Capítulo 3

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Will, intentó varias veces hacerla hablar, trató de llegar a ella. Ally, veía su esfuerzo, su dolor, y eso también la estaba consumiendo, devorando. Había llevado a Will, a su oscuridad, tenía el poder de apagar la luz que él irradiaba, uno de sus mayores temores se había cumplido. No podía consolarlo, no podía calmarlo, porque no conseguía sosegarse ella misma, su mente y sus vivencias estaban azotándola una y otra vez. Quizás, sí había cometido un error, ella no era alguien que valía la pena amar, ella no era alguien con quien se pudiera aspirar a un futuro, alguien con quien poder ser feliz, ella estaba lejos de ser una mujer digna de todo lo que merecía su esposo... Su esposo, ahora estaba siendo arrastrado a su infierno, a su cruel verdad. Liam, había tenido razón, siempre la tenía; si ella hubiese sido honesta, la mitad de honesta de lo que Will merecía, nada de eso estuviese ocurriendo, ellos no se hubiesen casado, él no estaría ahí tratando de mitigar su pena, él estaría siendo feliz en otro lugar, quizás con una buena mujer que sí lo mereciera, quizás siendo libre y él mismo con su cámara en las manos.

Sin nada más que poder ofrecerle, Ally soltó una de sus manos y con lentitud la acercó hasta el rostro de Will, acariciando ligeramente su mejilla. Lo dejaría libre, eso era lo menos que podía hacer por él después de que le regalara esas semanas tan maravillosas y felices; ella no podía compartir su vida con nadie, ahora lo comprendía totalmente y de la peor forma.

Él un tanto sorprendido de que ella se acercara, movió un poco su rostro, disfrutando de aquella suave caricia, respirando su aroma, sintiendo su tacto. Le pareció extraño que ella estuviera tan fría, pero lo atribuyó a que estaba recién bañada, al clima nocturno y a la misma situación.

Tenshi, nada, absolutamente nada, nunca, me hará dejar de amarte —dijo Will, mirándola con total convicción de sus palabras, rogando que ella lo escuchara, que lo hiciera realmente y lo entendiera. Ella no respondió, una lágrima se deslizó por su mejilla mientras seguía moviendo ligeramente sus dedos sobre el rostro de Will.

Después de un rato, recordó que Ally había vuelto todo su estómago cuando se encerró en el baño, y por el ritmo con el que frecuentemente comía, quizás, lograra que ingiriera algo de lo que habían traído. Sin moverse con brusquedad, tomó la mano de ella y le dio un ligero beso, la notó un poco más fría que antes, sería mejor que la hiciera entrar; increíblemente lo logró.

Ella se sentó en uno de los muebles de la sala de estar de la suite, caminaba con ligereza y despacio, estaba agotada. Él comenzó a explicarle lo que le había dicho Zahir sobre el pedido, ella siguió sin decir nada. Para su sorpresa cuando levantó la cubierta de la bandeja, no había comida alguna, solo un par de sobres. Uno color negro con un marco plateado, y un sobre manila en el cual se veía claramente había papeles, extrañado y seriamente pensando que se habían equivocado con todo aquello, tomó el sobre negro y lo abrió.

Había una cartulina blanca impresa con un mensaje:

            Feliz noche de bodas, espero no me olvides hermosa... Alondra.

Y con una escritura manual, de forma rabiosa y casi desquiciada marcaba:

            Eres mía, siempre serás mía. Nadie jamás va a hacerte disfrutar como yo, perra.

—¿Qué carajos es esta mierda? —Will, siguió revisando el sobre, buscando si tenía algún remitente o algo que explicara eso.

Ally, al escucharlo se sobresaltó y miró entonces lo que su esposo tenía en las manos, al darse cuenta del sobre negro con marco plateado, se le fue el alma a los pies.

No, eso no podía estar pasando. No ahí. No así... ¿Por qué? ¿Cómo supo donde enviar ese asqueroso sobre?

Will, se percató de la mirada desenfocada de Ally y de cómo su respiración se alteraba, casi estaba hiperventilando. Aún más molesto y realmente preocupado la encaró.

Ruido de Alas ©Where stories live. Discover now