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Todo aquel asunto del Armagedón había terminado al fin, pero ambos sabían que ningún bando se iba a quedar satisfecho con el resultado, y que el tiempo de tranquilidad iba a ser breve.  Había oscurecido, y tanto el demonio como el ángel esperaban el último bus para poder regresar a sus hogares. Bueno tan solo Crowley podía decir que volvía a su hogar, Aziraphale había perdido su pequeña gran colección de libros. Se encontraba devastado, y Crowley lo sabía.

La invitación del demonio le había pillado por sorpresa. El ángel dudo, siempre dudaba cuando algo estaba relacionado con su amigo.
El autobús, no pasaba por la librería chamuscada del ángel y tampoco por el apartamento del demonio, pero esté último se las había apañado con un simple "milagro" para que el conductor desviara su ruta, sin darse cuenta.

El autobús no iba muy lleno.Habían 3 o 4 personas en el. No solían sentarse el uno junto al otro, las veces que han coincidido en el transporte público. La vigilancia constante que recibían era la principal causa. Pero ya no había que temer, por el momento. Crowley se sentó junto a la ventana, dejando el pasillo para Aziraphale.

-¿Aún quieres que te deje en la librería?-pregunto el pelirrojo nada más arrancar el motor del bus. Miró por el reflejo de la ventana al ángel.
El rubio volvió a dudar. Se acomodó en el asiento, apoyando su cabeza en el hombro del contrario
-No hace falta- dijo. Después cerro los ojos y se durmió. Estaba exhausto por todo, y aunque no lo necesitara se permitió aquel pequeño placer tan mundano.
A Crowley aquel acto, provocó en su cuerpo una reacción extraña. Para nada se lo esperaba. Normalmente era él el que se permitía hacer ese tipo de actos, obteniendo por parte del ángel unas reacciones que hubieran hecho explotar su corazón, si tuviera uno.
Apoyó su cabeza en la del contrario, quedándose él también completamente dormido.
El autobús hizo su ruta dejando a cada pasajero en su destino, y por último se desvió dirección el apartamento del demonio. Lo había programado así para dejar descansar al rubio, que lo necesitaba.

Al llegar fue Crowley el que se despertó primero.
-Ángel, despierta, hemos llegado a nuestra parada.
Lo hizo suave, en el fondo no quería despertarlo, era una imagen muy adorable, pero no podía dejar al pobre humano conduciendo sin parar hasta que el rubio decidiera que era un buen momento para despertar.
Aziraphale abrió los ojos y al darse cuenta de había estado durmiendo sobre el demonio, su cara se puso completamente roja. Bajaron sin decir nada, y el autobús se fue.
Crowley abrió la puerta de su apartamento dejando pasar al ángel primero. Miró a su alrededor, todo estaba exactamente igual que la última vez que paso por allí. Crowley despareció, mientras Aziraphale estaba perdido en sus pensamientos. Cuando se dio cuenta decidió buscar al demonio, no quería estar solo.
Aunque ya hubiera estado allí con anterioridad, no conocía para nada la casa del pelirrojo. Normalmente quedaban en la biblioteca o en algún parque, era rara la ocasión en la que el demonio le invitaba a su lugar.

Mientras buscaba, se encontró con una sala que no había visto antes. Estaba completamente llena de plantas de diferentes tamaños y tonos de verde. Aziraphale sabia que a Crowley le gustaban las plantas, pero no sabía que tuviera tantas. Aquella sala le recordaba a un jardín, a uno en especial. Sin saberlo de sus ojos empezaron a caer lágrimas que intentaba parar, pero no podía. Fue entonces cuando Crowley apareció. Llevaba en su mano, un vino que guardaba para alguna ocasión especial y dos copas. Casi deja caer la botella al encontrarse al ángel llorando mientras acariciaba las hojas de las plantas.

-Ángel, ¿Que ocurre? ¿Que te han hecho estas mal nacidas?
A Crowley le encantaban las plantas, no lo negaba, pero su forma de tratarlas era un tanto peculiar. Aziraphale le sonrió mientras se secaba la cara.
-No me han hecho nada malo, soy yo, que soy demasiado sensible. Todas estas plantas tan bonitas me han hecho recordar al Edén.   
-Era un bonito jardín, imposible de igualar.-comento el demonio mientras se acercaba donde se encontraba el otro.
-Lo hecho de menos a veces.
-Yo también.
Crowley había servido vino en ambas copas y había acercado una de ellas al ángel.                                            -¿Un brindis?-preguntó.
Aziraphale sonrió aceptando aquella copa.
-Por el Edén- dijo antes de hacer chocar ambas copas.  

Garden of EdenWo Geschichten leben. Entdecke jetzt