Luego de que ella escuchara el gemido de placer de él, acompañado de un par de movimientos algo más violentos, y cuando su respiración estaba un poco más sosegada, encontrándose silente con la boca pegada en uno de sus hombros, decidió hablar:

—Quizá yo no soy la amante perfecta... lo siento —reconoció con un poco de tristeza, porque sabía que a Draco le encantaba estar en el juego erótico por bastante rato, pero dada su condición sabía que era poco lo que ella podía hacer.

—Eres la amante perfecta, preciosa... Y todavía nos falta la luna de miel —dijo besándole el hombro.

—¿Luna de miel? —Hermione frunció el ceño. Jamás imaginó a Draco hablando de algo tan cursi y tradicional como lo era una luna de miel.

—La tendremos luego que nazca Scorpius.

¡Ahí estaba lo que suponía llegaría en cualquier momento! ¡Mucho había durado la alegría! El rostro de Hermione como por arte de magia, se transformó en una extraña mueca.

—¿«Scorpius» es el nombre que le tienes a nuestro hijo? Eso es broma, ¿no? Y por cierto, de muy mal gusto —ella ya adivinaba con antelación que Draco aparecería con un nombre extraño y no había errado.

—Sí, suena perfecto: «Scorpius Malfoy Granger» ¿Qué dices? —Hermione se volteó y miró a Draco a los ojos, éste de inmediato notó el poco amigable semblante de su pareja. Ya sabía lo que le venía...

—Nuestro hijo se llama Andrew —sentenció ella arqueando una ceja y muy segura de lo que decía.

—¿A... Andrew...? —Draco enarcó una ceja, ¿por qué Hermione pensó en un nombre tan... tan muggle?

—Así es. Nuestro hijo se llamará «Andrew Malfoy Granger».

—Nada de eso.

—Pe...

—Cuando yo no tenga sueño y ni tú estés tan cansada, volveremos a tocar el tema. Hasta ahora, nuestro hijo se llama Scorpius.

—Como digas —aceptó. Sí, ambos no estaban en condiciones de discutir. Ya habría tiempo para eso—. Pero por mi parte, yo soñaré con mi hijito llamado Andrew. Buenas noches.

Hermione se acomodó en el pecho de Draco mientras él la rodeaba con los brazos y con la mano libre tomó la varita del velador y logró que un par de frazadas los cubrieran. Una leve sonrisa esbozó en su rostro. Era imposible terminar el día sin discutir con esa mujer... lo bueno era que este día simplemente había sido especial. Al fin había vuelto a tocarla... a hacerla suya y con cada palabra, con cada caricia, incluso con cada gemido o beso, corroboraba que ella sentía algo por él. Y él, a pesar de aquello, sentía un pavor enorme de enfrentarse a un sentimiento totalmente nuevo que se negaba a llamarlo por su nombre. Pero como fuera, lo que importaba era el aquí y el ahora.

—Por cierto, las fotos estaban hermosas. Gracias.

—Son tuyas —respondió dándole un suave beso en el pecho.

Hermione cerró los ojos y al cabo de un par de minutos Draco advirtió que dormía profundamente. La rodeó fuerte con sus dos brazos y le besó la frente: —Las fotos son mías... y tú también, amor mío —dijo antes de rendirse al sueño.

A eso de las tres de la madrugada Hermione despertó con un hambre espantoso. Sentía que el bebé se revolvía en el vientre, sin mencionar que sus intestinos tenían un concierto como de cañerías sin agua. Giró en la cama y se dio cuenta de que Draco no la había soltado, aún ella tenía un brazo de él como almohada. Al mirarlo le daba la impresión de tener a un ángel a su lado. Tenía una hermosa sonrisa dibujada en los labios y un rostro tranquilo.

Y todo por una nocheWhere stories live. Discover now