y siento mucho que haya asustado a la pequeña- dije mientras guardaba su olor en mi memoria y el tacto de su pecho contra el mío.

-No te preocupes petite, Mía está bien y fue nuestra culpa que pasara, nosotros lanzamos el balón y te golpeamos- un acento francés demasiado sexy me respondió y esa voz juro que nunca se me iba a olvidar- por cierto ¿te encuentras bien?.

TE VI- ANTOINE GRIEZMANNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora