Abotono los pequeños botones del pecho y aliso la falda que me queda un poco más arriba de las rodillas. Me gusta como luce, desde el cuello redondo hasta que no es nada ajustado. Me pongo unos mocasines cafés oscuros algo gastados, también de mi madre y un pequeño anillo de perla.

Salgo del baño.

                    ❃❁❃❁❃❁❃

—Hijas, se ven tan hermosas.

—¿Verdad que estas celebraciones deberían ser más seguido? —menciona Grisel entusiasmada.  

—Por supuesto.

—¿Tú no vendrás abuelo?

Niega con la cabeza.

—Salgan ustedes y diviértanse, yo ya estoy viejo para eso.

Me acerco para abrazarlo.

—Regresaremos temprano.

—Tonterías es el único día del año que no hay toque de queda, diviértanse.

—¡Andando Brenna!

Tomo los impermeables y los guardo en mi mochila.

—No llegaremos tarde —digo antes de cruzar la puerta.

—Hija. — me detengo —.Te pareces tanto a tu madre.

Sonrío ligeramente y corro detrás de Grisel.

                    ❃❁❃❁❃❁❃

—Déjate ese cabello en paz, el prendedor lo tiraras.

—Era de Lea, no puedo perderlo.

—Toma, —estiro mi mano y le doy el impermeable. —, es verdad, olvidé por un momento lo de la lluvia.

Ambas nos los ponemos.

—Tan bien que nos vemos en vestido.

—Anda, aún así luces bonita.

Caminamos hasta llegar a la plaza principal y cientos de guardias se encuentran en los alrededores. Mantos transparentes se encuentran cubriendo encima de nosotros.

¿Cómo es que no las ponen en nuestro día a día?

—¡Brenna, mira eso! —dice señalando hacia arriba —. ¿Crees que la lluvia lo queme?

—Descuiden señoritas, eso fue puesto para su seguridad. Mientras estén debajo del manto, la lluvia no les hará daño.

—¿Puedes creerlo Brenna? — murmura sorprendida.

Aprieto mis puños a mis costados.

—Pueden quitarse los impermeables, disfruten su noche.

Grisel no lo piensa y se desasee de el, luciendo su vestido corto sin mangas color café con pequeñas flores en la parte superior

—Anda, quítatelo — me indica el militar.

—Así estoy bien, gracias — farfullo.

Tomo el impermeable de Grisel y la sigo. Observo el entorno y la gente luce despreocupada sin ninguna protección excepto el manto de arriba. Todos usan vestidos e incluso uno que otro hombre trae puesto traje. Las luces de los puestos brillan en su mayor resplandor mientras que los niños corren con bengalas en sus manos.

Así es como lo recordaba.

Como Luviana era antes.

Clap, Clap.

Giro mi cabeza hacia arriba y la lluvia choca con el manto, ahora solo parecen como si fueran estrellas fugaces. Me siento como si estuviera en una gran esfera. Sigo caminando y hay una plataforma, estoy convencida que se presentará el general a dar un discurso de mierda.

Música acústica se escucha y la gente baila alegremente.

Creo que ya quiero irme.

—¿Brenna?

Me giro y ahí está Dagan totalmente apuesto. Pantalones oscuros, suéter de lana color vino acompañado de un abrigo gris.

—Estaba seguro de que vendrías.

—Uh, huh — ¿Y mi habla?

—¿Te encuentras bien?

—Sí por supuesto, es solo... que te vez muy bien — vaya que sí —. Deberías dejar esas camisas de cuadros.

Dagan ríe.

—Son mis favoritas, no lo haría — se sitúa frente a mí sin decir ni una palabra.

—¿Qué ocurre? — digo desconcertada.

—Es que estoy seguro que bajo ese impermeable traes puesto un vestido.

—¿Y qué si no traigo nada?

Dagan abre los ojos impresionados.

—Pues deberíamos ir a un lugar menos público — dice traviesamente.

Jalo su oreja y se queja, pero no tarda mucho cuando su boca atrapa la mía. Nos separamos cuando escuchamos un carraspeo.

—Dagan creímos que te habías ido, pero ahora vemos que solo estás ocupado —dice Helena antes de guiñarle un ojo.

Y ahí está ella con un vestido negro y destellos en la parte del cuello, claro que no podía faltar su melena despeinada que le da ese toque para completar su belleza.

Y a su lado está otra belleza completamente de negro, destacando su piel blanca y ojos azules.

Apartó mi mirada de él.

Grisel llega con otra chica, que no sé su nombre pero la he visto en la cabaña, estoy segura.

—Brenna, ya quítate ese impermeable, ya dijeron que no nos pasará nada.

—Estábamos por ir a quitarlo pero... — pellizco el brazo de Dagan —. Sí ya estaba por quitárselo.

Helena suelta una sonrisa burlona, y es cuando decido quitármelo. El viento pega contra mi piel y eso me hace estremecer. No sé si sea eso, o el que muchos par de ojos me estén viendo.

—¿Por qué blanco querida? — escucho otro reproche de Helena —. Solo te hace lucir más pálida.

—Es el único vestido que... —soy interrumpida.

—Te ves linda — todos movemos nuestros ojos hacia River incluyendo a Helena —. Quiero decir, que aunque sea blanco te ves muy bien.

Helena se ve apretar la mandíbula.

—Ya vámonos, ¿O solo nos quedaremos aquí admirándola? — ella toma del brazo a River jalándolo hacia el montón de gente.

Grisel me sonríe y su amiga me da dos pulgares arriba, hasta que ambas se marchan.

—¿Ahora por qué me miras así?

—Creo que es peor que traigas ese vestido a que no traigas nada.

—¡Dagan!

El ríe y yo también ya me encuentro sonriendo ante sus comentarios. Me coge de la mano y nos sumergimos en el gentío.

RAIN [Libro 1]Where stories live. Discover now