Capítulo 18

150 18 0
                                    

Pasaron semanas la búsqueda del príncipe, no hubo británico alguno que no supiera de la desaparición del muchacho, siquiera no había europeo que no estuviera informado de la noticia, por otra parte Jorge había pasado esas semana lleno de adrenalina, nunca se sintió tan vivo y libre, estaba feliz por ello y supo desde esos momentos que esto era lo que él siempre quiso, su verdadero lugar. Ademas, jamás en su existencia vivió la experiencia ni en juego de lo que es ser perseguido, cómo justo ahora.

—¡Por aquí!—le llamó William mientras ambos corrían por la multitud y rincones de Southampton escabulléndose entre los callejones, escalando hasta alcanzar las azoteas de las pequeñas casas y brincar de vuelta al suelo procurando que haya algo que amortiguara su aterrizaje.

¿Por qué estaban tan desesperados de escapar y de quién? La corte del rey (hombres que no conocían bien la cara del pirata y tampoco reconocían a su príncipe por las andrajosas ropas y la suciedad en su rostro) los perseguían ya que la pareja le había hurtado a un hombre de alta clase (un egoísta codicioso) parte de su mercancía. El hombre al verlos escapar chilló enfurecido por ayuda tornándose más rojo cuando los ladrones se rieron por el chillido.

Y ahora estos dos se escontraban en la situación de escapar, por una parte temían que los atrapasen, pero una más alta era (más por parte del príncipe) que estaba lleno de vigor, no era simplemente un paso a la victoria, era un salto adelante.

Fue lindo hasta que llegó media tarde, unos adolescentes inorportunos los delataron y tuvieron que salir corriendo de los hombres del rey (no por robar, si no porque creían que era el príncipe esta vez), al momento que los atraparon sabían que estaban perdidos y qué su libertad fue más corta lo que hubieran querido, pero a pesar de eso, en esas pocas semanas Jorge se sintió más feliz de lo que nunca fue en todos los años que tiene como príncipe.

—¡No! ¡Esperen!—gritaba Jorge tratando de luchar contra los aliados de su padre, estos eran quienes estaban a su mano derecha, no los tripulantes que le acompañaron—¡por favor!—seguía forzando al ver cómo lo alejaban de William.

Este le miraba como si tratara de decirle: "tranquilo, todo estará bien", sin embargo una vez subió al carruaje no lo volvió a ver hasta llegar al castillo, el terror ahora corrió por sus venas no porque tenía ahora que enfrentarse a su familia (no sabia si era peor) más bien por lo que pueda llegarle a pasar a William, temía porque lo maltratasen o lo condenaran, que era lo más probable.

Jamás en su vida se sintió tan cobarde, no dejaba de pensar en qué pudieran hacerle a William o como excusar su desaparición sin involucrarlo. El joven príncipe inglés fue llevado a su padre quien descansaba en su trono con una mirada nerviosa entre la ira y la preocupación, sabía que al pirata lo habían llevado seguro al calabozo así que solo se dedicó a tragar saliva e inclinarse ante su rey.

—Padre... Madre...—miró a su progenitora, quien parecía más tranquila y feliz por su regreso.
—Jorge Frederick IV de Dinamarca, ¿que te pasó? ¿Y por qué vistes como un pordiosero?—habló firme haciendo resonar su voz en toda la sala real.
—Eh...—sus manos temblaban y no se le ocurría alguna excusa debido a la enorme presión que tenía.
—¡Contesta! ¡¿Por qué te secuestró ese mal nacido pirata?!—levantó más la voz pegándole un leve susto el cuál le hizo mover los hombros.
—Él... él no me secuestró...
—Entonces dame una razón para no terminar con la vida de ese cretino.
—¡No!—rápidamente contestó, pero luego disimuló aquel sentimiento—no hace falta, yo... fui yo quien quise escaparse.
—¿Por qué?—preguntó atónita su madre muy entristecida, viendo como a su hijo no dejaba de temblarle la mandíbula.
—Yo... estoy cansado de esto, de seguir órdenes, de no poder hacer lo que quiero, de no poder... tener libre albedrío—miró con compasión a sus progenitores.
—¿Qué estupidez es esa Frederick? Eres un príncipe y serás rey, y tienes que actuar como tal.
—¡Ese es el problema!—fue Jorge quien alzó ahora la voz—¡yo no quiero ser rey!

Mi Tesoro Más GrandeWhere stories live. Discover now