Canción del Trueno y el Hielo

"La convivencia" o cómo no son lo que esperaban del otro

VI

Desde el primer día de su vida en Asgard, Loki se vio rodeado de los miembros de su familia, lleno de su cariño y amor. Pero mientras crecía, tuvo que poco a poco soltarse de las faldas de su madre y de la sombra paterna. Aun así, se aferraba siempre de la mano de su hermana, pero ella, con un deber mayor, debía priorizar sus deberes como princesa heredera. Si no fuera por el analítico ojo de Frigga, se habría dado cuenta muy tarde, demasiado tarde como para hacer un cambio, de la soledad de su hijo menor.

Por eso, cuando se formaban alianzas con los otros Reinos (exceptuando los casos de Jotunheimn y Svartalheilm) se presentó la oportunidad de que varios jóvenes nobles se formaran en Asgard para fortalecer los lazos. Muchos decidieron tomar el camino militar, otros quisieron ser maestres o escribanos. En unos casos excepcionales, se dedicaron a la magia. De entre todos esos casos Frigga escogió a Amora como su aprendiz personal.

La joven tenía un gran potencial, y era muy estimada en Alfheim y sus primos de Vanaheim la adoraban. Esa era una estrategia política de una Reina. Pero en medio de eso, estaba la intención de que una joven hermosa pudiera romper la coraza de su pequeño hijo. Odin estuvo de acuerdo, feliz ante la posible unión de su adorado hijo y la joven doncella.

La primera vez que fueron presentados, el niño llevaba un libro en sus brazos y buscaba desesperadamente a su madre o hermana o criada que quisiera acompañarlo y leer con él. Parecía a punto de llorar.

−¡Mami!−sollozó, corriendo hacia ella. La Reina se inclinó y lo recibió en sus brazos. A la muchacha rubia, eso le enterneció. Cuando los ojos verdes la divisaron, trató de ocultarse detrás de las faldas de su madre−Mami...-

−No temas, querido. Ella es Amora, mi aprendiz. Quiero que la conozcas−dice la mujer, empujándolo levemente. La chica se inclinó, para que él no temiera de su persona.

El pequeño miró un momento a su madre, antes de volver a Amora. Luego dio una torpe reverencia que conmovió más el corazón de la muchacha de Alfheim.

−Es un placer conocerla, milady Amora, soy el príncipe Loki de Asgard−se presenta.

Desde ese momento, los encuentros "ocasionales" de la aprendiz y del príncipe se volvieron frecuentes. Los rumores sobre un posible compromiso volaron entre los pupilos, sirvientes y...básicamente todo Asgard tenía cierta idea. Muchos pensaban que los involucrados no tenían idea.

Estaban muy equivocados.

−¿Quieres casarte conmigo?−pregunta el niño, mientras leen la historia de Las Valquirias contra los Elfos Oscuros. La joven rubia lo miró, sorprendida, y aún más cuando vio la seriedad en sus ojos verdes−Todos piensan que deberíamos casarnos, y creen que así debe ser. Creo que mis padres lo desean. Pero, Amora, ¿quieres casarte conmigo?

La respuesta era obvia.

−No−dice siendo sincera−Sé que esperan mucho de mí, de que nos casemos. Traté de aceptar eso. Pero apenas te conocí, en mi mente...en mi interior solo pude verte como un hermano. Después de eso pensé "será más fácil, tendré de esposo a alguien a quién quiero como amigo"...-

−Te liberó de ese deber, Amora−dice el pelinegro y ve como la tensión se va de la chica cuando sus hombres se relajan−Quisiera que te casarás por amor, o quizá solo te dediques más a tu magia en vez de verte atrapada por un Lord.

Para ser un niño, entendía muy bien el mundo que lo rodeaba.

−¿De dónde aprendiste eso?−pregunta con cierta diversión.

−Mi hermana, a veces la escuchó sin que lo sepa−dice, soltando unas risita  encantadora.

Esa misma tarde, la princesa Hela había decidido venir a sorprender a su hermano, luego de un viaje diplomático que hizo junto con su padre a Vanaheim. Le había traído unos libros que los vanir no tuvieron problema en darles, debido al conocido interés que tenía el príncipe por estos. Ella los llevaba hacia el dormitorio de su hermano, en el que escuchó su risa, junto con otra desconocida. Si Hela hubiera sabido que pasaría cuando cruzará esa puerta, habría salido corriendo en lugar de entrar. O tal vez repetiría esa ocasión tantas veces como fuera posible. Todo dependía de cómo se sentía cuando recordaba aquel momento.