Cabellos caídos cubiertos por la negra noche.
Ojos castaños y dedos dorados.
Dedos dorados. Con ellos, la muchacha,
dibujó una puerta que le permitiera escapar de todo ese caos.
Su dulce sirena, le dio la bienvenida, y le cantó bonito, para demostrarle todo su amor.
La muchacha de cabellos cubiertos por la negra noche,
amó a su amada, y se refugió en esa pequeña isla dentro de su mente,
dónde vivía en paz.
Miró dirección infinito, con el cosmos reflejado en sus pupilas,
y sonrió.