Ángel de MediaNoche

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Ángel de Media Noche

Por: Fátima Arriaga

Y ahí estaba ella.

Mientras caminaba hacia las profundidades del bosque completamente sola a mitad de la noche, una de las más frías que haya visto. Después de oír ruidos extraños afuera de la ventana de su casa situada en medio de un pueblo al que nadie interesa ahí estaba ella segura de lo que había escuchado.

-Un grito- dijo en voz alta hacia ella misma.

Pero nadie la escuchó, solo era ella y la noche como siempre, como había sido en las últimas semanas, pues el dormir le resultaba difícil últimamente, y siempre era el mismo lugar la que la mantenía despierta: el bosque.

Ese lugar al que le había prohibido entrar desde que era pequeña, pues las historias que se rumoraba sobre personas que salían de ahí alucinando eran muchas y nadie sabía el por qué.

-Solo tristeza trae ese lugar- dijo su mamá en una cena días anteriores cuando la descubrió con la vista centrada y perdida es sus pensamientos- pero no importaba lo que dijera, no podía quitárselo de la mente.

Estaba decidida, tenía que entrar, tenía que saber por qué la atraía tanto aún y después de escuchar ese horrible grito.

-Tengo que saber- dijo decidida mientras salía de su casa.

Llegando a la entrada en dónde empezaban los enormes árboles verdes iluminados a la luz de la luna lo supo; después de todo, lo supo.

Algo la llamaba dentro de las profundidades del bosque. Caminó unos metros más adelante volteo hacia atrás, a lo lejos el camino a casa, giró su cabeza de nuevo para prosiguió a continuar su camino.

Entonces una paz y tranquilidad la abrazaron de manera en que su mente y su cuerpo se relajaron, no sabía cómo explicarlo, pues el lugar del que todo el pueblo temía le transmitía lo que ella tanto había buscado.

Y fue ahí cuando lo vio.

Ese hombre en medio del bosque, alejado de todo contacto humano, con esas enormes y blancas alas que transmitían luz tan brillante como la misma luna. Él estaba agachado con una rodilla en el suelo y la otra doblada como en posición de oración.

-No puede ser- dijo en murmullo- Es...es... un Ángel- incrédula retrocedió unos pasos hasta que pisó unas ramas que hicieron un fuerte ruido haciendo que la figura delante de ella subiera la cabeza mirándola fijo.

-¿Quién eres tú?-le preguntó el Ángel con la voz más ronca y profunda que ella había escuchado- ¡Quién eres y cómo me encontraste!- Gritó aún más fuerte haciendo que todo su cuerpo se estremeciera del susto entrado en un estado de shock inminente.

-Eres un Ángel- dijo casi balbuceando- entonces con la poca fuerza que le quedaba después de reaccionar dio unos pasos adelante y gritó- ¡Eres un Ángel! No se supone que existas, todas esas historias solo son eso historias que las personas han creado-.

-No son historias creatura mía- él le respondió-

-La divinidad existe, el cielo y el infierno existen, pero no se supone que ustedes se den cuenta de ello, pues no están creados para manejar este tipo de información.

-Pero me has descubierto-dijo mientras se intentaba parar- y ahora que me has visto necesitare de tu ayuda.

Ella dudosa se intentó acercar a él mientras todo lo que le dijo entraba por sus oídos hasta su cabeza en un intento de entender todo lo que había escuchado.

-Soy un Ángel efectivamente- dijo él ya más calmado - pero son un Ángel caído.

- Cometí un error e hice enojar a mi padre-siguió hablando- y me desterró de los cielos mandándome a la tierra.

-¿Qué fue lo que hiciste para terminar aquí?- preguntó ya más tranquila-

-No importa eso ahora, no se supone que deberías verme- le contestó él- a menos que tú también seas algo divino.

-No creo ser nada divino- respondió ella algo tímida- mírame solo soy alguien que conoce el dolor y la indiferencia, alguien que no conoce más allá del sufrimiento.

Él se quedó mirándola por un momento tratando de entender sus palabras.

-Ambos conocemos el dolor, es por eso que me puedes ver- respondió con ternura

Entonces en medio de ese bosque oscuro donde por días algo la llamaba a pesar de que no sabía que era, en ese momento lo supo, era él. Era ese encuentro lo que esperaba, era él quien de una manera misteriosa la llamaba a pesar de no conocerla. En ese lugar ambos se encontraron, sus almas se reconocieron y ahí fui donde todo empezó. Donde toda la destrucción empezó. 

*Personajes e historia ficticia, derechos de autor reservados, no copias y traducciones sin autorización*

Críticas constructivas  y sugerencias de manera respetuosa

Ángel de MedianocheWhere stories live. Discover now