Cap. 5 : En el que Beowulf recibe noticias del Comité

4 2 0
                                    

Circe estaba escondida tras un barril de pescado seco intentando escuchar a Beowulf hablar con aquel explorador. Ella no debía bajar la guardia respecto al excomisario. Si es que es de verdad había dejado de serlo en algún momento.

La sanadora creía a Pwyll cuando le decía que Beowulf había ayudado a los exploradores en las liberaciones y transporte de exiliados en Cuadrante Bosque. Pero nunca podría olvidar su pasado, ni que fuese el causante de la caída de la Torre Thot.

Hacía dos noches habían intentado ayudar juntos al pescador acusado de usar su Ciencia Interior. Ella se habría dejado llevar por la rabia y ajusticiado al herrero con sus propias manos. Aunque este se había entregado a Beowulf tras lanzar el martillo de forma devota y voluntaria, por el grave crimen (según su fe) de desobedecer a un Comisario. Beowulf paró el ataque de ira de Circe y dijo que la penitencia para él sería dedicar su vida a la protección de la aldea de Obsidiana. «Al menos será útil, un cadáver no lo es». Beowulf la sorprendía con sus reacciones una vez más.

Si tan fiel parecía a Pwyll y a la resistencia, por qué estaba en aquel callejón, por qué había salido a hurtadillas de la casa del alcalde, donde se alojaban como invitados esa noche. Lo había seguido hasta allí y vio como el explorador le entregó un mensaje, que Beowulf leyó sin mover un musculo de su rostro y escondió en el cinturón. ¡Cuanto odiaba Circe esa inexpresividad! Beowulf sacó un carboncillo de su cinto lo afiló contra la pared más cercana y escribió por unos instantes. Lo entregó al explorador.

—Parte ahora mismo hacia Cuadrante Castillo. El mensaje es para el comandante Hood, no debe caer en otros guantes.

Circe apretaba con fuerza sus puños intentando contenerse a salir y exigir esos mensajes. Como había podido Beowulf comprar a un explorador para sus propósitos. Los hombres de Pwyll son famosos por su lealtad al Jabalí.

—Partiré al alba mi señor. En el primer ferry del Comité a Cuadrante Castillo.

—No, parte ahora a paso ligero por el canal oficial, alcanza y toma el ferry en marcha que pasó esta mañana por Obsidiana. No hay tiempo que perder.

El explorador asintió y marchó en ese instante a cumplir las órdenes de Beowulf. Él siguió parado de espaldas a donde estaba Circe. No se movía. Pero ella se agachó en la arcada del establo del callejón. Entre barriles de pescado seco y penumbras sudaba y aguantaba la respiración. A qué demonios esperaba.

—No te culpo por seguirme Circe.

Ya no tenía sentido seguir escondida. Se acercó a Beowulf despacio intentando que la brisa de la noche bajara la temperatura de su rostro.

— Acepto que me vigiles y no me des toda vuestra información— continuó Beowulf calmado y sin reproche en su voz—. Pero debes hacer un esfuerzo por aceptar mi ayuda. Hood es informante de Pwyll y el protector del Castillo. Debe saber y necesita estar preparado para estas criaturas.

Circe sabía que Hood en el pasado fue el espía que Pwyll usó para conocer los movimientos de Beowulf y encontrar a Medea. Según Pwyll el comisario descubrió a Hood y aun así siguió explicándole sus planes. La teoría del joven Hood era que Beowulf lo necesitaba para proteger a su alumna del Comité. Circe no sabía si creerlos, la echaba de menos. Echaba de menos leer sus columnas en El Científico y echaba de menos sus mensajes por red fluvial cada semana.

—Acércate por favor quiero mostraste algo.

Circe llegó y vio sobre la tapa de un barril el mensaje con el sello del Comité abierto. Ella no sabía leer los jeroglíficos de la lengua antigua. Poca gente de Atari aparte de algunos miembros del Comité podían ya. Y esos pocos estaban perseguidos.

Atari, el reino de los cuadrantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora