Capítulo 71 (FINAL)

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No supe que responder, esa era una pregunta que intentaba evitar hacerme a toda costa.

—Puede ser, pero eres la última persona con la que quiero hablar de eso...

—Si Eros te amara —Me interrumpió—, no te habría mentido.

—No sé de qué hablas —repliqué.

—¿Por qué crees que se apareció ante ti? Desde un primer momento, te mintió sobre el trato. Y estabas tan ebria que ni siquiera eres capaz de recordarlo.

—Tú no sabes...

Anteros sonrió con satisfacción, leyendo la duda en mi rostro.

—¡Y esa noche en el hotel de Nicte! Solo te libró de la mitad de la maldición que por su culpa, pesa sobre tus hombros.

No supe qué responder.

¿De qué estaba hablando?

Se acercó aún más, y susurró:

—Soy el dios del amor verdadero, deberías creerme, pequeña.

Guardé silencio, sabiendo que no debía creerle, sin embargo ese silencio iba a penarme un largo tiempo, pues en ese momento, la puerta se abrió de golpe y Medusa entró, gritando mi nombre.

La Gorgona clavó sus ojos en Anteros, y éste, por los poderes de Atenea, acabó convertido en piedra.

Todo sucedió muy rápido, apenas un parpadeo y acabó.

No recordé cómo se respiraba hasta que Medusa llegó a mí y me trajo de regreso a la realidad.

Miré la escultura de Anteros, no se veía sorprendido ni sobresaltado por la repentina aparición, seguía teniendo la misma mirada maliciosa de siempre. Probablemente ni siquiera tuvo tiempo de comprender lo que pasaba. Eligió una mala noche para venir de visita.

—¿Estás bien? ¿No te hizo daño? —preguntó.

—Yo... no...—Seguía aturdida.

—Tienes que estar tranquila, se ha convertido en piedra, ya no podrá volver a molestarte.

Medusa sonrió y me obligué a corresponder. En realidad, me habría gustado poder hablar más con él y entender a qué se estaba refiriendo con su última acusación, pero ahora era imposible.

Me ayudó a volver a acostarme, pues seguía demasiado conmocionada.

—¿Cómo supiste que estaba aquí? —cuestioné.

—Lo distinguí por la ventana cuando estaba en el patio.

Asentí lentamente, cubriéndome con las sábanas otra vez.

—Quizás debí haberte pedido ayuda desde un principio —comenté.

—Por fin he cumplido con el propósito de Atenea, ser la protectora —dijo sonriente—. Tenemos que hacerlo otra vez, cuando aparezca otro villano.

Para ser un monstruo milenario, Medusa era increíblemente inocente.

—Tranquila, amiga, a la sociedad villanos le sobran —contesté.

Mi salvadora arrugó el entrecejo.

—No te ves muy feliz —acusó.

¿En serio era tan evidente mi confusión?

—No, es que... necesito hablar con Eros —le dije.

—Comprendo —contestó, animándose otra vez—. Tienes que darle la buena noticia. Saldré para que puedan hablar tranquilos.

Cupido Otra Vez [#2] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora