Prólogo: Se buscan aventureros.

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La pequeña taberna llamada Espada y Arco se trata de una cabaña de madera bastante bien cuidada a pesar de las continuas batallas que se libran a diario entre copa y copa. No cuenta con muchas mesas, igual unas diez u once, cada una rodeada de un número par de sillas. Colgado en el tablón de anuncios, escondido entre los demás papeles estaba ese anuncio que cambiaría la vida de los seres màgicos sin que fueran conscientes de ello.

Ilargia, una elfa que recién había cumplido la mayoría de edad -Alrededor de los 100 años para los elfos-, estaba tomando algo en una mesa, perdida en sus pensamientos hasta que le vino a la cabeza la idea de emprender alguna aventura. Así que se levantó y se dirigió hacia el tablon. Buscó durante varios minutos algo que le interesara y por alguna extraña razón ese mismo anuncio le llamó la atención. Lo cogió con delicadeza del tablero, un poco así como pudo ya que era bastante bajita, y lo leyó con atención.

"Se buscan aventureros.

Necesitamos al menos 20 personas dispuestas a matar monstruos. Todo el oro conseguido se lo pueden quedar. Interesados asistid a la reunión del miércoles en esta misma taberna. Para más información buscad a Thorim." 

A decir verdad el papel no explicaba demasiado lo que debían hacer, pero a Ilargia no le vendría mal un poco de dinero y experiencia para futuras aventuras. Dejó el papel donde estaba, pagó su cuenta, y se dispuso a encontrar un lugar donde hospedarse hasta el miércoles.

Borja el mago también estaba sentado en una mesa, había visto como muchos se interesaban por el mismo anuncio varias veces así que simplemente se levantó y la leyó con curiosidad, por alguna razón se interesó en el acto. Aún que igual era por que siempre estaba haciendo misiones sin parar. La razón era simple, había llegado a ese lugar por medio de un portal que lo había arrastrado, así que dedicaba la mayor parte de su tiempo en buscar un nuevo portal que lo llevara de nuevo a Vizcaya, su lugar de origen.

El miércoles caía muy lejos para él, así que decidió buscar otra cosa hasta ese dia. La misión que escogió no era muy complicada, simplemente debía matar a unos monstruos que no superarían el nivel 2 en una mazmorra que no quedaba muy lejos. Quería comprobar que al final de esta, igual que en todas las demás, no hubiera el portal que lo llevaría de nuevo al país Vasco.

La taberna se quedó tranquila, o al menos todo lo tranquila que puede estar una entre murmullos, gritos y risas. Al cabo de una hora o dos apareció un ser extraño. Su cabeza era gigante y carecía de torso, pues sus extremidades no estaban unidas, pero aun así no debía medir más que un elfo común. Pasó de lado la puerta como pudo, pero no evitó que la nariz le raspara con el marco de la puerta.

Se dirigió al tablero y ahí se topó con un dracónido. Al llevar varios días vagando por el bosque sin hablar con nadie, debido a su última aventura, no pudo evitar mantener una conversación.

—Buenos días señor—. Dijo sin esperar a que contestara.

—Buenos días señorita, Halfonso, encantado—. Dijo el dracónido acercándose con la mano extendida haciendo una reverencia. Tenía la intención de besarle la mano a la chica, pero ella lo evitó estrechandole con fuerza.

—Provolí—. Contestó la gran cabeza.

—Dime guapa, ¿Buscando un compañero de fechorías?—. Dijo sin dejar su tono vacilón.

—De momento alguna aventura que pueda hacer dentro de unos días. Así que por favor, ahórrate el ligoteo, conmigo no funciona.

—Vale, perdón, perdón. Con que una aventura... ¿Que te parece esta?

Provolí leyó con atención el papel, era una misión para ir al bosque y matar un grupo de arañas que molestaba por ahí. No era exactamente lo que quería, más bien, no quería regresar a ese bosque que la había dejado callada durante tantos días. Negó con la cabeza y ambos empezaron a buscar de nuevo.

—¿Y este?—, preguntó alegre la cabeza flotante. Había encontrado el mismo anuncio en el que tanta gente se había parado últimamente.

—Se ve interesante, si. El miércoles... no queda tanto si te paras a pensarlo.

—Lo se, pero al menos podré descansar un poco antes de empezar. Por que vengo ya de una misión.

—Pues no muy lejos de aquí hay una posada en la que pensaba hospedarme esta noche—. Provolí lo miró de manera extraña, como si le estuviera juzgando—. No te estoy proponiendo dormir juntos, caray. Nos conocemos desde hace diez minutos y ya me juzgas como mi madre—. Ella se rió ante el comentario.

—Bueno, en ese caso lo veo bien, pero antes preferiría beber algo, una cerveza o algo así.

—No te preocupes, yo me encargo—. El lagarto hizo aparecer mágicamente dos jarras de bebida en sus garras y le entregó una a Provolí.

—Vaya, que eficacia, pero me sabe mal que tengas que pagarlas tú, deja que te pague la mía.

—Ah, no te preocupes, no las he pedido yo, las he robado de esa mesa—. Dijo señalando una donde había dos personas que miraban hacia todos lados intentando dar alguna explicación a sus jarras desaparecidas.

—Vaya, bueno, pues menos mal. Porque este dinero lo he robado de esa otra.

Ambos se rieron y se sentaron a beber las cervezas. No hablaron mucho, estaban algo cansados, así que se fueron rápido a la posada. Allí cada uno se pagó su habitación. Halfonso se metió en el saco enseguida que pudo. Provolí lo hizo después de limpiar las armas que había usado.

◇◆◇

El miércoles llegó rápido. Todos nuestros héroes estaban listos para la aventura y fueron a la misma taberna en la que se habían encontrado la nota. Un enano sentado en un taburete esperaba a que la gente se sentara, había mucha más de la que se esperaba, alrededor de unas treinta o treintaicinco personas, así que no todos consiguieron donde sentarse. Pero por suerte fue una reunión corta.

—Bien, mis reclutados aventureros—, dijo el enano subiéndose al taburete—. Mi nombre es Thorim para aquel que no lo sepa, y soy el que os ha reunido hoy aquí. Esta misión no va a ser fácil, y tampoco puedo darles mucha información sobre el por qué vamos allí precisamente. Pero simplemente necesito un equipo de gente para aventurarnos en una de las Mazmorras más peligrosas sin ningún tipo de información. Sólo vosotros y vuestra arma contra bestias. Si alguien quiere irse que lo haga ahora.

Se hizo un murmullo en la sala. A algunos la idea les emocionaba más, otros decidieron retirarse. No fueron muchos los que se fueron, quizás ahora sí se quedaron en veinte persona.

Cuando Thorim vio que nadie más decidía irse prosiguió con su discurso.

—De acuerdo, para estar más seguros separaros en grupos más pequeños, tal vez cinco grupos de cuatro personas baste. Vuestra misión individual será que nadie de vuestro grupo muera y obviamente tampoco ni yo ni mi compañero. Os recuerdo que todo el oro que consigáis os lo podéis quedar y en vuestro grupo ya decidiréis cómo repartirlo. Tenéis dos horas y media para planificaros y comprar cosas que penséis que puedan seros de utilidad. Cualquier duda estaré aquí.

El enano bajó del taburete de un salto y se fué a la barra. La gente empezó a organizarse en grupos tal y como había ordenado, Provolí y Halfonso, que habían venido juntos, se quedaron observando cómo los demás daban vueltas para ver si alguien se quedaba solo. En eso vieron a un chico algo perdido y a una elfa algo tímida que tampoco se movía de su sitio. Ambos estuvieron de acuerdo en acogerlos, y tampoco es que tuvieran muchas más opciones y se fueron al mercado a comprar provisiones.

Todo marchó bien hasta que estuvieron adentrados en la mazmorra.

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⏰ Last updated: Jul 01, 2019 ⏰

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Las tres llaves.Where stories live. Discover now