Se quedó de espaldas a la cámara mientras salía de la tienda. El ángulo de la cámara nunca había captado su rostro, solo atisbos de su perfil. Todo lo que podíamos ver era la simple sudadera con capucha de color negro y los vaqueros que había estado usando. Cuando sacó el dinero de la caja, pudimos distinguir un poco su nariz, piel clara y un pequeño mechón de cabello castaño cerca de su oreja. Gafas de sol negras le cubrían los ojos y guantes negros las manos.

Con la caja registradora vacía, se retiró de la tienda, dejando atrás dos cadáveres.

Dejando atrás a una hija pequeña sin su madre y una esposa que tuvo que enterrar a su marido en un ataúd cerrado.

Matt y yo nos sentamos en silencio, ambos mirando la pantalla mientras
seguía reproduciéndose. Había visto muchas cosas jodidas como policía, pero este video era la peor. Tal vez era porque conocía a Camila. A lo mejor porque sabía lo que sucedería horas después cuando apareciera en su porche. Quizás, porque la imagen de su corazón rompiéndose ante mis ojos era una que nunca olvidaría.

Decirle a Camila que su esposo había sido asesinado y además mirar el video una y otra vez era lo más difícil que había hecho como oficial de policía.

Matt detuvo el video y rompió el silencio en la habitación.

—Eso es jodido.

Asentí.

—¿Y para qué? ¿Un par de cientos de dólares de la caja? No parece valer la pena, ¿verdad?

Matt negó.

—Tenemos que encontrar a ese tipo.

Volví a hundir los dedos en mis sienes.

—He revisado todas las cintas del complejo, todas las imágenes que obtuvimos de la tienda de víveres y de los otros comercios. No puedo encontrar indicios de este tipo en ningún lado.

Matt suspiró.

—Lo que significa que pasamos al Plan B. Las cámaras de semáforo.

—Síp. —Agregué la p igual que Camila—. Lo que significa que, si me estás buscando en cualquier momento antes de las ocho o después de las cinco, estaré en esta habitación.

No tenía ni puta idea de cuánto tiempo me llevaría comenzar a escudriñar horas de grabaciones en mi tiempo libre. ¿Un mes? ¿Tal vez dos? Pero por Camila, haría cualquier cosa. Me sentaría en esta maldita habitación y saldría del trabajo todas las noches con dolor de cabeza solo por la oportunidad de darle un cierre.

Porque el cierre era lo único que anhelaba tanto como el amor.

Estaba desesperada porque alguien le dijera que estaba bien empezar a vivir de nuevo. Y ya que muy seguramente no lo conseguiría de los padres de Jamie, haría lo mejor para dárselo yo misma.

Estas últimas dos semanas, ella había construido una pared de ladrillos entre nosotras. Cuando iba al restaurante a cenar, estaba demasiado ocupada en la cocina como para sentarse conmigo durante más de diez minutos. Cuando
enviaba un mensaje de texto para ver cómo estaba, respondía con respuestas breves.

Yo: ¿Cómo estuvo tu día?

Camila: Bien.

Yo: ¿Te importa si voy al restaurante a cenar?

Camila: Claro. Está bien.

Yo: ¿Estás bien?

Camila: Estoy bien.

Bien.

Las cosas no estaban jodidamente bien.

Pero si pensaba que iba a poder excluirme, Camila Maysen tenía algo que aprender.

Lista de cumpleaños ~ Camren (Lauren G!P)Where stories live. Discover now