INFINITY

564 9 0
                                    

Miraba como él observaba el gran reloj de arena. Admiraba cada grano de arena que caía, mientras que yo solo me dedicaba a observarlo.

Nos encontrabamos en un gran espacio redondo con una gran cúpula de oro. De esta descendendía una enorme araña de oro con pequños diamantes que brillaban con la luz emitida por la lámpara.

Al centro estaba él sentado frente al gran reloj.

El reloj era de oro y cristal, y sus diminutos granitos de diferentes piedras preciosas. Cada una podía reflejar tus memorias y convertirlas en obras de arte.

Una suave balada sonaba de fondo. Siempre fue la misma durante años.

Pero siempre hay tiempo para cambiar.

Un piano comenzó a sonar. Mi príncipe se levantó de su puesto y se aproximó a mi. Era mi balada favorita, y él lo sabía.

Nos conocíamos desde nacidos, y pienso que desde antes. Cuando bailábamos, lo hacíamos en sincronía. Sin pensarlo, sin haberlo practicado, solo éramos nosotros y un movimiento natural.

Nos movíamos en sintonía con la música. Rodeabamos el reloj con gran gracia y agilidad. Parecía que flotabamos sobre el tiempo, que nadie ni nada nos lograría arrancar de nuestra inmensamente pequeña ensoñación. Estabamos nosotros. Solo nosotros.

Y éramos infinitos.

El impotente reloj comenzó a caer. Y aún así, no podíamos dejar de bailar. Caía lentamente y no produjo sonido alguno.

Cuando se posó en el suelo, nos sentimos diferentes. Éramos diferentes. No era un cambio malo, si no, sentía que era lo mejor.

Ahora sí éramos eternos.

Éramos dos almas flotantes, viviendo fuera del alcanze del tiempo.

Sonriendonos entre nosotros, satisfechos con la presencia del otro.

Y fuimos eternamente felices y felizmente eternos.



___________________________________________

Esta historia no es completamente mía, si no que una amiga, mientras hablabamos como gente "civilizada" me dio la idea.

Gracias Flor!

Cuentos cortos para dormirWhere stories live. Discover now