Me llevo la taza de latte a los labios, el café mezclado con leche espumosa complace mi paladar.

—Me alegra que hayas vuelto.

—A mí también.

Ambas nos quedamos en silencio y veo que abre la boca para volver a hablar, pero el sonido de su teléfono móvil la interrumpe. Me hace un gesto a modo de excusa antes de coger la llamada entrante.

Me enfoco en beber mi café mientras ella habla por teléfono. La conversación no pinta nada bien, pero me limito a meterme en lo mío y cuando cuelga, me mira.

—Lo siento —se disculpa mientras coge su bolso—. Surgió un inconveniente, debo irme.

—No te preocupes, ve.

—¿Segura?

Asiento con la cabeza y se pone a rebuscar algo dentro de su cartera, la detengo al ver qué es la tarjeta.

—Yo pago —digo.

—Yo invité.

—No importa. Yo pago, en serio, no me molesta.

Suelta un suspiro.

—Vale. Gracias por la breve conversación y me alegra mucho que hayas vuelto. Espero que volvamos a coincidir.

—Nos vemos pronto —la saludo.

Me dedica una sonrisa.

—Nos vemos.

Y sin más qué decir, se marcha. Me quedo sobre mi asiento hasta terminarme el café y luego pago por todo. Me retiro de la cafetería y regreso por donde vinimos hasta hallar a mi coche.

Me meto dentro y arranco el motor en dirección a mi apartamento. Lily ya me ha enviado mensajes de texto expresando su emoción con mi nuevo puesto de trabajo en Moore Enterprise alegando que vamos a festejar con un par de copas de champagne Moet. Nuestro preferido aunque valga una fortuna.

Al llegar a mi apartamento, el calor me recibe, parece que Lily ha encendido la calefacción. Me quito mi abrigo, los tacones y me paso una mano por mi cabello, acomodándolo a mi antojo mientras me dirijo a la cocina.

Lily me mira con una sonrisa de lado a lado. Lleva el cabello rubio recogido en un moño desordenado y corre a abrazarme.

—¡Felicidades! —Me toma de las manos—. ¡Eres toda una arquitecta hecha y derecha!

Río.

—Gracias, Lily.

—¡Nada de gracias! —Me lleva a la isla de la cocina—. Te prometí algo.

Abre una de las gavetas y me muestra la botella de champagne. Niego con la cabeza, sonriendo.

—Estás loca, son las nueve de la mañana.

—Estamos locas —me corrige mientras empieza a verter el líquido sobre dos copas.

Me extiende una de ellas y no me queda más remedio que aceptarla.

—¡Brindis! —Choca nuestras copas—. Por ti, por Lucas, por mí y nuestro reluciente futuro en Manhattan.

Ruedo los ojos antes de llevarme la copa a los labios. Admito que sabe bien.

—Mhm, delicioso.

Deja la copa a un lado y me mira, expectante.

—¿Qué? —digo.

—No me diste ni un solo detalle. ¿Quién te entrevistó? ¿Encontraste a algún guapo?

—Me entrevistó un tipo llamado John Myers.

Todo Por TiWhere stories live. Discover now