Salgo disparada con Dagan atrás pisándome los talones, hasta que este logra alcanzarme situándose a mi lado.

— ¡Tramposa, estaba esperando el tres!

Suelto una carcajada, y con eso basta para que Dagan me arrobase.

El viento pega contra mi rostro, se siente increíble. El viento sopla las hojas, que incluso puedo sentirlas chocar contra mi rostro. Al verme pérdida en esa sensación, no veo la piedra que se encuentra en el paso y caigo ridículamente.

— ¡Brenna! — Dagan se detiene y viene corriendo hacia mí.

— Supongo que ganaste — digo agitada.

— Aun no llegamos a la cabaña — dice inspeccionando mi tobillo.

— ¡Ay!

— Esta torcido, lo mejor es que te lleve.

— No, yo puedo sola — estoy por levantarme, pero al querer recargarme este duele.

— Necia. — Dagan se arrodilla frente a mí —. Sube, no pesas más de cuarenta kilos.

— Error, cincuentena y dos  kilos — digo subiéndome a su espalda.

— Brenna, eres tan ligerita ¿segura que ya te subiste?

Suelto de nuevo un golpe, y esto lo hace reír.

Da pasos tranquilos, como si en verdad no pesara y solo fuera una mochila. Recargo mi cabeza en su hombro y puedo oler su esencia, cítricos con un poco de tierra. No puedo evitarlo y olfateo su cuello.

— ¿Qué estás haciendo? — farfulla.

— Lo siento, yo solo. Me gusta tu olor natural — lo escucho soltar una risita.

— Pues deja de hacer eso si no quieres que ambos caigamos.

Debería dejar de hacerlo, pero lo hago ocasionalmente. Después de todo, ¿Cuáles son las posibilidades de que caiga cuando él me tiene sujetada?

❃❁❃❁❃❁❃

Día tras día me hacía la misma pregunta, ¿quiénes podían ser rain?

La idea de saber cómo descubrirlo me volvía loca, así que lo que más me tranquilizaba en momentos como este, era salir a caminar en busca de flores. Hace mucho que no lo hacía y sin duda alguna me hacía falta.

Bajo las escaleras poniéndome los guantes, y enseguida escucho reír a Reynald y Grisel que se encuentran metidos en la cocina.

— ¿Qué es lo que hacen ustedes dos?

— Mi abuelo me enseña a hacer una nueva tarta.

— Es una buena aprendiz — dice mi abuelo dándole palmaditas en la espalda.

— ¿Y por qué nunca me enseñaste a mí? — frunzo el ceño.

Debo admitir que estoy un poquito celosa por Grisel que sabe cocinar y ahora también  hornear.

¿Acaso ellos estarán siempre para mí?

— Hija lo tuyo no es usar las manos, pero sin duda alguna lo es el corazón.

Un pequeño nudo se forma en mi estomago. Quiero abrazar a mi abuelito, pero Grisel interrumpe con tono alegre.

— Por eso estoy aprendiendo, yo las preparare para ti Brenna.

Ese tipo de cosas hace que me de más miedo perderlos, no sólo por el hecho de que preparen comida. Si no porque simplemente son lo que más amo, y el imaginar despertar una mañana sin ambos a mi alrededor, es mi gran miedo.

Entonces respondo la pregunta que me hice hace un momento.

¿Acaso ellos siempre estarán para mí?

La respuesta es no, el tiempo quita y da; sin embargo, sé que estarán el tiempo necesario conmigo y yo con ellos. Porqué así es la familia.

Al salir de la cabaña, llevo un sentimiento en mi corazón. Levanto un pequeño diente de león de la hierba, cierro los ojos y soplo.

Deseo que sean inmortales.

Es así que como el viento se lleva mi deseo.

❃❁❃❁❃❁❃

Camino alrededor de treinta minutos y para ser sincera aún no he encontrado nada, intento no darme por vencida, pero el cielo truena y avisa que ya está por llover.

Si mamá era inmune a la lluvia, ¿Es posible que nosotras lo seamos?

Agito la cabeza quitando esa idea, que tal si no lo somos y por eso mamá se fue para que no nos arriesgarán a tocarla.

Suelto un suspiro mirando hacia la tierra.

Levanto la mirada hacia los truenos que se ven en el cielo, me quito mi mochila y empiezo a buscar mi impermeable.

No está.

Empiezo a buscar desesperadamente, nunca se me olvida, lo único que siempre traigo conmigo por primera vez lo olvide. Mi respiración es agitada, pero intento calmarme. Cierro la mochila y la cuelgo en mi hombro apresurando el paso. Intento orientarme para saber donde estoy, pero me doy cuenta que me aleje más de lo que esperaba.

Ya no ando a toda prisa, simplemente ya estoy corriendo a través de los árboles y ocasionalmente me golpeo con las ramas. Lo que me hace caer. Me quedo tirada en la tierra, cierro los ojos y en ese momento me mantengo completamente quieta al escuchar crujir algo entre los árboles, me levanto inmediatamente.

¿Qué si es un militar?

Decido volver a correr pero en seguida me detiene una mano por el codo haciéndome girar. Instintivamente suelto una bofetada, pero River es rápido y detiene mi mano a centímetros de su cara.

— ¿Qué es lo que te sucede?

— Oh, River. — chillo — ¿Qué demonios haces? Me diste un susto de muerte.

— Bueno tú también me lo diste, planeabas golpearme.

— Lo siento, estaba asustada.

Termina por soltarme.

— Debemos darnos prisa olvide mi impermeable y...

— Descuida tengo una idea.

Y es cuando me doy cuenta que él sí trae el suyo.

— River hay que darnos prisa, debo darme prisa.

Empiezo a jalarlo, pero me toma la mano y me jala hacia el lado de donde veníamos.

— ¡¿Qué es lo que haces idiota?! — grito.

— Caray gotita, se lo que hago.

Lucho por zafarme de su agarre y correr a la dirección correcta.

¿Dónde quiere llevarme?

Y es cuando llegamos a un lugar que me resulta familiar, veo al árbol que parece una casita. Ha pasado el tiempo claro está, el tronco es más viejo y las hojas ya no tienen su color habitual.

River se mete dentro del tronco aún tomándome de la mano, pero yo me detengo en seco.

— ¿Qué esperas gotita? Métete — ordena.

— En serio debemos irnos, nos mojaremos.

— Todo estará bien, te lo prometo.

Obedezco no muy convencida sumergiéndome en el tronco donde de niña me oculte y ahora lo vuelvo hacer.

RAIN [Libro 1]Where stories live. Discover now