Amargas consecuencias

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No era un abogado muy simpático, además en sus trabajos no existía ética alguna. Richard siempre se caracterizó por defender al más culpable, pero también al más inocente. Su único objetivo era satisfacer a su cliente y reclamar una gran remuneración por ello, sus características de las más comunes: un hombre de cabello castaño, ojos negros y de tez pálida que compaginaba con su poca complexión física. El caso en el que trabajaba, "Larry, el demonio de Luxemburgo", le despistaba de sus demás actividades. Larry era un demente, morboso pero millonario y elegante empresario que tenía mediana estatura, una larga cabellera negra y ojos pálidos de color café. Su pasatiempo: torturar y matar personas. La excitación en Larry era tal que, algunas veces eyaculaba involuntariamente mientras torturaba a su víctima. pero ya había llegado al límite y peligraba su libertad, Richard era muy consciente de ello, pero aun así decidió aceptar el caso debido a la jugosa recompensa que Larry le ofrecía.

El principal peligro para Richard y su cliente, era Santiago padre de un niño de 7 años que fue asesinado por Larry la semana pasada, él tenía un porte muy elegante e imponía respeto a su alrededor debido a su majestuosa apariencia con una corta cabellera negra acompañada de ojos penetrantes del mismo color y aproximadamente un metro noventa de estatura. Además, era un importante empresario según la información que Richard había recolectado de él, pero lo que más le preocupaba era que Santiago estaba muy convencido de la culpabilidad de Larry, incluso llegó a ofrecerle algo de dinero a Richard para que lograrán darle la mayor condena posible, propuesta que este rechazó debido a la poca remuneración que obtendría de ello.

El día de la decisión final había comenzado y Richard había movido suficientemente los hilos para lograr zafar a su cliente del enredo. Ocultó todas las pistas que pudo haber dejado su criminal y además contrató unos testigos muy oportunos para el caso. Durante el desarrollo del juicio los argumentos de cada parte se intensificaban mientras chocaban entre ellos. Pero en su culminación, los argumentos del denunciante se habían desdibujado completamente, a Santiago le invadía una gran desesperación en su ser al escuchar la decisión final del juez, "declaro inocente al señor Larry Diaz de los cargos de homicidio y tortura"-dijo mientras golpeaba con su pequeño mazo la mesa-. Santiago salió agresivamente de la corte mientras el frenesí golpeaba su alma, Larry por otra parte no oculto su alegría y esbozo una gran sonrisa mientras palmoteaba la espalda de su abogado y le decía "que gran trabajo amigo mío".

Richard y Larry se dirigían a un bar de la ciudad para celebrar su exitosa defensa, Larry manejaba un McLaren 720s era un deportivo realmente costoso y estéticamente hermoso. pasearon por la ciudad observando el hermoso panorama. Ya se estaba ocultando el sol y se observaba la hermosa penumbra. Una vez se bajaron del coche ingresaron al bar más lujoso de la ciudad y bebieron de los vinos y cocteles más costosos que pudiesen encontrar. Richard recibió un enorme maletín y lo abrió apresuradamente, sus pupilas se agrandaron hasta casi cubrir todo el iris. Dentro del maletín se encontraban grandes fajas de billetes la cantidad tan irreal que, llegó a pensar en dejar de defender a culposos, pero claro, solo aquellos que no pagasen sumas extraordinarias. Richard se retiró gustoso del lugar al igual que Larry.

Larry había llegado a su casa aliviado por el gran resultado de su abogado, se disponía a irse a dormir, pero antes de ello fue hasta la nevera y se sirvió una copa más de vino, la miró deseoso y se quedó divagando en sus pensamientos mientras lo hacía. A pesar de disfrutar la tortura y el asesinato, el remordimiento lo carcomía de vez en cuando y este era uno de esos momentos. Se cuestionó a sí mismo de sus acciones, cuando se convenció de que no era tan malo, prosiguió con pensamientos habituales. Terminó su copa y se dirigió lentamente hacia su cama, antes que pudiese siquiera recostarse, Larry sintió cómo todo se volvía sombrío a su alrededor mientras sentía una fuerte punzada en su espalda, un intenso frio recorrió todo su cuerpo y cayó con algo más que un cansancio profundo.

Era un nuevo día para la ahora lujosa vida de Richard, se dispuso a encender la tele para ver qué sucedía en su hermosa ciudad. Sirvió un poco de café caliente en su pequeña taza que sostenía con delicadez y sorbió lentamente, pero terminó tragando más de lo que debía al ver tan impactante noticia – "En horas de la madrugada de hoy, ha sido encontrado el cuerpo de Larry Diaz un importante empresario de la ciudad, según los investigadores habría sido apuñalado en la espalda, por un asesino desconocido ¡en su propia casa!"-, Richard pensó sobre el incidente "seguro y me inculpan a mí por ser la ultima persona con la que estuvo". Se levantó de su asiento y fue a lavarse la boca para apaciguar el dolor provocado por el café caliente.

Alguien tocaba la puerta, Richard se asomó para ver de quien se trataba, era Maicol un antiguo cliente suyo que por casualidad también salió bien librado de sus crímenes de homicidio, con la única diferencia que él no mataba por diversión si no por dinero. Richard le dejó pasar y le invitó a una copa. Maicol era alguien más racional en comparación a Larry, aun así, él no había dejado sus crímenes, pero desde que Richard le defendió en juicio, no ha dejado que nadie le descubra o inculpe algo. Físicamente él ostentaba un cuerpo formidable, su gran melena rubia le daba un toque nórdico a su porte que se afinaba melodiosamente con su profunda mirada azul, pero esto era contrastado con sus crímenes. La forma de matar a sus víctimas, a diferencia de Larry, se hacía sigilosamente y sin pensar si quiera en torturar a sus víctimas.

Los dos estaban sentados muy cómodos en la sala, tomando vino y concordando con el terrible frio que hacía esa mañana.

—¿qué te trae por aquí amigo?, no me digas que te la has liado de nuevo— dijo Richard

—no te preocupes Ricard, gracias a tus consejos ahora soy más cuidadoso con mis actos, yo solo he venido por negocios— respondió Maicol

—¿negocios?, cuéntame

—estoy trabajando para un hombre muy importante, su nombre es Santiago y me llamó para negociar contigo

—ese nombre me recuerda a un tipo algo problemático, pero bueno, sígueme contado

Maicol se paró lentamente de su asiento y con la misma velocidad se acercó a Richard mientras decía —no lo tomes personal amigo mío, pero lo que hemos negociado a sido tu vida—, Richard estaba perplejo al escuchar esas palabras, su miedo era tan desbordante que intento gritar pero no logró soltar ni un solo gemido, su vida pasó como un destello de luz por su mente "jej... moriré en manos... de alguien que debía estar encerrado..."-pensó irónicamente-, Maicol llevó sus manos hacia la parte trasera de su pelvis y sacó de allí un gran cuchillo de mango blanco y punta fina, típico cuchillo de carnicero, lentamente se lo acerco al pecho de Richard y a su paso rasgó la camisa, cortó sutilmente su piel y antes de hundírselo punzantemente hacia sus órganos, le dijo: "así son los negocios y tú lo sabes mejor que nadie, sé que me entiendes y por eso me perdonarás".

Amargas ConsecuenciasWhere stories live. Discover now