Demasiadagente había muerto en aquella primera incursión. Muchos civiles. Nodebía morir nadie más.

Seguramente, lamayoría de los jóvenes que veía desde aquel balcón de madera sehabían unido tras perder a sus padres. No les quedaba ningunaesperanza ni ningún apego sobre su vida. De otra manera, no sehabrían unido al ejército.

Paseótranquilamente su mirada siguiendo el movimiento de sus subordinados.Bajo él, en el terreno sobre el que entrenaban los nuevosincorporados, se desplazaban tomando notas Petra y Auruo. Parecíahaber una pequeña pelea entre los reclutas.

Patético,perderían la vida antes de aprenderse el nombre de sus compañeros.No era el momento más oportuno para generar rivalidades ni disputas.Desvió la vista hacia el chico que parecía haber generado la pelea.

El instructor lehabía hablado de él en varias ocasiones. Por lo visto, era unsoldado con gran carisma. Quizás, el que había entrado en aquellasfilas con más determinación que el resto. Pero tremendamente torpe.

Corrían rumoresde que era tan poco perceptivo que ni se había percatado que suequipo estaba montado del revés. Había estado entrenando con unequipo en mal estado durante bastante tiempo.

Infinitamentepatético. No pensaba dejar que alguien como ese recluta entrase ensu escuadrón. El quería a los mejores y más entregados. Habíaotra muchacha, que había llamado la atención del instructor.

La habíacatalogado como una de las mejores de su promoción. Seguramente,alcanzaría a estar entre los 10 mejores. Era una auténtica lástimaque los que conseguían alcanzar ese puesto en el ranking casisiempre eligiesen unirse a otros cuerpos.

Más resguardados,a salvo. Siempre protegiendo a los más privilegiados, en vez de alos más débiles.

Esa manera depensar chocaba entre sus ideales. Y era algo con lo que se veíaforzado a batallar cada año.

Ahora mismo podríaelegir entre todos aquellos niños, cuales entrarían en su escuadróny cuáles no. Sin necesidad de ver sus capacidades en combate contravulgares representaciones de cartón de sus enemigos.

Aquel ranking erauna mera falacia. Una manera de conseguir buenos soldados manteniendoen pie los cimientos de las mansiones de los más acaudalados . O,para evitar una posible revuelta en el interior.

Si les ofrecíanla posibilidad de mantenerse a salvo en las murallas y seguir siendo"héroes" lo harían.

Rivaille no sesentía cómo un héroe. Detestaba que su nombre fuese conocido deaquella manera debido a sus habilidades. Él no era un héroe. Soloera un soldado que continuaba vivo. Uno de pocos.

Eso era lo únicoque le diferenciaba del resto. Por el resto era igual que cada uno delos reclutas que había allí. La habilidad combativa podía tenerseo adquirirse con el tiempo. Eso no te priorizaba frente al resto.

Una vez en elcampo de batalla, tenías las mismas posibilidades de morir que elresto. Tan solo era mera suerte que pudiera estar observándolosahora.

- ¿Qué teparecen los reclutas de este año? Interesantes, ¿verdad?

- Parece que sehayan unido al circo, no al ejército – no era su mayor afán el dealabar a los reclutas. Ni alicientarlos. En mitad de una batallanadie iría a darle golpecitos en la cabeza de agradecimiento ni aanimarte.

- He discutido contu comandante acerca del tema. Y cree que es necesario cambiaralgunas de las pautas de entrenamiento. Hacerlas más complejas yduras.

- Continua – eseya si era un tema que le interesaba.

- La prueba desupervivencia anual. Hasta ahora consistía en dividirse en grupos yllegar a la meta indicada en el tiempo establecido. Hemos decididocambiarla drásticamente.

MarionetaWhere stories live. Discover now