—Jaja, que graciosa, como si me abundasen ofertas para ocupar el puesto.

—Chica son para un rato, mientras tengas en orden lo de allí bajo ya esta. No me seas rancia y sino, cómprate una amiguito a pilas o usa esas manitas que Dios te dio.

—¡Quieres bajar la voz! —.Me escandalice poniéndome roja como un tomate cuando media cafetería se giró a mirarnos. 

Algunos de los presentes rieron cuchicheando y yo quise desaparecer.

—Eh guapa, yo si quieres puedo hacerte el favor —.Me guiñó el ojo uno de los chavalillos que había por ahí, chocando la palma con sus amigotes que empezaron a bromear haciendo gestos más o menos obscenos.

Ahí sí que ya quise quedar fulminada en el acto. Me escurrí en la silla tratando de hacerme lo más pequeñita posible y me pasé la mano por la cara.

—Ya te vale…

—Anda tontita, acábate el chocolate, a este invita la casa. Y recuerda, dale alegría al cuerpo y vente mañana a la fiesta del barrio. Habrá mucho movimiento —.Arqueó las cejas meneando las caderas haciendo tuerquing —Imaginátelo, toda esa masa de cuerpos firmes, músculos brillantes, sudorosos, bailando al compás, unos pegados a otros —.Puso los labios en u —si nena…

—¿Quieres escribir tú la escena? Imaginación no te falta —.Le ofrecí el boli alargándole también la libreta con cara de cordero degollado.

—Ese es tu trabajo, bonita. Estás advertida, ven o no te volveré a hablar.

Traté de poner carita de cachorrillo, pero Gen no dio su brazo a torcer hasta que consiguió hacerme aceptar su propuesta.

—Verás como lo pasarás genial, te presentaré a un montón de gente guay.

Sonreí viéndola alejarse hacia la barra para cobrar a unos clientes y volví a inspirar llenando los pulmones para enfrentarme una vez más a la temida hoja en blanco. Si al menos me hubiesen dado alguna premisa…

Pero no, nada, ni una mísera pista. Apoyé la mejilla en la mano y desvié la vista hacia la mesa de dos chicas que rompieron a reír y aguce el oído.

—Si hija sí, me tuvieron todo el rato escuchándoles hablar de sus cosas, después dicen que muchas tías sueltas tenemos peligro, pero ellos… primero que si sus respectivas faenas, luego tema motor para reengancharse al mono tema —gesticuló moviendo las manos como si extendiese una pantalla —, que si tal había quedado para ver a su “amiguita” esa que hace una labor social imprescindible en el mundo masculino. Que si la aplicación para encontrar “disponibles”, que si tetas, culos y “mira como esta esa”; que si el vídeo tal o el escándalo de las fotos de las famosas con una corrida o peor. Increíble, pero no, ellos son los buenos y nosotras no. Una m… eso sí, de reír me reí un rato —.Seguía diciendo la rubia, entre indignada y divertida a su amiga.

Parpadeé reprimiendo una risita y volví a fijar la vista en el papel, desde luego toda la situación en sí era surrealista. Ya solo me faltaba escuchar lo de una mujer cucaracha, despatarrada dejando que el otro hiciese toda la faena, la que disfruta como una loca y la que se lo toma como fregar los platos o lo que es lo mismo no sentir ni frío ni calor.

—¿Y una escena de sexo real? ¿O quizás en plan comedia torpe?

casi rompo a chillar cuando Gen apareció frente a mi diciendo eso con la barbilla apoyada por encima de mi hombro.

—No creo que sea lo que quieren ver, la vida real no vende supuestamente, aunque que se yo ya lo que vende ¡y no vuelvas a hacer eso! casi me da un infarto.

Ella movió la mano quitándole hierro al asunto como si fuese una exagerada.

—Podemos hacer un sondeo en la cafetería, hay material diverso, a ver que le pone a cada uno —.Se encogió de hombros —sino siempre podemos recurrir al bote de crema y a una tía en pelotas tendida en la mesa.

—¡Arg, Gen!

—No me seas sosainas Vega, con lo que escribes ahora te me vas a escandalizar por una sugerencia de nada.

Me limité a señalarle su trabajo, pues un par de chicos estaban dejando unos pavos sobre la mesa, lanzándome una mirada tórrida que acompañó a un escrutinio en toda regla.

Ella hizo rodar los ojos y fue a retirar las tazas, girando la cabeza para verme.

—A las diez en la puerta de mi casa —dijo y se retiro hacia la cocina.

Ya esta, no tenía escapatoria posible… miedo me daba la encerrona que me tendría preparada esa bruja de ébano.

Terminé mi chocolate y me zambullí de lleno en mi tarea, nerviosa, sin dejar de mirar la hora en la pantalla de mi móvil compulsivamente.  Iba a darme un ataque, y a mi armario también cuando lo asaltase en busca de algo decente que ponerme.

La EscenaWhere stories live. Discover now