cap. 2 Sabiduría de Madre

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Departamento de la ojiverde.

Cuando se levantó sintio todo su cuerpo pesado como si un tren de carga  le haya pasado por encima.

Giró la cabeza hasta su mesa de noche y tomó su celular, encendiendo la pantalla. Entrecerró los ojos por la luz para poder enfocar sus ojos en el luminoso 3:30 P.M que se mostraba en la parte superior.

Dejó escapar un suspiro. Vaya que si estaba cansada.

Hizo un gran esfuerzo para levantarse, y luego de un par de estiramientos, se dirigió a la ducha canturreando por lo bajo. Veinte minutos después salió de la misma, un poco más animada y sobre todo más despierta. Aunque secretamente hubiese preferido quedarse un par de horas más en la cama.

Salió de su habitación y se dirigió hasta el sofá, dispuesta a ver algo de televisión  por lo que restaba del día, pero un gruñido proveniente de su estómago le recordó que no habia comido desde que salió de guardia.

Una de las cosas buenas del trabajo de Lauren es que el mismo le proporcionaba una libertad económica increíble. Tanta, que después de un par de años de ahorro, había podido comprarse un penthouse en una de las zonas más tranquilas de la ciudad de Seattle, con tres habitaciones (de las cuales solo usaba una) y un balcón con una espectacular vista hacia las montañas, en el que se sentaba a desayunar los domingos, disfrutando de la paz de las alturas y la fresca brisa de la madrugada.

Definitivamente ese balcón con esa vista, era una de las principales razones por las que, entre tantas opciones, había escogido ese sitio para vivir.

Intentó dejar de recordar y concentrarse en prepararse algo de comer. Una rápida revisión del refrigerador le confirmó que, a menos de que su estómago quisiera un trozo de pizza de tres días o un bowl de cereal su mejor opción era ponerse a cocinar, así que saco un poco de carne del freezer, y tomo algunos vegetales.

El vivir sola ya le había hecho tomar cierta rapidez en cocinar porciones para una persona, así que, unos minutos después, ya estaba removiendo alegremente la carne ya condimentada y picada en pequeños trozos, con movimientos dignos de una chef.

Si, sobre todo eso.

El sonido del timbre la hizo salir de sus ensoñaciones. Bajó la llama de la cocina y se dispuso a abrir la puerta de entrada, solo para que un par de ojos claros la saludaran.

No tuvo tiempo de esquivar ese abrazo. No había podido siquiera protegerse cuando su madre la tenía aprisionada en una llave mortal que solo ella llamaba abrazo, que duró lo suficiente para que sus pulmones liberaran todo el aire que habían podido contener. Había escapado por los pelos.

-  ¿Cómo está mi ojiverde favorita? , le preguntó la mujer, mientras entraba al departamento, cerrando la puerta tras de si.

- Estaba cocinandome algo para comer , murmuró Lauren, sabiendo que se merecía un regaño por eso , ¿Quieres que te cocine un poco?

-  Lauren Michelle Jáuregui Morgado comenzó a decir la mujer, mirándola acusadoramente, ¿ Te levantaste recién de la cama?

- Creo que si.

- Vamos, siéntate en la mesa. Terminaré de cocinar por ti, Lauren... tu padre no estará contento cuando se enteré que comes a deshora.

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