«La Enfermera del Amor»

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Autor: Sergio Orlando León Arozamena

—911, ¿cuál es su emergencia?

—¿H-Hola...? ¿Hay alguien ahí? —una voz femenina empezó a hablar.

—¿Hola? Está hablando con el 911, ¿cuál es su emergencia? —la encargada repetía de nuevo.

—Hay doctores en la otra línea, saben que mi esposo no volverá esta noche, y justo ahora acabo de tomar la última píldora —la muchacha decía tristemente.

—¡Espere! ¿Porque hace eso? —preguntó la encargada.

—¡Porque no puedo vivir sin él! —gritó furiosa la mujer. —¿Qué le pasó...? —la encargada preguntó con miedo de lo que podría responder la mujer.

—El me trataba como juguete, pero yo no me divertía. Él creía que podía soportarlo, con cada drama una parte de mí moría. Le gustaba ver el dolor en mis ojos, me besaba y me decía que todo estaría bien, pero él sabía que estaba enferma de amor —la mujer dejó de llorar y pasó de un tono triste a uno lleno de ira.

—Hay doctores en la otra línea, porque él no vendrá a casa esta noche, y acabo de tomar la última píldora, necesitaba algo para calmar el dolor —la mujer repitió lo mismo una y otra vez.

—Si hay doctores, ¿para qué llamó? —cuestionó la encargada.
—Necesitaba a alguien para hablar... —volvió el tono triste de nuevo.

Luego la chica le dio una dirección a la encargada, la cual mandó patrullas al lugar de inmediato. Tanta era la curiosidad de la encargada, que dejó su puesto a una compañera, para ella ir junto a las patrullas hacia aquella misteriosa chica.

Pero cuando llegaron, no había nada ni nadie, solo una enfermera que parecía anotar unos medicamentos en su cuaderno, que se encontraba sentada en el césped artificial de su hogar. Los policías tacharon a la encargada de loca, e inmediatamente se fueron después.

La encargada avergonzada y triste, se dejó caer en el suelo, a lo cual la enfermera se le acercó.

—¿Me recuerda...? —esa voz, era la de la chica del teléfono. —¡¿Qué hace acá?! —la encargada preguntó exaltada y con miedo. —Vaya... Creo que está enferma... —la enfermera anotó un medicamento en una receta, y luego se la entregó a la encargada.

—Lo siento mucho, parece que le falta amor, ¿medicamento? No hay. No tiene sentido vivir así, la única solución que veo, es el suicidio —la encargada al oír esto, y al leer la receta dada por la enfermera, esta se levantó en contra de su voluntad, se dirigió hacia el puente que estaba frente a ella, y saltó.

"Ahora dicen que si te encuentras con esta enfermera, cuídate, quien sabe que te recetará y que cosa te hará hacer en contra de tu voluntad".

FIN—

[ESPECIAL] Compendio de Obras Literarias 2019Where stories live. Discover now