— No saldrás viva, te matarán a ti y a toda tu familia. ¿Y sabes quién lo hará?

La furia me ciega y hago lo que no creí ser capaz.

Clavo la navaja en su pecho, una y otra vez. Enterrándola profundamente hasta sentir líquido espeso y caliente en las palmas de mis manos.

Brota la sangre de su boca y aún así lo sigo odiando, lo odio.

Odio esto.

Me dejo caer en las losetas frías  cubriendo mi cara. No sé en qué momento terminará todo esto, o en qué momento volveré a ver la luz. Todo esto que ocurría, ni siquiera se acercaba a la vida que deseaba.

Sangre, solo puedo pensar en la sangre.

Salgo del trance en el que me encuentro y me doy prisa para revisar sus bolsillos, por suerte; en uno de ellos, encuentro las llaves de un auto grabadas con el número nueve.

Tengo que apresurarme y salir de aquí.

Limpio mi cara con mi blusa, pero es inútil. Su sangre está en mí y por todos lados. Mis rodillas se doblan, pero aún así me sostengo a duras penas. Doy paso a paso, cómo si apenas estuviera aprendiendo a andar, siento mi cara mojada pero no quiero tocarme por los rastros de sangre que hay.

Suciedad.

El pasillo es largo, intento seguir mi instinto para salir de aquí. Hay puertas y ventanales que muestran salas, logro reconocer una puerta, la cual es la más grande a comparación de las demás.

Es la habitación de las cajas.

Corro a lo largo del pasillo, con el fin de llegar a la oficina que encontramos cuando no había salida.

¿Por qué me trajiste aquí mamá?

Quiero ver a mi abuelo, mi hermana, a los chicos. Quiero que todo sea como lo era antes de que ella volviera. Yo inicié esta búsqueda y al final ella fue la que me encontró.

Mi sueño se cumplió, pero más allá de ser un sueño, se había convertido en una pesadilla que yo misma inicie.

Necesitaba llevarme a mi familia, no podíamos seguir en casa, ya no gracias a ella.

Llego a la habitación por la cual escapamos la primera vez. Sigo corriendo y sin dudar pego el escritorio hacia el ducto de ventilación, enseguida se comienzan a escuchar voces a través del pasillo. Subo la primera pierna hacia la ventilación, cuando la puerta se abre.

— ¿A dónde crees que vas?

Un militar entra la habitación, a por mí, pero rápidamente ya me encuentro dentro del viaducto. Gateo a toda prisa, pero una mano me sujeta por el tobillo, sin temor nada, comienzo a soltar patadas, los gritos no tardan en llenar el espacio. La mano me suelta, pero estoy segura que vendrá por más.

Llego a la rendija y hago lo mismo, suelto patadas hasta que esta se abre. Al estar afuera ya me encuentro empapada por la lluvia, tampoco tarda en llevarse todo rastro de sangre.

Corro hasta dónde están las camionetas estacionadas en busca de la número nueve, y aunque siento mis pulmones a punto de estallar, no me detengo. No quiero morir, no a causa de ellos.

Doy una mirada hacia atrás y la puerta del edificio se abre.

— ¡Ahí está, señora! — gritan.

Mi madre sin ninguna protección viene andado hacia mí.

— ¡Brenna! — Grita —. Hija regresa, tu vida será mejor si te quedas aquí — suplica.

Veo la camioneta número nueve y temblando cojo las llaves para abrirla. Me detengo un momento en la puerta y puedo ver que ya no me siguen, si quisieran ya estarían sujetándome, pero no lo hacen.

— Yo no pertenezco aquí, no soy una de ustedes — grito, hacia ellos.

— Brenna, por favor — no puedo decir si está llorando o no, pero es más una súplica que una orden.

Subo un pie a la camioneta.

— Señora. ¿Abrimos fuego? — escucho que le preguntan.

Mamá baja la cabeza y después me vuelve a mirar.

— Háganlo.

¿Qué?

Tiros comienzan a salir disparados en mi dirección, subo tan rápido a ella como si no hubiera un mañana y tal vez no lo habrá, no para mí. Si ellos me atrapan será el final, enciendo la camioneta y esta arranca sin problema. Avanzo con dirección a la valla y acelero con el fin de poder derribarla.

¡Sal de aquí!

Los disparos siguen, uno tras otro golpea la camioneta, pero cuando me encuentro entre los árboles, no los escucho más. Logre escapar.

❃❁❃❁❃❁❃

Tengo que apresurarme.

Acelero y acelero.

Jamás antes había conducido, no realmente. Reynald en una ocasión me enseño, pero no aprendí como tal.

Abuelito, espérenme.

Veo el retrovisor y mi cara se encuentra llena de suciedad, mis ojos están inyectados de sangre y la sangre en mi piel no desaparece ni tampoco las lágrimas. Mi ropa está hecha un asco y quisiera arrancarla por cada recuerdo que tengo de ese lugar, mis labios se encuentran morados y rastro de sangre.

Soy una muerta en vida.

Está cayendo la tarde y no ha dejado de llover en ningún momento, es como si estuviera avisándome algo.

Necesito llegar antes que ellos. Sé que van ir por mi familia, por lo que más amo.

¿Mamá será capaz de hacerles algo?

Claro que sí, ordenó que abrieran fuego contra ti.

Lo único que puedo esperar es que yo llegue antes y mi familia siga ahí. Tenemos que salir de Luviana lo más pronto posible.

RAIN [Libro 1]Where stories live. Discover now