Pero... aún tengo por quien vivir, tengo razones por la cual hacerlo.

Lo prometiste.

Todo alrededor se vuelve un caos, la poca gente que hay corre a causa de la lluvia pero no solo es eso. Balazos comienzan a zumbar.

Están aquí.

Los chicos están aquí.

— ¡Dagan, Dagan! — grito con todo lo que me resta.

El militar que me sostiene cubre mi boca con su gran mano, pero sin pensarlo la muerdo provocando que suelte un grito estremecedor. Doy una patada hacia atrás y este me lanza hacia el piso. Me levanto sobre mis pies y corro hacia el centro de la plaza.

Más tiros se escuchan.

— ¡Brenna, agáchate! — me ordena West, quien se encuentra detrás una pared con una arma en sus manos.

Busco a mi mamá entre toda la multitud pero ella ya no está.

Se ha ido.

Estoy por llegar a un pequeño callejón pero me sujetan por el cabello.

— ¡No iras a ningún lado, los hijos deben estar con sus madres!

— ¡Suéltame!

Tomo una piedra del concreto estrellándola contra su cabeza.

— ¡Hija de...

Uno.

Dos.

Tres.

Son los agujeros que se expanden por todo su pecho. Me giro hacia atrás y veo a Bunker apuntando el arma.

— ¡Arriba, Brenna! — Dagan llega a mi lado poniendo mi brazo alrededor de su cuello.

— Dagan.

— Vamos, salgamos de aquí.

— Yo no lo creo — Foss se encuentra tras de nosotros.

— ¿Foss? ¿Qu- qué estás haciendo?

— Está con mi madre, siempre ha estado de parte de ellos — escupo las palabras.

Dagan me mira y después dirige su mirada a él.

— ¿Eso es cierto? ¿Nos traicionaste?

Sin titubear responde —: Tengo mis razones, ustedes jamás lo entenderían.

— Explícamelas a mí — Bunker y West aparecen a nuestro lado apuntando sus armas.

Los hombros de Foss se ven caer al igual que su mirada por la persona que ahora tiene en frente.

— Era necesario, pensé en mí — se calla —. En nosotros.

— ¡Esa no es razón para traicionar a tus amigos! ¡Tu familia! — gruñe Bunker.

Foss se burla.

— Ya es tarde, lo hecho, hecho está — responde burlonamente —. Militares están por llegar, pero yo solo estoy aquí porqué quiero una única cosa — me señala.

— No, no lo creo — Dagan me sujeta con más fuerza.

— Se los pondré más sencillo. — da un paso —. Uno por otro, hagamos el famoso trueque.

— ¡Ustedes no sólo quieren a ella quieren a todos los rain! — grita Dagan.

— ¿Y cómo crees que lo lograremos? Tráiganlo — ordena.

RAIN [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora